La España oficial y la España real

A los políticos se les llena la boca afirmando que el Estado español es aconfesional. En la futura ley de libertad religiosa veremos lo que legislan.

Cuando uno lee la noticia titulada: “Un pequeño pueblo de Teruel no presentará candidatos a las elecciones municipales hasta que no se arregle el templo de la localidad". Y leemos el texto, como lo pueden hacer ustedes mismos pinchando aquí la opinión es otra.

La opinión, por lo menos la personal, es que existe un divorcio entre la España oficial y la España real cada vez más grande. Esta separación ha sido constatada muchas veces.

Esta es una prueba de cómo el pueblo llano y local ama sus monumentos, por ejemplo, la iglesia parroquial cuyo derrumbre desean evitar; sus tradiciones, por ejemplo, la misa dominical preocupándose de que los asistentes no mueran cuando estén en el templo; sus relaciones con las administraciones, a cuyas puertas han llamado pidiendo dinero y han encontrado la callada por respuesta.

Y ante todo esto, han tomado una decisión propia de la tierra aragonesa: juntar sus cabezas, tanto las personales, como las partidarias, y no presentar ningún candidato a las elecciones municipales. Muy bien hecho.

Esta es la España real: se juntan todos los partidos; se olvidan de los debates sobre la confesionalidad y defiende en común su bella iglesia parroquial.

Y la España oficial, ahora, de vacaciones. Más tarde seguirán aumentando el divorcio con la España real discutiendo si son galgos o podencos.

Tomás de la Torre Lendínez

1 comentario

  
Antonio
Algunas reflexiones:

1. Yo creo que este estado no es aconfesional, sino ferozmente laicista.

2. En esta tesitura yo creo que la Iglesia debería de aprovechar para forzarse a sí misma a ser autosuficiente: eso sí que es poder. Es decir, que la Iglesia se encomiende a Dios y que se mantenga exclusivamente de los donativos, trabajo y preocupación de sus fieles integrantes.

3. Lo anterior tendría muchas virtudes: aprenderíamos a ser realmente una comunidad y una congregación real; veríamos hasta que punto los católicos realmente lo somos y estamos para las duras y para las maduras, amando a la Iglesia o mirando para otro lado cuando la Iglesia está necesitada; por lo anterior no solo veríamos hasta que punto somos católicos sino cuantos y quienes de nosotros somos consecuentes con nuestro credo; aprenderíamos a dedicarnos mas a amar a Dios y a verlo en las cosas humildes en lugar de caer en la misma blasfemia que los judíos: el culto al templo; no se "deberían" "favorcitos" al poder político ya que no habría que pagarles con vergonzosos silencios la generosidad del poder por haber arreglado esta catedral o aquella ermita; y un largo etc...

4. Con todo y a la vista de las circunstancias de un tiempo a esta parte está claro que el estado no puede ser neutro igual que el caldo tiene que ser de algo (pollo, pescado, verduras...) pues de otro modo solo sería agua. El estado no puede ser agua, es imposible, del mismo modo que el vacío no es posible, el espacio siempre tiende a ser ocupado por la presión de los elementos circundantes. Por eso no tenemos aconfesionalidad: ese vacío, ese agua, la ocupo el feroz laicismo desde el principio. La solución es cambiar el sabor del caldo: Estado confesional católico ¡YA!

5. Aunque España fuera confesional católica la Iglesia debería de mantenerse autosuficiente para evitar ciertas tentaciones y corruptelas en un sentido o en otro.

6. En el caso de este pueblo se habla mas bien de la Iglesia por su valor monumental, y es una lástima, porque el mayor valor que tiene un templo cristiano es religioso. Volvemos al culto al templo y eso es malo. Me hubiera gustado que lo que se defendiera fuera mas bien el culto dentro de esa iglesia y la propia fe católica, pero no, lo que se defiende es el monumento, la piedra, y eso me da mucha lástima, pero claro, en esta España de hoy tampoco vamos a pedirle peras al olmo, digo yo.
21/08/10 4:45 PM

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