De los máximos excesos celestiales y la épica sacerdotal
De los máximos excesos celestiales y la épica sacerdotal[1]
I. No hay mejor lugar que el Paraíso
El Evangelio de hoy, III Domingo de Pascua, nos habla del Cielo cuando dice «vuestra alegría nadie os la podrá quitar» (Jn XVI 22). Digamos entonces, dos palabras sobre el Cielo ya que la mayor parte del tiempo hablamos de la tierra, lo cual no tiene mucho sentido ya que, como decía Santa Teresa, esta vida es “una mala noche en una mala posada”.