El poder de la Iglesia
Ya que conversamos de cosas que no entiendo en asuntos de religión y cultura, me gustaría que alguien me explicara por qué se habla tanto de lo poderosa que es la Iglesia Católica.
Comprendería el temor la desconfianza que genera la Iglesia en algunos, si lo único que conociéramos de ella fuera a través de Hollywood. Con filmes como El Código da Vinci, Ángeles y Demonios, Devorador de Pecados, Estigma, El Sicario de Dios, El Cuerpo, Las dos Caras de la Verdad, La Duda y un largo etcétera, a estas alturas, sorprende que “Cardenal del Mal” no tenga su propia página en TV Tropes. Si luego de ver ese tipo de películas, un alienígena se diera una vuelta por una de nuestras parroquias, y se encontrara con nuestra viejitas beatas y nuestros cantantes de guitarra, seguro que demanda a los productores por publicidad engañosa.
No, cuando se habla de “poder” la mayoría no piensa en películas, sino en influencia real, esa que tiene los ejércitos, los políticos y la banca. Sin embargo el equivalente católico en cada uno de esos ámbitos son la Guardia Suiza, el Nuncio Apostólico, y el IOR, es decir, tres organismos que en el mundo moderno nadie calificaría de temibles o poderosos, y apenas pasan de ser pintorescos.
Ciertamente que podríamos hablar de la relevancia histórica de la Iglesia. La cultura occidental no se explica sin la predicación de un cierto carpintero judío que recurrió Palestina por tres años y fue ajusticiado junto a su irregular banda de seguidores. Pero eso no pasa de ser una anécdota, si no se traduce de ninguna forma en influencia práctica en la vida de las personas, esa que el Estado ejerce a través de las leyes.