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2.08.16

Dos pecados que no merecen la pena

Los peces pican porque los pescadores son listos y ponen el cebo más apetecible. Los humanos pecamos porque el tentador despliega ante nuestros sentidos goces, sensaciones, satisfacciones personales, destellos de la más alta felicidad. Y si no, piensen un poco.

Se peca porque te colocan delante algo que te agrada en grado sumo y eso te hace olvidarte de tus principios, tus compromisos, tu moral y al final la tentación te puede.  

Uno comprende que ante una buena mesa y unos caldos apropiados, la gula nos venza. Se sabe perfectamente lo que supone la tentación de la carne y no precisamente la del plato, pero a cambio la gente se lo pasa pipa. El que peca por murmuración, al menos ha pasado un rato entretenido, y el que roba eso que gana en bienes materiales. Mal pecado la pereza, pero las siestas no te las quita nadie, y si faltas a misa un domingo o día de precepto, sacas a cambio una horita para hacer otras cosas.

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