InfoCatólica / Javier Tebas / Categoría: Doctrina cristiana

1.07.09

Cuando el hombre olvida el concepto de persona

A lo largo de la historia, muchas civilizaciones han aislado a las personas discapacitadas en fortificaciones, islas o zonas inaccesibles para el resto de la gente. Aquellos que han tenido algún problema de tipo físico o mental, han sido en numerosas ocasiones temidos, marginados y rechazados por los demás.

Los espartanos arrojaban desde el Monte Taigeto a los niños con alguna discapacidad. Pero quizás no haga falta ir tan lejos para encontrar ejemplos de eugenesia o perfeccionamiento racial. Casos de sociedades que conceptuan la superioridad de una vida humana sobre otra por condiciones físicas, los tenemos tambien próximos en el tiempo.

Pienso -sin ir más lejos- en la sociedad española actual, que permite acabar con una persona por su supuesta condición física inferior o de indefensión, ya sea a través del aborto o la eutanasia. Es muy ilustrativo en este sentido, el segundo supuesto eugenésico que contempla nuestra actual ley, de tinte espartano (en el peor de los sentidos), y que ha reducido de forma muy drástica nuestra población de niños con discapacidad.

¿Cómo es posible que los hombres lleguen contemplar estas actitudes en su vida social?

Resulta imposible defender el valor intrínseco de la persona sin comprender la dimensión espiritual que la sustenta. En el momento en el que se manifiesta el materialismo, y se amputa a la persona de su dimensión espiritual, ésta se convierte en una manifestación puramente fisiológica. Muy valiosa por su desarrollo, pero cuyo valor emana de las complejidades anatómicas y su mera excepcionalidad biológica.

Cuando se olvida que el verdadero valor de la persona no radica en su parte material, y que nuestra dignidad emana del valor igual de la vida humana por sí misma. Entonces es normal que haya quien llegue a considerar -en el engaño- que unas personas son superiores a otras, basandose en sus mejores o peores condiciones superficiales, para aceptar así la capacidad de poder disponer sobre sus vidas en un criterio supuestamente superior.

Las sociedades que han tomado (o toman) una postura de valor superficial y materialista frente a la idea de persona, han escrito con sangre las páginas más tristes de la historia.

Recuperemos entonces en concepto, la dimensión completa de la persona y su valor profundo.




Javier Tebas
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23.02.09

Marta del Castillo ha despertado a los jóvenes

Para llegar a una conclusión racional es necesario pensar, reflexionar. La apatía patológica entre los jóvenes es un infranqueable muro al uso de nuestra propia razón, los jóvenes pensamos pocas veces y de un modo muy superficial. Esto es evidentemente un obstáculo a la conciencia común de que existe una razón colectiva inscrita en nuestra condición humana. Si ni siquiera recurrimos a nuestra razón ¿cómo vamos a darnos cuenta de que en ella subyacen unos principios naturales que todos en nuestra condición humana compartimos?

No me parece adecuada la mediatización del caso de Marta del Castillo, es triste ver como los detalles íntimos de una joven asesinada se convierten en puro morbo amarillista para vender periódicos o ganar audiencia. Probablemente el caso se haya desvirtuado gravemente bajo esta presión externa. Sin embargo la indignación masiva que ha venido dándose durante estos últimos días, compartida y exteriorizada especialmente por muchísimos jóvenes españoles, ha puesto de manifiesto que cuando como humanos somos capaces de desempolvar nuestra razón y poner en funcionamiento el engranaje de nuestra capacidad reflexiva, somos capaces de superar el relativismo y exigir justicia.

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13.02.09

Juan Manuel de Prada

Las principales corrientes de opinión social están infundidas y orientadas tan solo por un pequeño grupo de personas. Aquellos que ocupan las primeras páginas de los principales periódicos y que frecuentan las tertulias políticas en televisión, son la fuente de argumentos para toda la masa social que muestra algún interés por formarse un criterio frente a aquello que nos rodea. De allí la fuerza del poder mediático.

Lamentablemente no es frecuente encontrar valores católicos entre lo superficial del argumentario de este grupo de personas, muchas veces inducido descarada e interesadamente desde las sedes de los partidos políticos. Sin embargo el recuadro de Juan Manuel de Prada en ABC, viene convirtiéndose últimamente en un oasis de papel, un verdadero alegato a trascender para buscar la esencia y el fundamento de los problemas, conociendo la realidad de la doctrina y los valores católicos sin relativismos, incluso cuando estos no son suscritos por mayorías circunstanciales, o puedan sobrepasar los límites de la corrección política.

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3.02.09

Cómo conocí a San Juan Bosco

Conocí a San Juan Bosco las tardes de Enero, cuando acercándose la fecha de su festividad en el colegio nos pasaban las diapositivas de su vida. Recuerdo el viejo proyector manual y la cinta de cassette que año tras año nos hacía recorrer la historia de aquél hombre cuyo sonriente retrato presidía nuestra clase, junto a la Cruz y María Auxiliadora.

Solía ser a la hora de la siesta, la luz apagada tentaba a echarse una cabezadita, pero la atenta vigilancia del profesor y el crujido al avanzar de cada diapositiva nos mantenían más o menos atentos a la pantalla.

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29.01.09

Obligatorio pensar como ellos

Cuando se ha sometido la conciencia y el criterio de los hombres, los pueblos se han sabido levantar contra la injusticia cientos veces a lo largo de la historia. Por eso Marx sabía que la estabilidad de su imposición ideológica, pasaba imprescindiblemente por el férreo control de las aulas. Por eso la masonería siempre ha hecho énfasis en la importancia de imponer sus valores a través de las escuelas, y en esa línea todas las corrientes que han querido uniformizar el pensamiento de la sociedad han intentado adoctrinar a las nuevas generaciones, todavía en sus pupitres.

Que el Tribunal Supremo no haya reconocido el derecho a objetar Educación para la Ciudadanía ha sido una noticia triste, muy triste. Por primera vez existe una asignatura obligatoria que marca como requisito para que el alumno apruebe imprimir en su conciencia moral una serie de ideas. Es decir, la asignatura no se presenta como mero objeto de conocimiento, ni contrasta con una visión histórica o sociológica las posturas de los diferentes movimientos o ideologías, sino que el objetivo final reconocido y condición previa para aprobar, pasa por el adoctrinamiento.

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