7.04.08

Bendito fracaso

Aunque alguno empiece a sentirse fastidiado, creo que el término “políticamente incorrecto” está bien vivo y lo estará por un buen trecho. Voy a contar por qué, a partir del notable cambio que tuvo Pablo en su misión de evangelizador, como queda patente al comparar su discurso en Atenas (Hechos 17,16-32) con su modo descarado de proclamar la Cruz–cosa que vino a ser el estilo con que llegó a Corinto, según consta en 1 Corintios 2,1-5:

Yo, hermanos, cuando fui a vosotros, no fui con el prestigio de la palabra o de la sabiduría a anunciaros el misterio de Dios, pues no quise saber entre vosotros sino a Jesucristo, y éste crucificado. Y me presenté ante vosotros débil, tímido y tembloroso. Y mi palabra y mi predicación no tuvieron nada de los persuasivos discursos de la sabiduría, sino que fueron una demostración del Espíritu y del poder para que vuestra fe se fundase, no en sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios.

El análisis del discurso en Atenas es muy útil porque hay quienes ven en él la presentación oficial del Cristianismo a los filósofos o un modelo de inculturación. Mi opinión es más cruda: lo de Atenas fue un fracaso, un bendito fracaso, un desastre que sin embargo trajo bendición.

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5.04.08

Exploración en tierras de lo Incorrecto

Desde que oí por primera vez la deliciosa expresión “políticamente incorrecto” me cautivó. Tiene sabor de secreto, de acuerdo tácito, de sonrisa apenas sugerida, de guiño en la penumbra. Es el adverbio, por supuesto, el que pone todo el sabor. La cosa no es simplemente “incorrecta” (eso sería moralismo retardatario) es políticamente incorrecta.

Apenas oír ese adverbio coqueto, me pregunté qué tenía que ver la política en todo esto. No ha sido fácil llegar a respuestas claras. Al fin y al cabo, este es el reino voluble de la penumbra: si las cosas fueran diáfanas no se necesitarían ni ese ni otros adverbios.

Como tentativa de definición: algo es incorrecto “políticamente” cuando se sale del marco de convenciones de lenguaje que un grupo humano (una polis, en sentido amplio) ha acuñado para preservar cierto entendimiento mutuo y convivencia pacífica. Siendo así que toda polis evoluciona a ritmo de sus miembros, y un poco más, lo políticamente incorrecto nunca está del todo escrito: su naturaleza participa de la maleabilidad de la “opinión pública” – una expresión que curiosamente tiende a desaparecer, tal vez por demasiado unívoca.

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2.04.08

Dos Modelos

AlfabetoCuando los británicos protestantes empezaron a tomar posesión por la fuerza de los templos católicos en Irlanda hubo un enfrentamiento cultural y civil, por supuesto, pero también la confrontación de dos modos de ser iglesia. Tal vez la mejor manera de percibir la diferencia es preguntarse qué clase de diálogo pudo darse en tales circunstancias, a principios del siglo XVII. La respuesta puede ayudar a entender por qué existe una Latinoamérica católica, por qué Polonia es baluarte del catolicismo en Europa Occidental, y por qué el avance teológico no suele ir a la par con el avance misionero.

Los británicos han amado las matemáticas y la lógica. Es una tradición que va desde Newton hasta Turing y Tim Berners-Lee, el inventor de la Web. En términos de pensamiento ese modo de ser y obrar dio origen a la Filosofía Analítica. Por contraste, Irlanda tiene un notable número de Premios Nobel de Literatura, desde los legendarios William Yeats (1923) y George B. Shaw (1925) hasta Seamus Heaney (1995). El genio irlandés está más en la línea de la narración y menos en el análisis.

Surgen así como dos aproximaciones al mundo, la cultura y la fe:

  1. Análisis de las palabras, lógica, afán de coherencia, exaltación del individuo, pasión por el resultado.
  2. Uso de las palabras, narración, capacidad de asombro, valoración de la comunidad, pasión por la variedad.

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29.03.08

Siglo I, Siglo XXI

Internet GlobalInternet está lleno de metáforas que trasladan del mundo real al ciberespacio las referencias básicas de nuestro ser corpóreo. Hablamos de un “sitio” web, que tiene una “dirección” a la que uno llega como “internauta.” El programa que permite que estas palabras mismas aparezcan en la pantalla del ordenador suele llamársele “navegador,” ya se trate de Internet Explorer, Firefox, Safari, Opera o de algún otro.

Todo ese mar de información, en términos de textos, imágenes, sonidos, vídeos, me lleva al Mediterráneo y a los puertos en donde los navegantes de otras eras compartían o disputaban la mente y el corazón de sus coetáneos. Vayamos al siglo I y descubramos en la espesura de lenguas diferentes, cultos diversos, vestidos modestos o estrafalarios, el fragor de un mundo donde conviven y compiten toda clase de religiones y filosofías. Lo tradicional y lo novedoso, el ascetismo y el desenfreno, el rigor intelectual o la voluptuosidad descarada se dan cita sobre todo en los puertos. Y entre ellos, uno sobresale por su lugar estratégico y el increíble volumen de tráfico. Estamos hablando de Corinto.

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