El Papa visita el Seminario de Roma

Desde el Concilio de Trento, con la fundación de los Seminarios diocesanos, los obispos tienen el deber de visitar su propio Seminario y conocer a sus alumnos, además de orientarles con su magisterio episcopal. En Ecclesia digital encontramos la referencia.

Esto mismo hizo el Papa Benedicto XVI ayer tarde cuando visitó el Seminario de Roma. Como obispo de la Ciudad Eterna, el Santo Padre, estuvo, en la fiesta de la Virgen de la Confianza,en el Pontificio Seminario Romano Mayor, donde fue recibido por más de 190 seminaristas de diferentes seminarios, a quienes impartió una Lectio Divina reflexionando sobre el capítulo 15 del Evangelio de Juan, y las dos palabras centrales de este pasaje: “permaneced” y “observad”.

“Permaneced –invitó el Papa- en esta gran historia del amor que es la historia de la verdadera felicidad”. Porque precisamente a través de este don, explicó el Santo Padre, Dios se ha hecho “uno con todos nosotros”, y al mismo tiempo “nos ha hecho uno”. En este sentido Benedicto XVI invitó a los seminaristas a rezar para que “este misterio penetre en nuestra mente, en nuestro corazón, y cada vez más seamos capaces de ver y de vivir la grandeza del misterio, y de este modo comenzar a realizar este imperativo: ‘Permaneced’”.

El segundo imperativo que analizó el Papa fue “observad”. La observación, explicó Benedicto XVI, “es el segundo nivel de la relación con Dios, es decir, el nivel ontológico”, porque Dios nos ha dado primero su amor. “El cristianismo no es un moralismo, no somos nosotros que tenemos que hacer lo que Dios espera del mundo, sino que tenemos que entrar en este misterio ontológico. Dios se da Él mismo, su ser, su amar precede nuestro actuar y en el contexto de su cuerpo, en el contexto del estar en Él, identificado con Él, ennoblecidos con su Sangre, podemos también nosotros actuar con Cristo”.

Por lo tanto, añadió el Santo Padre, “la ética es consecuencia del ser”, de este modo, “no tenemos que actuar por obediencia exterior, sino actuar según nuestro ser”. “La verdadera justicia no consiste en la obediencia a unas normas, sino que es el amor, el amor creativo que encuentra en si, la riqueza, la abundancia del bien”.

Benedicto XVI concluyó evidenciando que “observar” es el signo del “permanecer”. “Dios – finalizó el Papa- se ha hecho conocer, se ha mostrado; ya no es el Dios desconocido, el Dios lejano, o el Dios escondido. La verdadera omnipotencia de Dios es llegar a un amor que sufre por nosotros”. “Agradezcamos a Dios la grandeza de su amor, oremos para que nos ayude a crecer en su amor, permaneciendo siempre en su amor”.

Todos los obispos que he conocido han tenido una predilección por el Seminario y sus alumnos. Algunos de ahora, si hicieran más esta misión pastoral, seguramente tendrían más vocaciones.

Tomás de la Torre Lendínez

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