Consideraciones fundamentales para la educación en Bioética y otras éticas aplicadas.

El hombre es el sujeto de la educación, es la materia en la cual se educe o se saca la forma de la educación. La educación consiste en sacar nuevas formas perfectivas del hombre, es decir, del perfeccionamiento de las facultades del hombre tanto intelectuales como morales. Y como el hombre es una unidad psicofísica, es incorrecto pensar que una educación adecuada de la persona puede reducirse al plano físico-sensible y psicológico sin asumir el valor del hombre en sus supuestos metafísicos y en su desarrollo ético o moral. Por todo esto es importante considerar que todo proceso educativo se orienta a un fin y a su vez estos fines se orientan en general a un único fin que es el hombre educado en sí mismo, es decir, a su perfección. En este breve discurso me propongo presentar algunas consideraciones fundamentales para la educación en Bioética que se pueden aplicar a otras ciencias teórico-prácticas, es decir, obtener desde los principios y causas últimas, algunos lineamientos que nos proporcionen luz en la educación en Bioética que se puedan aplicar a otros conocimientos especulativamente prácticos como son las éticas especiales o aplicadas.

Para lograr lo anterior siempre es importante considerar que como primer premisa metodológica, para la educación en general y para la educación en Bioética es necesario el maestro que es quien puede educir o sacar o comunicar la perfección que ya tiene, al educando. Pero además, la educación en general requiere de medios o métodos que se ordenen al fin de la educación. De tal suerte que hay una relación entre el maestro que es la causa eficiente de la educación y los instrumentos que pueden contribuir al mismo fin. Se trata de medios o métodos y también de modos de enseñar. La didáctica son las normas generales para la educación en orden al fin querido y para casos especiales son las normas especiales en orden a un fin particular como la didáctica para la enseñanza de la Bioética y otras didácticas especiales y subordinadas a la didáctica general como pueden ser la enseñanza de la contabilidad, de la Física o de la ingeniería.

Por su naturaleza de ser medios, la didáctica y las didácticas no deben absolutizarse nunca, tampoco deben considerarse como fin. La didáctica y la metodología han de subordinarse a la educación porque de lo contrario ponemos énfasis a los medios o métodos destruyendo así el proceso educativo como tal.

El método es el camino a seguir, y como camino se especifica por su fin como en el caso de la Biología, de la Física o de la Botánica. Todo método se ordena al fin del cual recibe su naturaleza y se subordina ese fin. El método o el camino es imprescindible pero insisto en que si se absolutiza y se coloca como fin acaba impidiendo el proceso educativo que es lo esencial. Es obvio que existen multiplicidad de métodos según los distintos objetivos que se pretenden obtener y por lo mismo no existen normas o métodos absolutamente fijos para enseñar y el maestro deberá encontrar en cada momento y cada caso el método o camino para ejercer su actividad docente. Sin embargo, existe un método de los métodos del cual dependen todos los demás y del que podemos obtener algunos principios para aplicarlos a la enseñanza de la Bioética que es Ética o Filosofía moral especial o aplicada y a otros saberes teórico-prácticos. Lo que nunca hay que perder de vista es que son métodos o caminos, es decir, medios que nunca deben absolutizarse ni extenderse más allá de lo necesario para obtener el fin.

Como en todo discurso filosófico, es necesario poner bien las bases estructurales de nuestras conclusiones por eso he decidido iniciar la fundamentación de este trabajo, recordando que el calificativo de útil se atribuye a aquellos existentes cuya función fundamental es la utilidad, es decir, ser medios para otra cosa y por eso lo útil que es medio no puede producir lo útil sino que tiende a perder incluso su utilidad. En cambio lo inútil, es lo que se ama por sí mismo, lo que se ama por lo que es, sin ser fundamentalmente medio para otra cosa. Por eso lo inútil u honesto es fundamentalmente fin y es más perfecto porque a lo inútil se ordena lo útil como medio. De aquí se sigue también que lo inútil sea la causa de lo útil y que lo inútil u honesto sea lo que genera la utilidad. Por esta razón, la Filosofía que es formalmente inútil sea virtualmente o potencialmente es utilísima porque genera utilidad.

La utilidad de la Filosofía es tan grande por su objeto que es el ser, que vale por sí misma y por ello puede aplicarse a cualquier ámbito del ser, del conocer o del actuar incluyendo a lo que es o tiene relación con la vida y en este caso concreto con la Bioética. La preparación profesional o académica de un filósofo, es una preparación para el conocimiento de las conclusiones filosóficas y de los métodos que conducen a ellas, además la formación sistemática en la Filosofía prepara el camino para adquirir cualquier otro tipo de verdades de cualquier otro hábito científico o técnico.

La Bioética por ser Ética aplicada o Filosofía Moral aplicada a la vida es una ciencia primordialmente y eminentemente filosófica que recibe y discierne información de otros ámbitos científicos y técnicos como pueden ser la Biología, la Física, el Derecho o la Medicina y que analiza y resuelve desde la causalidad última propia de las ciencias filosóficas, especialmente de la Metafísica y de la Antropología Filosófica. De hecho la Ética o Filosofía Moral se aplica también a otros ámbitos como lo hace la Ética de la Comunicación, la Ética Política, la Ética de los Negocios o la Bioética.

De modo que para la enseñanza de la Bioética o nos fundamentamos en principios últimos o radicales, es decir, en las causas últimas bajo la luz de las ciencias filosóficas como al menos en la Metafísica con sus tres tratados a saber, la Ontología, la Teología Natural y la Gnoseología; en la Antropología Filosófica y en la Ética General, o no tendremos Bioética sino un conjunto de opiniones y aportaciones desarticuladas que no sólo no fundamentan la verdad, sino que son la fuente de innumerables errores teóricos y prácticos que pueden atentar contra los derechos humanos y contra el medio ambiente. Una Bioética con una débil fundamentación filosófica, no sólo no es Bioética sino que resulta ser también un fraude y un abuso al llevar el calificativo de Ética o Filosofía Moral.

De modo que para entender la interdisciplinariedad y la metodología de la enseñanza de la Bioética es preciso comprender primero la aplicabilidad de la Filosofía que se puede entender de dos maneras: Como el producto cultural, es decir, como el conjunto de conclusiones filosóficas que constituyen los axiomas o primeras verdades evidentes por sí mismas y que no requieren demostración; o bien con los postulados que son verdades que han sido demostradas y que son premisas de otros saberes teóricos como lo son las ciencias particulares o experimentales o prácticos como la técnica o el arte. Las conclusiones filosóficas no son principios inmediatos pero si principios remotos o últimos de los demás saberes y por eso pasan a regir toda la acción del hombre.

El problema es que estas conclusiones  aunque pueden ser recibidas por cualquier persona y aplicarse a distintos ámbitos del saber, sólo pueden ser conocidas en sus principios por los filósofos que tienen el hábito de las causas últimas. Los demás especialistas no pueden conocerlas sino de un modo simplificado y asumido como un contenido que reciben por el testimonio de los filósofos, es decir, por la fe en lo que han descubierto los filósofos. Otro problema es que este conocimiento de las conclusiones filosóficas la mayoría de las veces no está regido más que por la tradición vulgar o popular. De tal suerte que las proposiciones que constituyen estas conclusiones, son frecuentemente vagas y por lo mismo no alcanzan a ser vistas suficientemente por los especialistas que no son filósofos y por lo mismo tampoco pueden ser adecuadamente aplicadas para resolver problemas prácticos, en este caso dilemas bioéticos o deontológicos.

Por otra parte los principios que rigen la acción humana no se conocen en sí mismos, sino en algunas derivaciones suyas en la que están implicados. De esto se sigue que estos principios sean muy difíciles de explicar por aquellas personas que no tienen suficiente formación filosófica. Toda práctica o toda acción humana depende de la inteligencia práctica,  pero la inteligencia práctica o sus conclusiones dependen a su vez de la teoría, es decir, del intelecto teórico. Por eso la mejor práctica es una buena teoría y que mejor que una teoría que se funda no sólo en principios próximos como la cirugía puede fundarse en principios de la Biología o de la Física, sino de principios últimos como los que iluminan a la Biología que por sí misma y por su método no puede explicar la vida sino como una combinación de elementos que todos conocemos como carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno bajo ciertas condiciones fisicoquímicas que no explican en su sentido último y radical el fenómeno de la vida.

Pero además, ese conocimiento teórico puede ser o bien un conocimiento no discursivo como es el caso de los axiomas o primeros principios que no necesitan demostración porque son evidentes por sí mismos y son el origen de cualquier otro saber; o bien pueden ser un saber discursivo que es demostrativo como el caso de las ciencias particulares o de las ciencias filosóficas; o el conocimiento vulgar que es un conocimiento parcializado que no ve más allá y es un conocimiento útil pero que no puede ser fundamento de la acción práctica sin provocar graves problemas a corto, mediano y largo plazo. Lamentablemente este es el caso que se reproduce en la mayoría de los comités de Bioética o de Ética aplicada, en los que brilla por su ausencia una clara fundamentación filosófica realista, es decir, fundada en la verdad de la causalidad última.

En lo que se refiere a las ciencias particulares o al conocimiento científico experimental, este puede explicar y fundamentar muchas acciones prácticas, pero puede explicar únicamente esas acciones como por ejemplo,  la matemática puede explicar acciones de la ingeniería pero sólo puede dar explicación y fundamento de esa área específica sin poder responder o fundamentar la acción práctica universalmente considerada.

Por todo lo anterior, nos damos cuenta de la necesidad  de la Filosofía para fundamentar cualquier ámbito del saber incluyendo la Bioética. Porque la Filosofía es también un saber discursivo como lo son las otras ciencias, pero que explica las cosas por sus causas últimas o radicales. Y por ello su conocimiento capacita para responder sobre cualquier clase de acción práctica, de un modo radical, profundo y definitivo.

Toda acción práctica, tiene su fundamento en conocimientos teóricos verdaderos que a su vez se fundamentan en otros principios últimos o radicales que sólo la Filosofía realista puede ofrecer.

De aquí la importancia de la Filosofía, y para el presente caso de la Filosofía Moral o Ética que es necesaria para iluminar, aunque remotamente, toda acción teórica y práctica de los médicos y de todas aquellas personas que intervienen o manipulan la vida en diversos sentidos.

Y lograr una adecuada metodología de educación en Bioética, es preciso distinguir algunas cuestiones relacionadas con los principios teóricos que rigen la actividad humana: Por una parte tenemos la teoría asistemática que se llama ideología y por otro la teoría sistemática que se llama Filosofía. El ser humano requiere al menos de una ideología para fundamentar su actividad diaria. El problema es que no toda ideología se sostiene en la Filosofía realista y por lo mismo va a afectar negativamente en lo que tiene de error.

En suma, toda acción práctica depende de una teoría, la mejor práctica es una buena teoría. Toda teoría implica juicios antecedentes y consiguientes y acaba por desembocar en la Filosofía. Pero hay sistemas filosóficos que pueden ser falsos o parcialmente falsos y van a beneficiar en lo que tienen de verdad y a perjudicar en lo que tienen de error. Sólo la verdad es fecunda en la práctica y los errores prácticos pueden deberse a la limitación de la persona que realiza las acciones o puede deberse a filosofías o ideologías erróneas.

Para avanzar un poco más en el tema que nos compete que es la educación en Bioética es necesario dar unos pasos más. Por Filosofía en sentido realista se entiende la capacidad del sabio para sacar conclusiones nuevas, no originales sino nuevas. Y la Filosofía realista debe garantizar que la conclusión es verdadera y esto lo hace asegurando la legitimidad de las premisas y fundamentándolas más allá de una fundamentación en los acontecimientos sino de la naturaleza de los existentes.

En la acción práctica también se da el discurso. Pero este discurso es difícil por la multiplicidad de lo contingente, es decir, de lo cambiante. Lo práctico versa sobre lo cambiante, sobre lo contingente y tiene su fundamento en lo necesario. El hábito filosófico no se limita a discurrir filosóficamente, sino que se extiende a la penetración en la realidad hasta descubrir sus causas últimas, para encontrar la naturaleza de las cosas y a la capacidad de descubrir el vínculo entre la naturaleza y la certeza para afirmar o negar con verdad. Es difícil adquirir el hábito filosófico pero una vez que se adquiere se logra ver las causas últimas y capacita para adquirir fácilmente otros hábitos especulativos y multitud de hábitos prácticos.

Uno de los problemas o de los retos de la Bioética y de otras Éticas aplicadas, es que por lo general no la estudian personas que cuentan con el hábito filosófico, antes bien, por ejemplo en la Bioética se interesan profesionales de la salud, del derecho y de otras disciplinas  como la ecología o las humanidades en general. De modo que para enseñar la Bioética habría que dividirla en dos grupos.

  1. La enseñanza de la Filosofía y más aún de la Bioética como Filosofía Moral aplicada, a grupos que no tienen el hábito filosófico por no haber estudiado la base sistemática de la licenciatura, que confiere una formación filosófica realista.
  2. La enseñanza de la Bioética a quienes cuentan con la formación Filosófica sistemática y por lo tanto el hábito filosófico que proporciona la licenciatura y posgrado en una sana Filosofía realista pero que saben poco o nada del área especializada como es en este caso, la Biología o la práctica médica y el derecho.

En el primer caso de la enseñanza de la Bioética a grupos que vienen de otras áreas del conocimiento como pueden ser la Biología, la Medicina, la Enfermería, el Derecho, la Pedagogía habrá que enseñar las conclusiones filosóficas al menos de la Metafísica, de la Antropología Filosófica y de la Ética General para que aprendan a aplicarlas a la solución de dilemas éticos más o menos complejos.

En el segundo caso de la enseñanza de la Bioética a grupos que vienen de la Filosofía, habrá que enseñarles los avances científicos y técnicos que la Biología, la Ecología, las Ciencias de la Salud, el Derecho, etc., y que han de ser conocidos para ser analizados a la luz de la causalidad última o radical.

De aquí se sigue la importancia de la formación de grupos interdisciplinarios ya que desde los dos ámbitos anteriores puede realizarse la investigación y el análisis en distintos niveles de profundidad, todos los ámbitos son necesarios para una visión integral e interdisciplinaria. Pero todos estos ámbitos han de ser debidamente jerarquizados conforme al orden objetivo del conocimiento y unidos sin confundir y acabar con su autonomía propia, y distinguirlos sin aislarlos unos de otros ni separarlos del saber universal y totalizador de la Filosofía como ciencia del ser y de las causas últimas.

Todo conocimiento práctico depende del entendimiento, próximamente del entendimiento en su función práctica y remotamente del entendimiento en su función teórica o especulativa. De modo que el conocimiento teórico ilumina al conocimiento práctico y el conocimiento práctico bajo la luz de los principios teóricos hace que la voluntad se mueva a la ejecución.

El producto del conocimiento teórico es la ciencia, como capacidad de sacar conclusiones por causas necesarias, como el mismo conjunto de conclusiones obtenidas por los científicos. Mientras el producto del conocimiento práctico es la técnica o el arte o bien la prudencia.

La enseñanza del conocimiento teórico se hace cuando el biólogo es capaz de transmitir a otras personas las conclusiones científicas a las que ha llegado. Pero también el cirujano o el traumatólogo es capaz de transmitir las verdades de su trabajo técnico y para estas dos especies, son necesarias metodologías específicas para la transmisión o enseñanza de sus conclusiones y de sus trabajos.

En efecto, en el caso de la prudencia (Ética)  y de la técnica o arte, estas requieren del conocimiento universal como el de lo particular, porque el objeto de la prudencia y de la técnica o arte, es la acción singular. El juicio sobre la ejecución es un juicio sobre lo singular, sobre esta intervención quirúrgica o biológica, en el cual la experiencia ocupa un lugar importante pero esta educación práctica recibe sus principios de lo universal. La verdad de las reglas para hacer bien o mal una cosa, no depende del orden práctico sino del orden especulativo o teórico, como la medicina depende de la Biología. La verdad sobre las cosas prácticas sólo puede ser determinada por la ciencia que es un saber de lo necesario y así llegamos que tanto para el conocimiento práctico como para el conocimiento teórico que se manejan en el ámbito de la Bioética es necesaria la Metafísica porque es la única que puede llegar a los primeros principios y las causas últimas de todo saber teórico o práctico. Esto puede comprenderse si pensamos en un método totalmente eficiente para destruir un feto de ocho meses de gestación. Si recurrimos exclusivamente a las conclusiones científicas físico-biológicas, es posible encontrar y desarrollar ese método, pero desde el punto de vista de las causas últimas y de las conclusiones filosóficas que tienen una visión más amplia, puede resultar completamente perjudicial para el hombre y para la sociedad. Aquí se ve que no todo lo técnicamente posible es moralmente aceptable.

En efecto, la verdad de un juicio singular sobre la técnica o la prudencia se va remontando hasta llegar a los primeros principios del orden teórico que son evidentes por sí mismos y que fundamentan las verdades de las ciencias particulares, humanas y filosóficas entre las que la Metafísica es la ciencia rectora.

En el caso de la Ética, las conclusiones de las ciencias, junto con los primeros principios del orden práctico, fundamentan las verdades de la Ética que es una ciencia especulativa o teórica por su modo y práctica por su fin ya que pretende dirigir aunque remotamente, adecuadamente los actos humanos hacia su fin.

En la Ética se da el eslavón entre lo teórico y lo práctico porque las máximas y sentencias que conducen el conocimiento práctico se verifican gracias a la Ética o Filosofía Moral que pretende dirigir, desde sus principios, toda la conducta humana hacia su fin.

En la enseñanza de la Bioética resulta fundamental el orden de dependencia entre el conocimiento técnico del médico o del jurista y las ciencias filosóficas. Para enseñar adecuadamente la Bioética es necesario tener muy claro no sólo el eslabón que une a las ciencias como la Biología o la Física o el Derecho con la Filosofía, sino también el eslabón entre las técnicas quirúrgicas o médicas con la Filosofía.

Para enseñar la Bioética y otras Éticas aplicadas, es necesario valorar la técnica en función del fin último de su acción práctica o fáctica.

Hay que ver que todo acto humano se subordina a la ley y al fin próximo de la acción y al fin último de toda acción.

Es necesario enseñar también el orden de dependencia causal que explica la acción práctica física y moral.

Por último  también es necesario enseñar los medios por los que puede lograrse la perfección de la técnica en función del fin último de la acción práctica, del fin último de toda acción y del orden de dependencia causal que explica la acción práctica física y moral.

Lo importante aquí es enseñar al estudiante de Bioética que no basta con el conocimiento y la metodología de las ciencias particulares o experimentales para justificar su acción práctica. Al médico no le bastan las conclusiones de la Física y de la Biología para justificar su acción, ni siquiera las del derecho, sino que es necesario acudir a la metodología  filosófica para dar razón última que justifique que su acción técnica o práctica que no sólo busca un fin inmediato práctico que es la felicidad con minúscula, sino que debe orientarse al fin último de toda acción que es la Felicidad con mayúscula.

No basta con las causas próximas para justificar la acción práctica sino que es necesario acudir a las causas últimas y esto sólo se logra mediante el conocimiento de las conclusiones filosóficas. Puesto que todo agente obra por un fin y para que la obra sea buena y más aún eficaz, es decir, para que la obra tenga realmente plenitud de ser y procure el bien del hombre y de la sociedad, la teoría o los principios en que se basa han de ser buenos y no únicamente próximos sino últimos o radicales.

La inteligencia práctica, ha de deliberar sobre los medios considerándolos en su idoneidad para alcanzar el fin, y una vez determinados estos medios, proponer a la voluntad lo que le parece más conveniente aquí y ahora. Pero la voluntad puede aceptarlo o rechazarlo. Si lo rechaza hay que volver a deliberar pero si lo acepta, la misma voluntad impera a las facultades inferiores para que lo realicen.

Y como no se pueden dominar todas las metodologías ni los principios teóricos, es necesario acudir a los consejeros prácticos que son los que realizan las operaciones quirúrgicas o de cualquier índole que tenga que ver con la vida o incluso con cualquier actividad técnica o artística, y los consejeros especulativos que son quienes conocen las causas más universales, y fundamentan las acciones prácticas.

Los consejeros prácticos son personas que tienen el hábito del arte o de la prudencia y que por lo mismo conocen las leyes del hacer técnico y del obrar moral. Y así un gastroenterólogo puede recibir consejo de otro gastroenterólogo cuando se le dificulta deliberar sobre un caso. Estos consejos son muy necesarios porque enriquecen la experiencia, pero se limitan a una acción particular aquí y ahora, y por lo mismo no constituyen una función propiamente directiva.

Por su parte, los consejeros teóricos son personas que sin tener el hábito práctico, conocen cómo funciona la actividad técnica y están capacitados gracias a la ciencia particular o experimental, para juzgar las leyes que rigen al hombre práctico. Y así el gastroenterólogo debe consultar a un biólogo para conocer, por ejemplo en comportamiento celular. Por eso los hombres que tienen la experiencia y la ciencia resultan mucho mejores porque conocen lo singular y lo universal. Pero la multiplicidad de lo contingente y la dificultad de la ciencia hacen muy difícil que una sola persona pueda tenerlos.

Por otra parte, para tener un buen diagnóstico completo es necesario tener los juicios prácticos para realizar la obra técnica. Pero esto no se queda ahí porque lo práctico como se refiere a lo contingente, es decir, a lo que puede ser o no ser o a lo que puede ser de un modo o de otro, no admite certeza por estar en el mundo de la opinión. Por eso es necesario el saber teórico de la ciencia y más aún de la Filosofía para que la acción técnica quede bien justificada.

Si no se cuenta con la ciencia y la sabiduría o la Filosofía, puede sobrevenir la inquietud por estar cambiando el diagnóstico o bien la obstinación en un solo diagnóstico que ciega de conocer otros síntomas que manifiestan el juicio equivocado. Estos juicios equivocadoss traen consecuencias prácticas individuales y sociales.

Por lo tanto como el que dirige las acciones no puede ser un práctico y un teórico a la vez, es necesario enseñar a los estudiantes de Bioética o de otras Éticas especiales o aplicadas a recurrir a un consejero para conectar la ejecución con los principios que rigen la acción, y de este modo lograr acciones eficaces.

En la enseñanza de la Bioética o de cualquier Ética aplicada es necesario hacer conciencia de que actualmente con la especialización, es necesario que haya alguien que pueda aportar un conocimiento de síntesis para saber la pertinencia o no de un procedimiento que puede afectar no únicamente el orden físico sino sobre todo el orden moral. Es necesario que el que dirige la acción se apoye en la ciencia pero a su vez es necesaria una ciencia que sintetice a las demás ciencias y esta es la Filosofía. Por eso la acción práctica progresará auténticamente en la medida en que se encuentre dirigida, aunque remotamente, por la Filosofía.

Todo lo anterior nos lleva a concluir que en la enseñanza de la Bioética es importante dejar claro que filósofo de la práctica como lo es el Bioético ha de conocer los principios conductuales, que determinan el proyecto total en una determinada acción aconsejando las más convenientes, porque mientras el teórico tiene como función la de proporcionar los juicios, el directivo tiene la función de ejecutarlos. El Filósofo ha de  diseñar y discernir un modelo o da ideas ejemplares mientras que el directivo o técnico ha de poner los medios y remueve los obstáculos para que el proyecto se realice sosteniendo el ánimo y la voluntad de los que realizan las acciones para lograr el fin.

4 comentarios

  
Forestier
¡Buf! interesante artículo (quizá demasiado largo) basado en la metafísica tradicional y la educación clásica. A ver si se animan a leerlo tanto Teresa y Diana, que participan en el post de D. Jorge, y son unas entusiastas de la "educación emocional" la "meditación autocreativa" o la "terapia de concentración".

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Muchas gracias Forestier.
Saludos:
Manuel Ocampo Ponce.
16/06/15 7:23 PM
  
Carmen A.
Muy bueno,porque hasta los que sabemos poco entendemos la importancia de un buen sistema filosófico.

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Muchas gracias Carmen.
Saludos:
Manuel Ocampo Ponce.
17/06/15 8:41 PM
  
clavel
El autor es hispanoamericano. En ese continente hay tiempo para muchas cosas que en España no hay. Allí hay tiempo para aprender despacio y para meditar. Para aprender a Santo Tomás de Aquino. Allí la metafísica existe. En España, no. Allí la vida se disfruta. En España se gasta en hacer cosas. Por eso a algunos les puede parecer demasiado largo el texto, que es muy jugoso y sustancioso.
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Muchas gracias Clavel. Efectivamente son hispanoamericano porque soy mexicano.
Gracias por tomarte tiempo para leerlo y por tu comentario.
Manuel Ocampo Ponce.
18/06/15 3:01 PM
  
Grace del Tabor - Argentina
¡El artículo es im-pres-cin-di-bleee ! Y los españoles no os creáis que aquí se vive como en el campo : la gente ( en general ) "no tiene tiempo" para la contemplación, los científicos niegan la cientificidad de la Filosofía, los filósofos le huyen a la Metafísica, los universitarios ni siquiera conocen el significado del término "ética"...!
Es como hablar a la pared: lo empíricamente verificable ( hasta que se descubra que hay una explicación más abarcativa ) -- y sanseacabó.
Que la Verdad no existe, que el tomismo (deformado por el racionalismo) es una antigüedad, que el realismo...¿QUÉ realismo??? Tú lo ves así; yo de otra manera.Y tengo derecho a pensar a mi antojo.
--Agradezco a Manuel Ocampo Ponce esta exposición tan clara como desconocida en ambientes universitarios.Quizás la gente sencilla lo comprenda habitualmente si no está ideologizada.
--Mis humildes felicitaciones por este aporte.
¿Hay un email al que me pueda dirigir para consultarlo? Estoy haciendo una tesis para Diplomatura en Filosofía. Quisiera partir de esta cosmovisión, lo que será osado ! ¡No puedo prescindir de mi formación realista! Y me aconsejan textos de, por ejemplo, ¡Kasper!
Partiré de J. Pieper, Héctor Delbosco, G.K. Chesterton, la Summa...

Muchas, pero muchas gracias !
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Coincido totalmente Grace.
Mi correo es [email protected]
15/07/15 5:23 AM

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