¿Tendremos que volver a las catacumbas?
Esta ha sido la praxis habitual de la Iglesia Católica a la hora de “torear” las persecuciones. Normalmente, por parte de los poderes públicos. Lo mismo en tiempos de Roma, que con la Revolución francesa que a día de hoy.
Lo que ha cambiado ahora, en el mundo occidental, es que no ha sido una persecución de los gobiernos -al menos, nadie ha dicho una palabra al respecto; pero, en un ambiente donde la mentira y la corrupcion que esta engendra necesariamente, es el pan de cada día, tampoco lo descarto-, han sido algunas Diócesis las que nos han prohibido, a todo el pueblo fiel, que podamos tener la Santa Misa. Como consecuencia necesaria, nos han dejado también sin Sacramentos: sin Vida en Cristo.
Pues me da que, como no abran pronto las iglesias, vamos a tener que decidirnos por eso. Nos están abocando a tomar esa decisión en las Diócesis donde se ha decretado injustamente el “cierre patronal". Porque los sacerdotes nos debemos -de modo absoluto- a Jesucristo y, por Él, a las almas.
Debernos a nuestros Jerarcas no está en ese mismo plano, sino en un segundo plano: en la medida en que la autoridad eclesial competente respete nuestro “deber absoluto". Porque la conciencia es solo nuestra, no de nuestros superiores. Como el alma, que solo es de Dios.