InfoCatólica / O frío o caliente / Archivos para: Mayo 2013, 04

4.05.13

Lo que se sigue haciendo mal al celebrar la Misa

…si no pongo a Jerusalén en la cumbre de mis alegrías. (Sal. 137, 6)

 

            Así se denomina el apartado del libro Tiempo de crisis. Algunas consideraciones sobre la liturgia, fe y moral después del Concilio Vaticano II (publicado en mayo de 2012), escrito por Don José Gil Llorca, sacerdote diocesano de la Diócesis de Cartagena. [Sacerdote desde 1986. Licenciado en Teología por la Universidad Lateranense de Roma (Ponificio Instituto Juan Pablo II sobre el Matrimonio y Famila.) Ha realizado su Tesis doctoral sobre la relevancia de la amistad en la Ética a Nicómaco de Aristóteles y en las obras de Santo Tomás de Aquino. Es miembro de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino y de The G.K. Chesterton Institute for Faith & Culture (Seton Hall University, New Jersey). Profesor de Filosofía y Teología en varias provincias de Argentina y España. Ha publicado La communio personarum en la “Gratissimam Sane” de Juan Pablo II, Elementos para una antropología  de la familia, El diablo rinde cuentas y De lo humano y lo divino.] Me ha llamado la atención este apartado, cuyo texto reproduzco al final con el permiso del autor (las negritas son mías, así como la selección de las imágenes).

            Como se bien indica en el texto, la liturgia no es algo privado, no es algo que elijo a mí antojo y parecer; es la acción trinitaria y de la Iglesia, es lo mejor y más sagrado que tenemos. A nadie le ha confiado el Señor la celebración del único Sacrificio sino a su Esposa. Si no respetamos esto, ¿de qué más vamos a hablar? Realmente, es el punto de partida y de llegada en nuestra vida de fe. Allí está la fuente y la raíz de nuestra vida interior, de allí se sale al mundo a la missio, allí se retorna para volver otra vez con la fuerza de Dios.

            Esto nos toca a todos. A laicos, para participar en la misa mejor que podamos. Pero especialmente a los sacerdotes que son los que la celebran. De ellos depende si aplicar, o no, lo que está mandado. Parece que la norma no escrita es un tal agiornamiento logsiano (para los lectores no españoles, la Logse era una ley orgánica educativa increíble; igualaba por debajo a todos, el profesor se tenía que ganar la autoridad a base de buenas tácticas educativas, varias generaciones de jóvenes gravemente afectadas, colocadas en una rampa hacia el abismo de la vulgaridad, y demás mecanismos de control y preparación poblacional para la misión, tarea y papel programado), consistente en atender quejas de los que se aburren o tal vez no comprendan todavía lo suficiente…, etc. Triste. No sé qué trabajo cuesta procurar vivir y enseñar lo que es debido.

            Una de las características del pontificado de Benedicto XVI, según mi entender, lo que el Santo Padre nos quería decir,

(Benedicto XVI luciendo la estola neogótica de León XIII.
La misma que luce debajo Pío XI.
)

era la necesidad de una celebración litúrgica solemne, esmerada, según lo establecido por la Iglesia. No solemne porque tenga que durar necesariamente no sé cuanto, sino en los gestos y en el cuidado al hacer las cosas. Me atrevo a decir que si esa cuestión no se atiende bien, inútil será toda acción posterior, llámese como se llame. Nosotros arrancamos desde Dios, si no, lo demás no tiene sentido.

Foto Benedicto dando comunión

exemplum enim dedi vobis…os he dado ejemplo, para que lo que he hecho con vosotros, lo hagáis vosotros también (Jn. XIII, 15)

            Un pontificado (digamos, sus aportaciones) no termina con el cese de un Papa. Sigue viva de alguna manera, por la continuidad del Magisterio vivo de la Iglesia, la impronta en la Tradición de la Iglesia lo que el Espíritu Santo quiso suscitar con ese pontificado. No debe haber ningún portazo a la aportación de cualquier papa anterior, porque eso significaría una ruptura, y esa no tiene, no debe tener lugar.

Me refiere un sacerdote croata que ningún obispo en Croacia, ni uno solo, secundaba el ejemplo de Benedicto XVI de dar la comunión en el reclinatorio y de rodillas, aunque sea a unos cuantos fieles.

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