Josep M. Bausset, O.S.B.: me pido el evangelio con conservante
Hay medios, instituciones y personajes de la vida eclesial que son, desgraciadamente, una fuente inagotable de despropósitos y naderías. El monasterio de Montserrat siempre fue nacionalista, pero serio. Ahora ya, ni eso. Sus monjes tenían fama de formalidad, hondura intelectual, profundidad teológica y saber hacer. Parece que últimamente han decidido dejarse deslizar lanzarse en los brazos del nacionalismo más casposo y la progresía más insustancial. Ellos sabrán.
He podido leer en Religión Digital, que no deja de ser una simpática caja de sorpresas que se supera por momentos y mira que es difícil, la carta que Josep M. Bausset, monje benedictino escribe a los reyes magos. Parece mentira lo que puede decir del autor una carta a sus majestades. Curiosa, realmente curiosa.

La gran ventaja con que juegan los adivinos de chichinabo, los que salen por ejemplo cada año en la prensa rosa y la tele de la víscera, que no del corazón, es que los españolitos en general somos gente de flaca memoria y nada dados a tomar notas de lo que nos dicen. Si a esto añadimos que la gran mayoría son gente avispada y en consecuencia poco dados a concretar, pues aviados estamos. Así cualquiera profetiza.
El sábado regresé a mi parroquia anterior. No suelo ir demasiado. Mejor, apenas la piso. Pero hay ocasiones en las que resulta imposible el resistirte.
No dejo de ver en estos días gestos especiales hacia los más desfavorecidos. Que si un restaurante invita a comer a no sé cuántos pobres un menú que no baja de los ochenta euros. La asociación X organiza una gran cena para cientos de menesterosos. El cardenal de J. sirve las mesas en un comedor social. Los amigos de Y reparten por la calle regalos y bocadillos. La parroquia de Z saca a los reyes magos a la calle para que dejen regalos a los sin techo. Los jóvenes de San Serenín acuden a cantar villancicos a los viejecitos de la residencia.