Relato de los hechos y consideraciones jurídicas sobre el Valle de los Caídos
Exceptuando la pasada Semana Santa, el Valle de los Caídos y su Basílica Pontificia de la Santa Cruz, así como la capilla ubicada en la hospedería externa, llevan cerradas al culto normal desde el mes de diciembre del pasado año, por órdenes expresas emanadas desde el Ministerio de la Presidencia y Patrimonio Nacional.
El manifiesto abuso de autoridad contra todo sentido común y, fundamentalmente, contra la legalidad vigente, se ha venido llevando a cabo sin ningún apego, ni en la forma ni en el fondo, a las leyes y acuerdos internacionales, por parte de las máximas autoridades del Gobierno del Reino de España, alegando para justificar el esperpento una mentira detrás de otra.
En una primera fase, se trató de justificar el cierre unilateral de la Basílica de la Santa Cruz, -para el que las autoridades civiles carecen de legitimidad alguna-, argumentando nada menos que la peligrosidad de un más que posible riesgo de colapso de la estructura en el interior de la Basílica.
La Comunidad Benedictina solicitó al Ministerio de la Presidencia y a Patrimonio Nacional los informes técnicos justificativos de tan alarmante como inaudita afirmación, sin que hasta la fecha hayan recibido informe técnico alguno que lo justificara.
A la vista de ello, la misma Comunidad Benedictina solicitó a diversos profesionales cualificados al efecto un pormenorizado informe técnico al respecto de la supuesta inseguridad en el interior de la Basílica, concluyendo dicho informe que la seguridad en el interior de la misma era de riesgo nulo, informe que fue entregado a Patrimonio Nacional y otras instancias estatales, autonómicas y municipales.
Pero la cosa no quedó ahí. Desde el Ministerio de la Presidencia y Patrimonio Nacional, a la vista del descarado y falaz argumento que habían utilizado para mantener cerrado al culto la Basílica y el conjunto del Valle de los Caídos, y habida cuenta lo concluyente del pormenorizado mencionado informe técnico realizado a petición de la Comunidad Benedictina, alegaron ahora que se corría el peligro de un posible acto terrorista y, con tanto descaro como desvergüenza, con ese nuevo y ridículo supuesto riesgo trataron de convencer a la Comunidad Benedicitina para que asintieran con que debía mantenerse el cierre y la imposibilidad de una pronta vuelta a la normalidad en el Valle de los Caídos.
Ante las quejas e indignación de algunos, alguien en Patrimono Nacional se percató de lo delirante que resultaba continuar esgrimiendo el argumento terrorista para tratar de convencer a la Comunidad Banedictina con el fin de que asintiera con el cierre al culto del Valle de los Caídos, y entonces surgió y se tuvo la nueva ocurrencia de trasladar ahora el asunto de una supuesta inseguridad derivada de la hermosa y poderosa imagen de “La Piedad", situada en el frontispicio de la entrada a la Basílica.
Y mire por donde, ese nuevo y sorpresivo supuesto riesgo exigía una restauración que debía llevarse ahora a cabo manteniendo por supuesto cerrados, al culto de los fieles y a las visitas turísticas, tanto la Basílica, como la capilla en la hospedería externa y el conjunto del Valle de los Caídos, porque la supuesta restauración había de realizarse despiezando, embalando y trasladando “La Piedad” a una vieja cafetería, para que algunas universidades y la Fundación Juan de Ávalos estudiaran posteriormente qué hacer con la escultura.
Y se requería mucho tiempo para esa operación de literal “destrucción” de la escultura monumental de trascendental significado religioso, como de la mayor importancia para el patrimonio histórico artístico de la nación, “destrucción” así calificada en el informe técnico elaborado por la misma Fundación Juan de Ávalos -propietarios intelectuales de la obra- y la Academia de Bellas Artes de Sevilla, así como otros informes técnicos que se han elaborado para ser presentados en su momento ante los Tribulnales de Justicia.
Para esa operación, como decía, se precisaría, miren por donde, un tiempo indeterminado que según el que presuntamente parece estar actuando como mero portavoz de Patrimonio Nacional, el prestigioso diario ABC, podría prolongarse más allá de los diez meses.
A toda esta vergonzosa y delirante historia, se añade el trato vejatorio y humillante a quienes desde hace meses vienen sufriendo en silencio una auténtica persecución religiosa, con el vil propósito de amedrentar su ánimo y que terminen cediendo a los espurios propósitos de quienes, -ya casi superada la vergonzosa fase de borrar impunemente una parte consustancial de la historia de España-, se lanzan ahora a degüello contra uno de los símbolos de mayor calado por lo que representa y querido por los cristianos de todo el mundo y de todas las personas de buena voluntad, cual es la hermosa y significativa imagen de “La Piedad", además de su extraordinario e inigualable valor como bien histórico, artístico y cultural.