Ignacio Walker y las madres heroicas
El Partido Demócrata Cristiano chileno está profundamente dividido por el proyecto de ley sobre aborto que el gobierno ha presentado al Congreso. Por una parte hay algunos próceres de la recuperación de la democracia, como Soledad Alvear que han advertido que un voto a favor de aborto implica traicionar la identidad del partido dentro de la coalición gobernante. Por otra, los diputados han anunciado que votarán a favor de la idea de legislar, dejando las causales para el debate posterior. La directiva del partido, por su parte dice que “habrá libertad de conciencia", como si en otras materias ellos pudieran obligar a los parlamentarios a actuar en contra de sus conciencia.
Lo que me ocupa hoy son los argumentos sobre el aborto que el ex senador y ex presidente del partido, Ignacio Walker, habría expresado en el libro “La Democracia Cristiana que queremos, el Chile que soñamos", que se lanzó la semana pasada.
Según las reseñas aparecidas en la prensa:
Aunque enfatiza en que la DC es -y debe ser, según se lee- un partido contrario a la legalización del aborto debido a su compromiso en la defensa del derecho a la vida, el parlamentario concluye que la colectividad debe “tener una apertura de mente para debatir este tema”.
Siempre me he preguntado qué tan amplia debe ser la “apertura de mente” que se invoca en el debate sobre el aborto. ¿Debe ser la misma para todos los temas? ¿Tenemos apertura de mente para debatir sobre cuándo es legítimo torturar y desaparecer a una persona, si las mujeres pueden votar, o si la homosexualidad es una enfermedad?
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