8.12.24

Nuestra Señora del Adviento



En estos días de Adviento, la Santísima Virgen debe ser, muy especialmente, la referencia de todo cristiano. Y venerar su nombre una muestra de nuestro inmenso agradecimiento. Es Ella, así podemos llamarla, Nuestra Señora del Adviento, Madre del Que está por venir.    

Recurro a un breve fragmento escrito por el padre Miguel De Bernabé para releer en el Evangelio unas palabras que nosotros, por el rezo del Ave María, estamos acostumbrados a oírlas y apenas nos impresionan. Pero hay que advertir que fue la primera vez que se pronunciaron en el Universo.

Dice así:

En Nazaret, una bellísima joven, absorta, meditaba. De pronto la cueva resplandeció de luz y un maravilloso ángel apareció ante ella. La joven debía ser muy santa porque no se turbó ante la presencia del ángel, pero sí lo hizo al oír sus palabras:

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo (Lc 1, 28)

Turbadísima, la joven escuchó el inaudito mensaje, que continuaba así:

Vas a concebir… vas a dar a luz un hijo… reinará sobre la casa de Jacob por los siglos… (Lc 1, 31-33).

Su preocupación, a partir de ese momento, fue cómo y de qué manera obedecer dócilmente a Dios (indudablemente estaba acostumbrada al trato con Dios y a qué es lo principal y qué lo secundario cuando Él habla); de ahí su frase:

¿Cómo será esto…? (Lc 1, 34)

Equivalente a: dime lo que tengo que hacer para ―se sobreentiende― hacerlo. Comprendiéndola, el arcángel se lo explicó:

El Espíritu Santo vendrá sobre ti… (Lc 1, 35).

Y, cosa curiosa, el ángel añadió una prueba que la Virgen no necesitaba, ya que no hay en todo el relato la más mínima sombra de duda en Nuestra Señora:

Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez… (Lc 1, 36).

Y fue entonces cuando de María se escucharon las inmortales palabras que en multitud de ocasiones se han pronunciado rubricando trágicas, dichosas, heroicas, definitivas… resoluciones de imitadores de la dulce Virgen de Nazaret:

He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra (Lc 1, 38).

(“El Evangelio vivido”, P. Miguel de Bernabé. Pag.27 a 29. Buenas letras, 2017)

Y añado un comentario:

¡Qué maravilla de diálogo entre Dios (a través de su arcángel) y el más excelso de los seres humanos! Y que emoción produce pensar que bajo la sencillez de este bello intercambio de voluntades se oculta la conversación más trascendente del mundo; aquella que dio lugar a la Encarnación de Dios en el hombre y la Venida de Nuestro Señor Jesucristo a la historia.

Hoy es Domingo. Y celebramos la festividad de la Inmaculada Concepción de la Virgen. Sobrecoge pensar que cuando en la Santa Misa se realice la Consagración se reproducirá en esencia ese dialogo entre el ser humano y Dios: Él se hará Cuerpo, Le recibiremos para quedarse entre nosotros y al comulgar (inmenso privilegio) siguiendo el ejemplo de Nuestra Santa Madre, tendremos la inaudita dicha de decir “Hágase” en forma de un humilde “amén”.

 ¿Estaremos preparados como lo supo estar Ella?

2.06.24

Recíbelo uno, recíbenlo mil

Un sacerdote de la capilla donde voy los domingos a Misa, D. Jorge, nos ha “regalado” este domingo, en nombre de la Iglesia, un tesoro escondido muy especial con motivo de la Solemnidad del Corpus Christi.

Esta la historia de nuestro regalo:

En 1264. El Papa Urbano IV convocó a los más grandes teólogos de aquel tiempo que brillaban por su capacidad intelectual y espiritualidad, entre ellos  San Buenaventura, de la Orden de los Frailes Menores y Santo Tomás de Aquino, de la Orden de Predicadores.

Solicitó que elaboraran una composición en honor del Santísimo Cuerpo y Sangre de Jesucristo y la presentaran días después, con el fin de escoger la mejor.

El primero en exponer su obra fue fray Tomás de Aquino. Serena y tranquilamente, desenrolló un pergamino y los circundantes oyeron la declamación pausada de la Secuencia compuesta por él bajo el título “Lauda Sion Salvatorem”.

Fray Buenaventura, al escuchar aquella composición de fray Tomás tomó su composición y la rasgó en dos. Los demás teólogos lo imitaron, rindiéndole tributo de esta manera a fray Tomás de Aquino con su hermosa composición.

He aquí la Secuencia:

1. Alaba, alma mía, a tu Salvador; alaba a tu guía y pastor
con himnos y cánticos.

2. Pregona su gloria cuanto puedas, porque él está sobre toda alabanza,
y jamás podrás alabarle lo bastante.

3. El tema especial de nuestros loores, el pan vivo y que da vida,
es el que hoy proponemos.

4. El cual en la mesa de la sagrada cena al grupo de los doce apóstoles
se dio sin género de duda.

5. Sea, pues, llena, sea sonora, sea alegre, sea pura
la alabanza de nuestra alma.

6. Pues celebramos el solemne día en el que este divino banquete
fue instituido.

7. En esta mesa del nuevo rey, la pascua nueva de la nueva ley
pone fin a la pascua antigua.

8. Lo viejo cede ante lo nuevo, la sombra ante la realidad,
y la luz ahuyenta la noche.

9. Lo que Jesucristo hizo en la cena, mandó que se haga
en memoria suya.

10. Instruidos con sus santos mandatos, el pan y el vino de la salvación
consagramos en sacrificio.

11. Es dogma que se da a los cristianos, que el pan se convierte en carne,
y el vino en sangre.

12. Lo que no comprendes y no ves, una fe viva lo atestigua,
fuera de todo orden natural.

13. Bajo diversas especies, que son accidente y no substancia,
están ocultos los dones más preciados.

14. Su carne es alimento y su sangre bebida; mas Cristo está todo entero
bajo cada especie.

15. Quien lo recibe no lo rompe, no lo quebranta ni lo desmiembra;
recíbese todo entero.

16. Recíbelo uno, recíbenlo mil; y aquél le toma tanto como éstos,
pues no se consume al ser tomado.

17. Recíbenlo buenos y malos; mas con suerte desigual
de vida o de muerte.

18. Es muerte para los malos, y vida para los buenos; mira cómo un mismo alimento produce efectos tan diversos.

19. Cuando se divida el Sacramento, no vaciles, sino recuerda
que Jesucristo tan entero está en cada parte como antes en el todo.

20. No se parte la sustancia, se rompe sólo la señal;
ni el ser ni el tamaño se reducen de Cristo presente.

21. He aquí el pan de los ángeles hecho viático nuestro;
verdadero pan de los hijos que no se le echa a los perros.

22. Figuras lo representaron: Isaac fue sacrificado;
el cordero pascual, inmolado; y el maná nutrió a nuestros padres.

23. Buen pastor, pan verdadero, ¡oh, Jesús!, ten piedad de nosotros.
Apaciéntanos y protégenos; haz que veamos los bienes en la tierra de los vivientes.

24. Tú, que todo lo sabes y puedes, que nos apacientas aquí siendo aún mortales, haznos allí tus comensales, coherederos y compañeros
de los santos ciudadanos.

Amén. Aleluya.

 

 

20.05.24

Yo le conocí

Hoy, fiesta de Pentecostés, nace el primer boletín informativo sobre la vida del Padre Miguel de Bernabé.

Yo le conocí; y he tenido la suerte de ver reflejada en este primer número una anécdota que vivimos con él. Es esta:

El 9 de noviembre de 2002 bautizamos a nuestro primer hijo, Juan Ignacio, en la Iglesia del Monasterio del Goloso. El sacerdote fue nuestro querido D. Germán, capellán del Monasterio, y padrinos sus tíos Carlos y Mónica. Ese mismo día, por la tarde, lo presentamos al Señor en el oratorio de Fuente Endrina.

Antes de que comenzara el acto, el Padre tuvo ocasión de ver al niño recién bautizado en brazos de mi esposa, Nuria, y se quedó mirándolo con una atención muy especial. Su mirada transmitía algo enigmático, que todos captamos, produciéndose inmediatamente a su alrededor un elocuente silencio. Por un momento pareció transmitir una mezcla entre admiración y ¿veneración? que rápidamente se disipó en medio de una afectuosa sonrisa del Padre hacia nosotros, que parecía esconder un pensamiento íntimo y profundo.

Unos minutos después, cuando reunidos unos cuantos en el hall volvimos a saludarle antes de entrar en el Oratorio, tuvimos ocasión de comentárselo y él, rápidamente, y ante nuestra aparente seguridad de saber lo que había ocurrido, nos inquirió: “Parece que lo sabéis, pero ¿qué es lo que sabéis?”. Respondimos con algunos titubeos que el Padre interrumpió con simpático aplomo “… Es que es la única vez que sabemos seguro que el Espíritu Santo está ahí… mientras no tenga uso de razón; porque ya luego el pecado…”

Sorpresa en todos y admiración al darnos, ahora sí, cuenta de verdad de lo que había en su actitud. Aquel momento nos quedó imborrable para siempre en nuestra memoria y, gracias a Dios, lo tenemos también filmado. Así es como el Padre nos transmitía y enseñaba las cosas de Dios.

Espero que este boletín tenga mucha difusión y doy gracias al Espíritu Santo por haber conocido al Padre, haberlo tratado durante años y participar ahora en la difusión de su vida y su obra.

Como decía el presidente de la Fundación Padre Miguel de Bernabé en la presentación de este primer boletín “solo nos queda pedir al Espíritu Santo inspiración y perseverancia para continuar con esta labor de divulgar la persona y la obra del Padre, tarea que como cristianos nos hemos impuesto por el bien de la Iglesia, conscientes de que el padre Miguel de Bernabé, fiel hijo suyo, es un modelo de santidad a imitar”

2.11.23

Frases sobre El Cielo

El día de Todos los Santos leo frases sobre el Cielo.

Tengo la suerte de contar con las que el padre Miguel de Bernabé dejó escritas y les aseguro que releerlas un día como este es una auténtica delicia.

Ahí va la primera para abrir boca, o mejor dicho, para abrir mente:

¿Qué imaginación, por ilimitada que sea; que fantasía, por exagerada que sueñe; que inteligencia, por profunda que indague, será capaz de comprender esta simple frase: “Veré a Dios, y Él me verá a mi”

o, recurriendo a un “experto”, afirmar

El Cielo, según San Agustín, es “El fin pero sin fin”. Y también: “Toda la felicidad no cabrá en todos, pero todos serán colmados de felicidad”

Aunque, para experto, Nuestro Señor…

¿Podemos creer que Cristo exagera? Pues fue Él mismo quien dijo: “Alegraos… porque es muy grande la recompensa que os espera”
 ¡Y lo dijo quien conocía bien lo que anunciaba!


Y ¿que les parece para abrir horizontes esta otra?:

Si eres tan santo que al morir no tienes que pasar por el Purgatorio, en el instante de tu muerte no irás al Cielo sino que serás del Cielo

Termino con esta deliciosa secuencia final:

¿Qué te ocurrirá cuando veas a San Agustín avanzar hacia ti con los brazos abiertos; a San Pablo mirándote con los ojos llenos de afecto; a San Fernando apretándote con cariño; a Santa Teresa riéndose de felicidad al verte con ella…?

¿Y cuando veas aproximarse a la Virgen?… ¿Y cuando el que te mire sea Dios?

Y sin embargo, lo mejor, queda por decir: que Dios, que Cristo estará allí: contigo.

29.10.23

Necesito un grupo

Hace unos días me reencontré con un amigo después de muchos años. Y me dio una enorme alegría pues, a pesar de ser cristiano desde siempre, no dudó en reconocerse como recién convertido. Y de esa maravillosa tarde que pasé con este amigo “converso” quiero destacar una anécdota que creo especialmente relevante.

Según me contaba, después de una larga travesía del desierto que había durado ¡más de treinta años! un buen amigo común le recomendó hacer una Semana Santa unos ejercicios espirituales. La sugerencia no pudo ser más oportuna. Y dio sus frutos.

Me contaba (y esto es lo que me quiero destacar en este post) que nada más terminar los ejercicios se levantó y delante de todos los que le acompañaban dijo:

“Señores… ¡necesito un grupo! … ¿alguien me puede recomendar alguno?”

No me negarán que el comentario no es audaz. Podría en ese momento haber hecho cientos de consideraciones espirituales o de propósitos para su nueva vida, podía haber pedido oraciones de los demás (que seguro que las pidió) o haberse quedado en una emotiva despedida, pero lo que pidió fue un grupo de cristianos.

“… y es que necesito trato, amigos, costumbres, entorno de cristianos… ¿entiendes?” – me decía.

Y claro que le entendía ¡por supuesto que le entendía! Lo que no es fácil de entender es cómo puede haber cristianos que no se asocien para serlo, y que (como hipócritamente se excusan) te suelten eso de que “no me gustan los grupos" para después no dudar en apuntarse a un club de pádel o a una peña de amigos de la cerveza.

El deseo de Cristo es que estemos asociados: 

“…pues donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos” (Mt, 18,20)

y tanto es así que nos lo dejó como mandato (mandamiento) nuevo. Y por si esto no fuera suficiente también nos dio como señal para que los demás nos reconozcan como cristianos el que nos amemos (entre los cristianos) los unos a los otros:

“En esto conocerán que sois mis discípulos”.

Y yo me pregunto, si no estás en un grupo ¿cómo piensas amar a los demás cristianos? ¿de forma etérea? … ¿y cómo vas a perfeccionarte?, ¿y a instruirte?…  ¿tu solo contigo mismo?… ¿o solo con tu familia?

Claro que en el fondo ésta no es solo una cuestión de cristianismo: También lo es de inteligencia.

Y mi amigo, hoy más amigo que nunca, ha demostrado tener lo uno y lo otro.