InfoCatólica / Santidad en la Hispania Visigótica / Archivos para: 2022

23.10.22

San Leandro de Cartagena y de Sevilla: un gigante de la fe

San isidoro de Sevilla San Leandro era el mayor de cuatro hermanos  santos, hijos de Severiano y Teodora, matrimonio cristiano de la antigua nobleza hispano-romana, naturales de la ciudad de Cartagena. Toda la familia se trasladó a Sevilla en el año 555 debido a la invasión bizantina del levante español posterior a la guerra civil que acabó con la coronación de Atanagildo.

Leandro (535-599) ya había empezado en Cartagena su formación para la vida religiosa, y en Sevilla completó sus estudios, se hizo monje y fue ordenado sacerdote. Obispo de Sevilla desde el año 578, se preocupó de la formación de los aspirantes al sacerdocio creando una escuela episcopal de gran prestigio, a la que dotó de una extraordinaria biblioteca y en la que se formaron muchas de las grandes figuras de la Iglesia visigótica.

Frente al arrianismo del rey y las autoridades, trabajó por afianzar y extender la fe católica mediante una buena formación del clero y del pueblo cristiano. Su influencia fue grande en la conversión de muchos, como ocurrió con los hijos del rey: primero Hermenegildo, influido también por su católica esposa, y más tarde Recaredo.

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11.10.22

Anécdotas y curiosidades de los monasterios visigodos

¿Había monasterios femeninos? ¿Cómo rezaban? ¿Guardaban silencio? ¿Cómo era su vida cotidiana?

Alguna amable lectora planteaba preguntas sobre la vida y espiritualidad en los monasterios visigodos, por lo que intentaremos en este artículo asomarnos a las reglas monásticas de la España visigoda. Encontramos recogidas en el tomo segundo de “Santos Padres Españoles” publicado por la BAC en los años setenta, además de las “Sentencias” de san Isidoro de Sevilla, las siguientes:

  • Libro de la educación de las vírgenes y del desprecio del mundo, de san Leandro de Sevilla.

  • Regla de monjes, de san Isidoro de Sevilla.

  • Regla de monjes, de san Fructuoso de Braga.

  • Regla común o Regla de los abades

También encontramos una presentación del panorama monástico de la España del siglo VI en el libro “Las vírgenes cristianas de la Iglesia primitiva” que publicó el jesuita Francisco de B. Vizmanos en la BAC en 1949. Ursicino Domínguez del Val tiene publicado igualmente un estudio sobre la regla femenina de san Leandro en el Instituto de Estudios Visigótico-Mozárabes de San Eugenio (Toledo, 1981). Y más recientes son los libros de José Orlandis que ya hemos citado en artículos anteriores.

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3.10.22

Espiritualidad de los monjes visigodos

Con este tercer artículo dedicado a los monasterios de la época visigótica vamos a asomarnos a la vida espiritual de aquellos que consagraban su vida a Dios.

Aunque pudiera haber desviaciones, como indican las normas acerca de castigos en las reglas monásticas conservadas y como ocurre en cualquier realización humana, los que entraban en un monasterio lo hacían con un deseo sincero de perfección. Era un camino de exigencia que había que escoger libremente y con decisión. Así lo recoge san Isidoro:

…todo el que aspira esforzadamente a la disciplina de los antiguos, marche por esa vía ardua y angosta sin tropiezos, mas el que no pueda, que eche a andar por el camino de esta regla a fin de no desviarse por una disciplina relajada y pierda la vida y el nombre de monje.

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24.09.22

La vida en los monasterios

La práctica de huir del mundo y abandonar el disfrute de los bienes materiales es muy antigua en la historia de la Iglesia. Su origen estaría durante las persecuciones del Imperio romano, cuando algunos cristianos de Egipto, para no ser obligados a apostatar de la fe, huyeron de las ciudades y se escondieron en el desierto de la Tebaida. Al pasar el peligro no todos regresaron a su hogar sino que algunos se quedaron a vivir en la soledad, dedicados a la oración y la penitencia. A estos se unieron algunos discípulos con el deseo de recibir sus enseñanzas y de imitar su vida, naciendo así las primeras experiencias de vida comunitaria.

Extendido el monacato a Siria y Palestina fue necesario establecer normas y reglamentos para organizar su modo de vida. En los nuevos lugares donde surgían estas comunidades se iban haciendo adaptaciones propias según el carácter de las gentes y las condiciones físicas del entorno. A la vida espiritual se añadió el trabajo corporal e intelectual, y además surgieron los monasterios femeninos de vírgenes o viudas consagradas al Señor.

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15.09.22

Los monasterios visigodos: la consagración religiosa

En artículos anteriores hemos ido viendo la importancia que tuvieron los monasterios en la Hispania visigoda. Hubo obispos que antes habían sido monjes, abades que participaron en los concilios nacionales o regionales, nobles y reyes que hacían los votos monásticos dejándolo todo o en la misma hora de la muerte… ¿Cómo vivían en su día a día? ¿Por qué elegían este estado de vida tan exigente y sacrificado? ¿En qué consistía su consagración? Intentaremos verlo en algunos artículos.

Consagrar algo significa convertirlo en sagrado y dedicarlo a un uso exclusivamente religioso. Así ocurre con objetos o edificios que dedicamos a la liturgia, y de manera especialísima con el pan y el vino que, consagrados en la eucaristía, se transforman en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Si lo consagrado se utiliza para un fin distinto al que ha recibido es un sacrilegio, ha sido profanado.

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