¿Por qué no cerráis la capilla de la adoración perpetua en verano?
La capilla de la adoración perpetua es un poco vuestra, o un mucho, porque desde que comenzamos a soñarla sobre todo el pasado otoño, y especialmente desde su inauguración en febrero, si de algo puedo hablar es del apoyo de los amigos internautas con la oración, la presencia física y el compromiso de unos cuantos de vosotros con turnos concretos, amén de los que vais acudiendo esporádicamente a hacer una visita a Jesús sacramentado.
Los humanos somos gente de poca fe, así nos va, y de mucho raciocinio. Por eso, desde el momento que quedó expuesto el Santísimo en la capilla una nube negra asomaba por el horizonte: “sí, si en el invierno mal que tal… ¿pero qué va a ser de la capilla en verano cuando la gente se va de vacaciones?”. Mi respuesta. “no llamemos al mal tiempo, que viene solo. Dios proveerá”.
Hace poco una persona, con un comprensible escepticismo, nos preguntaba por la capilla en verano. Al responder que teníamos algunas dificultades para mantener los turnos, nos dijo: “¿por qué no cerráis en verano?”. Evidentemente es una posibilidad que ni siquiera se contempla.

Seguro que recuerdan una frase de un ya viejo programa de humor en la tele: “si hay que ir, se va, pero ir por ir…” Me la apropio para la cosa del dialogo ecuménico con el protestantismo, si hay que dialogar se dialoga, pero dialogar por dialogar…
Tengo un feligrés, José Antonio, que ante todo espero me perdone dar su nombre. Un tipo curioso. Neocatecumenal desde hace cuarenta años (vamos, casi de los primeros pobladores), coordinador de uno de los turnos de adoración al Santísimo y suplente de cada turno que queda libre, voluntario en Cáritas y buen humor a raudales.