Francisquistas y camaleónidos
Me contaban no hace mucho que, en una diócesis española, de cuyo nombre no quiero acordarme, aunque me acuerdo muy bien, ha sido vetado por la superioridad un sacerdote como predicador de una novena por el hecho de que ese sacerdote “no respeta al papa, habla en contra del papa”. Al sacerdote, por cierto, no se le puede reprochar nada en ortodoxia o liturgia. Todo lo contrario. Si acaso, demasiado ortodoxo. Pero… parece ser que no es entusiasta “francisquista”, y eso hoy se lleva mal.

NOTA PREVIA:
No me gusta cuantificar el trabajo en la parroquia por horas. Alguna vez he contado que, cuando me viene un compañero nuevo para incorporarse al trabajo pastoral, me lo llevo al parque, que está en un alto, le enseño el territorio de la parroquia y le digo: toda esa gente que vive ahí, nuestros feligreses, es cosa nuestra que vivan en este mundo con dignidad material y moral y que después de esta vida lleguen al cielo. Dicho esto, no me preguntes por horarios.
En la homilía de ayer, solemnidad de Santiago Apóstol, recordaba un servidor el
Pues a lo mejor. Porque varios comentaristas y otros por mail me dicen que mi problema es que soy un cura amargado, empeñado en ver siempre el vaso medio vacío. La consecuencia, parece ser, es haberme convertido, dicen, en un señor serio, sin pizca de sentido del humor y que vive en un estado de cabreo permanente.