Juan Carlos Revilla, de Guadalix: la auténtica religiosidad popular
Los tópicos ya se sabe. Son todas esas cosas que al final tantos aceptan, aceptamos, como axioma irrebatible. Pobre religiosidad popular. Si preguntan a no creyentes, falsedad, aparentar, ganas de figurar, poco menos que la sección religiosa de cualquier revista del corazón o de cualquier programa rosa. Pero tampoco tiene desperdicio cómo ha sido denostada desde algunos sectores de la Iglesia, de esos que se autodenominan “proféticos, auténticos, de pata negra, intérpretes autorizados de las más puras esencias del evangelio por una inspiración directa del Espíritu”.
Ganas de encontrar siempre intenciones aviesas en cualquier cosa. ¿Qué alguien es mayordomo, hermano mayor, presidente de cofradía, priostre o secretario? Ná… otro con ganas de figurar, aparentar y colocarse en el primer puesto. Cosas que se saben.

Mario Vargas Llosa contrajo un primer matrimonio con Julia Urquidi en 1959. Tras divorciarse de esta en 1964, un año después contrajo matrimonio con su prima Patricia Llosa con quien ha permanecido casado hasta hoy. Lo último que sabemos, tras parece ser que repetidos escarceos, es que hoy mantiene una relación sentimental con la conocida Isabel Preysler, casada en primeras nupcias por la iglesia con Julio Iglesias, matrimonio del que consiguió la nulidad y que le permitió un segundo matrimonio canónico con el marqués de Griñón. Tras un posterior divorcio, un nuevo enlace con el ex ministro socialista Miguel Boyer, fallecido no hace mucho.
Muy duro a los ojos del mundo. Afirmar que Dios los creo hombre y mujer y que el matrimonio es para siempre, resulta duro. Eso dije este domingo pasado en la homilía. Muy duro en este mundo de relativismo y lo importante es quererse y ser feliz.
Hacer de don Tancredo era una suerte taurina consistente en vestirse de blanco, encaramarse en un pedestal, y al salir el toro quedarse completamente quieto en la creencia de que el toro, al ver algo inmóvil, jamás lo atacaría. En el dicho popular, hacer de don Tancredo es optar por la impasibilidad ante cualquier problema, sin tomar parte en el asunto. En lenguaje de jóvenes de hoy, sería algo así como pasar de todo y no comerse un marrón.
Somos muchos los que no vimos nada claro lo que pasó en la primera parte del sínodo sobre la familia. O lo vimos con demasiada nitidez. Vaya usted a saber. Ya expuse en su momento en una serie de posts lo que servidor percibía.





