De la Misericordia Infinita y la Confianza Radical
Hace medio milenio en el norte de Europa un hombre cometió un asesinato.
Para escapar de la justicia, se refugió en un convento, se hizo religioso e incluso fue ordenado sacerdote. Evidentemente no tenía vocación, pero esa fue la vía que ese miserable homicida encontró para huir de la justicia.
Desde su noviciado, ese hombre estaba atormentado y nunca pudo superar sus horribles inquietudes interiores que carcomían su alma, generándole sentimientos de angustia y temor desmedido, estando siempre triste y melancólico sin poder librarse de aquella tristeza, como se escribió.