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27.11.17

Derechos del paciente y la familia en relación al enfermo grave y terminal

Manuel Ocampo Ponce

Tercer Congreso Internacional de Cuidados Paliativos

Guadalajara, México,

Noviembre 2017.

 

1.     Antecedentes.

Como contraposición a la eutanasia que consiste en quitar la vida a una persona inocente anticipadamente y que siempre es considerada como éticamente mala, mucho se ha discutido y se ha escrito sobre la humanización de la muerte que conlleva una gran cantidad de medios y atenciones. Sin embargo, hay que definir bien la eutanasia para separarla de las prácticas médicas que tienen como fin aliviar el dolor o evitar el ensañamiento terapéutico que consiste en prolongar la vida mediante tratamientos no necesarios ni proporcionados a los efectos deseados. Por eutanasia se entiende una acción o una omisión que por su naturaleza, o en la intención, causa la muerte con el fin de eliminar cualquier dolor.[1] Es muy importante distinguir la eutanasia de la muerte sin dolor, de la muerte natural, y de la medicina paliativa en la agonía aun cuando esta conlleve el efecto secundario de anticipar la muerte.

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12.11.17

Perspectiva histórica del cristianismo frente al helenismo.

Como es de suponerse, la visión cristiana de la historia es radicalmente distinta de la que tenían los griegos. Y el motivo radica en su orientación hacia un fin sobrenatural que le dio una visión aguda que le permitió valorar más el carácter inmutable de las cosas que su transitoriedad. A diferencia del helenismo, que sostuvo una idea de decadencia continua y del modernismo que ha confiado en el progreso indefinido. La visión cristiana se centra en el recuerdo del Acontecimiento en relación al cual se ordena toda la historia. El cristianismo produjo un parteaguas inaugurando un tiempo nuevo, aunque marcado por la caída del imperio romano y la fundación del Imperio de Carlomagno.

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2.11.17

Naturaleza y providencia cristiana frente al helenismo.

Desde cualquier punto que quiera considerarse, en el cristianismo la naturaleza tiene como origen y como fin un orden sobrenatural. El hombre es, en última instancia, una imagen de Dios y la felicidad a que aspira es a la de la bienaventuranza eterna para la que fueron establecidos su intelecto y su voluntad. Definitivamente el cristianismo no puede concebir otro objeto más noble del intelecto y la voluntad humana que el de un ser trascendente ante el que ha de responder. Pero además del hombre, todo el universo físico es una creación de Dios hecha para su propia gloria. De modo que todo el mundo lleva implícito el amor que atrae toda su acción hacia Dios. Cada existente, está en dependencia en su eficacia y en su ser, de la Voluntad omnipotente de Dios que lo ha creado, lo conserva y le provee de todo lo necesario para desarrollarse. Por eso la visión de la naturaleza en el cristianismo no es la de la filosofía griega ni la de las ciencias experimentales modernas. En el cristianismo, los entes de la naturaleza son substancias activas, cuya esencia es causa de movimiento, mientras la naturaleza es el conjunto de los entes naturales. En el cristianismo las causas manifiestan la esencia o naturaleza, es decir, su carácter necesario. Porque de hecho los efectos que se producen generalmente nos conducen a la necesidad de las causas.[1]

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