El Corpus en Huesca
Un año más me dirigí con mi familia a la catedral de Jesús Nazareno de Huesca a participar en la Misa del Corpus. Como en otras diócesis, desde hace años la fiesta del Corpus Christi es uno de los domingos que reluce más que el sol.
La Misa estuvo presidida por el Sr. obispo D. Julián Ruiz Martorell. Concelebró D. Damián Iguacen, queridísimo obispo emérito que no hizo más que recoger muestras de afecto y cariño de todo el mundo. Concelebraron también algunos curas entre los que pude reconocer a un salesiano, por lo menos dos miembros de la prelatura del Opus Dei y algunos canónigos. No se puede decir que hubiera una nutrida representación del presbiterio oscense, seguramente porque mientras se celebraba una de las principales fiestas litúrgicas en la catedral, las Misas en las parroquias y los pueblos seguían celebrándose en sus horarios habituales. Asistieron también numerosas autoridades a quienes no voy a nombrar para no parecerme a D. Manuel en aquella Misa de San Lorenzo de hace un par de años.
El motivo para escribir esta carta es para lamentar la poca dignidad y escasa piedad con la que se celebró la solemnidad del cuerpo y la sangre del Señor. Si bien no ocurre nada nuevo, nada que no lleve años ocurriendo, sí es verdad que verdad que la tendencia es preocupantemente negativa.
