Algunos apuntes para la celebración de la misa sin fieles ni ministros
«A causa de la situación totalmente excepcional que estamos viviendo, desde hoy, víspera del III Domingo de Cuaresma, quedan suspendidas todas las celebraciones públicas de la Eucaristía con la participación de los fieles, también la dominical. Los sacerdotes saben que han de celebrar diariamente la Misa ofrecida por todos los enfermos y por quienes los atienden. (Carta del Cardenal Osoro a la Diócesis de Madrid, 14-03-2020)»
Las circunstancias actuales nos obligan a celebrar la Misa sin la asistencia de pueblo, ni de ministros (o sea, alguien que asista al sacerdote que celebra), ni de otros concelebrantes. Veamos algunos aspectos positivos de la espiritualidad litúrgica que nos pueden servir para participar de vida trinitaria y de la comunión de los santos de una manera plena, consciente y activa.
¿Estáis dispuestos a presidir con piedad y fielmente la celebración de los misterios de Cristo, especialmente el sacrificio de la Eucaristía y el sacramento de la reconciliación, para alabanza de Dios y santificación del pueblo cristiano, según la tradición de la Iglesia? Sí, estoy dispuesto (Pontifical romano, ordenación de los presbíteros, promesa de los elegidos).
La naturaleza del sacerdocio ministerial, que in persona Christi, ofrece el sacrificio y preside al pueblo santo nos urge a celebrar con piedad y fidelidad. Ante la imposibilidad de la reunión de la asamblea el sacerdote tiene más tiempo para la pastoral de la oración y la alabanza. Nuestro ministerio introduce en la Trinidad el hoy de la Iglesia. La celebración litúrgica nos une a la eterna oración que el Hijo realiza al Padre en el Espíritu Santo. Vivir la Misa desde este primado trinitaria nos urge a su celebración diaria. En estos momentos difíciles el Padre escucha la oración del Hijo para enviarnos el Espíritu Santo que hará tiempo de salvación nuestra historia presente.