Adoración permanente al Santísimo: si un día yo pudiera...
Pienso que cada cura tiene una ilusión especial en su parroquia. Es ese sueño recurrente que te acompaña, que pones delante del Señor, que te ilusiona, que te hace decir… ¡ay si un día aquí pudiéramos…!
Siendo cura de pueblo tuve un sueño: regalar una ermita a la Virgen. La Virgen del Espinar había tenido ermita por siglos. Un pantano la anegó y un intento de ermita nueva fue un fracaso. La Virgen llevaba treinta años en la iglesia parroquial. Y llegas al pueblo, y ves la devoción, la ilusión de la gente, y te dices… ¡ay si un día aquí pudiéramos…!

Mesa de negociación del convenio en una gran empresa. En un momento de la reunión, uno de los altos cargos de la misma dice: “tranquilos, que de aquí saldrá un convenio como Dios manda”. Me contaba que uno de los representantes de Comisiones Obreras se le tiró prácticamente al cuello: “nosotros esa circular no la hemos recibido”. Para continuar: “no sé por qué hay que nombrar a Dios aquí”.
Maribel (vamos a llamarla Maribel) desapareció de la parroquia hace ahora tres años. Catequista, colaboradora, amiga… Y voló. Un día que no viene y sin avisar, otro que tampoco. No contesta el teléfono, no responde a los correos…
Sabía yo que se podía liar. Cuando tocas el tema movimientos y parroquia siempre saltan chispas. Es decir, que no es tema para nada baladí.
Una amable comentarista, Eva, me daba las gracias el otro día por colocar entre las opciones eclesiales la de “parroquianos a secas”, que parece acaban olvidados la mayor parte de las veces.