13.08.21

Hno Nivia (seminarista IBP): “En Covadonga los peregrinos me han hecho amar más el sacerdocio”

Hno Cristhian Nivia es seminarista del Instituto del Buen Pastor, oriundo de Bogotá-Colombia. Actualmente se encuentra radicado en Francia, cursando su cuarto año académico en el seminario San Vicente de Paul, ubicado en Courtalain-Francia. Valora de forma breve lo que ha supuesto para él peregrinar en tierra de reconquista.

¿Qué ha supuesto para un seminarista como usted participar en este evento en cierta manera histórico I Peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad -España?

Ante todo, una responsabilidad, puesto que como seminaristas cumplimos una doble función. La primera estando al servicio de los peregrinos, que nos buscan con el fin de conocer más sobre nuestro instituto, nuestra formación, nuestra visión de la Iglesia en estos tiempos y también muchos de ellos buscan en nosotros una palabra de aliento en ese arduo y continuo caminar que cansa el cuerpo pero que revivifica el alma. También estando al servicio de los padres, puesto que ayudamos animosamente a la preparación, montaje y servicio de las Santas Misas cotidianas, y en el camino ayudando a animar el espíritu de la peregrinación con las meditaciones diarias, con el rezo del santo rosario y muchas veces con algunos cantos y chascarrillos. La segunda, no olvidando que hacemos parte de los peregrinos, que también vamos con un espíritu penitencial, queriendo ganar muchas gracias de Dios ofreciéndole todo por nuestras necesidades familiares, personales y claro, por la Madre Iglesia.

Además en un lugar tan emblemático de la Madre Patria que enardece el espíritu….

Totalmente, no fue ni el azar ni tampoco un detalle insignificante realizar la primera peregrinación en una región tan importante para España, para Europa y para América Latina. Al contrario, es un llamado de Dios que nos invita a revivir, a recordar, a conocer la verdad de una historia olvidada, de un país que se ha forjado entre favores y auxilios de la Santa Madre de Dios. La Santina, REFUGIUM PECCATORUM, nos llamó y nos acogió a todos sus peregrinos. Digo “nos llamó” porque a imagen de nuestros antepasados (que suplicando a Dios buscaban refugio), así íbamos nosotros atendiendo al llamado, acercándonos a esa pequeña cueva que fue, que es y que será un refugio seguro contra los enemigos de la madre patria España.

¿Cómo le ha hecho aumentar su amor al sacerdocio y a la Misa de siempre?

Demasiado, y pienso que es una gracia de Dios, pues los peregrinos me han llenado de ánimo y de fuerza para continuar con mi formación, con mis estudios, con mi amor hacia el sacerdocio y que mejor medio para lograr esto, que seguir la Santa Tradición de la Iglesia, aferrándonos al tesoro que Dios nos ha conferido, como lo es la Santa Misa de siempre, la cual ha formado una innumerable cantidad de santos y la cual espero celebrar, sí Dios me lo permite, en una nueva versión de la peregrinación.

También ha tenido la oportunidad de conocer a varios sacerdotes celosos.

Y no solo de conocerlos, si no de aprender de ellos, compartiendo momentos muy agradables, forjando una amistad fraterna. Y eso para mí fue muy valioso, pues el estar alrededor de muchos padres que llevan años ejerciendo el sacerdocio nos impregnan de su experiencia, de su ciencia y de su amor por el sacerdocio.

Ha destacado el gran número de jóvenes, tal vez algunos de ellos con vocación al sacerdocio o a la vida consagrada…

Por supuesto, y me alegra, tuve la oportunidad de conocer algunos jóvenes que van a entrar al seminario, otros que lo están pensando y otros que seguramente atenderán al llamado de Dios después de la peregrinación. Pero lo que más ha destacado es que poco a poco vamos viendo ese resurgir de la Iglesia en España gracias a la juventud. Muchos de los jóvenes que fueron, vienen de familias poco o nada católicas, que iban ofreciendo su peregrinación por la conversión de sus padres, hermanos y familiares, que iban inquietos por aprender más de la Santa Misa, por aprender más de la Iglesia, y que personalmente me sorprendió muchísimo. Sé que de tantos jóvenes y niños, Dios se servirá para restaurar y conquistar la España que por tanto tiempo fue la lámpara encendida que alumbró al mundo.

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12.08.21

Rodríguez Almenar, experto mundial en la Sábana Santa, analiza cómo vivió peregrinar a Covadonga

Jorge Manuel Rodríguez Almenar es profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Valencia. Licenciado en Derecho y Doctor en Historia del Arte por la Universidad de Valencia, es Presidente del Centro Español de Sindonología y profesor colaborador del Ateneo pontificio Regina Apostolorum de Roma.

En esta entrevista, concedida gentilmente a InfoCatólica, analiza en profundidad y, con una mirada a modo de caleidoscopio, toda la riqueza y los matices de la experiencia vivida estos días en la peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad a Covadonga.

Usted es un hombre de ciencia pero ante todo es un hombre de fe… ¿Es incompatible para un científico peregrinar?

Quizá lo primero que habría que decir es que no existe ninguna contradicción entre ser un hombre de ciencia y ser un hombre de fe. De hecho, la mayor parte de los premios Nobel de Ciencias concedidos hasta ahora se han otorgado a hombres cristianos.

En mi caso, aunque yo estudié ciencias puras en el bachiller, luego hice la licenciatura en Derecho (soy profesor del Departamento de Derecho Civil de la Universidad de Valencia) y he terminado haciendo el doctorado en Historia del Arte. Creo que con ese currículum estoy legitimado para decir que considero que un intelectual debe ser una persona de amplias miras y que no debe limitar su conocimiento a lo que sea simplemente su ocupación.

Desgraciadamente, en el proceso de degradación que está sufriendo nuestra universidad se ha perdido su misión tradicional que era la de formar hombres con un cerebro “amueblado” y capacidad para desempeñarse más allá de su profesión. Ahora nos limitamos a la producción de simples operarios en lugar de formar intelectuales.

Pero la sabiduría, no puede limitarse exclusivamente a lo que es la ciencia empírica. Para cada persona es un imperativo moral desarrollar el conocimiento en todos los ámbitos en que le sea posible. Entendido esto de forma correcta podemos ver que es un pensamiento plenamente cristiano, pues se trata de hacer fructificar todos los talentos que Dios nos ha dado.

En mi casa esta era una de las “ideas fuerza” que dirigió nuestra educación. Mi padre nació en un pueblecito de Soria que no pasa de 100 habitantes y a pesar de las dificultades —y por su propio esfuerzo— estudió dos carreras, llegando a ser Decano de la Facultad de Bellas Artes y académico de la Real Academia en Valencia. Un hombre hecho a sí mismo, de profunda fe, recia, sin ñoñerías, pero con una gran coherencia. Un ejemplo admirable de lo que es un hombre sabio.

Dicho esto se puede entender que, para mí, peregrinar sea algo perfectamente natural pues la peregrinación es siempre una parábola sobre el sentido profundo de la vida del cristiano. ¡Si la vida no es más que una peregrinación hacia la Casa del Padre!

Peregrinar nos permite darnos cuenta de lo que realmente es importante en la vida: la sabiduría que podamos acumular y las buenas obras que podamos realizar. Además, todo hombre necesita hacer periódicamente un alto en el ajetreo que nos absorbe y reflexionar sobre el sentido profundo de su existencia, y la peregrinación ayuda a hacerlo. ¡Cuánta gente —hoy en día— se lamenta de que la vida no tiene sentido, mientras alardea de haber destruido el sentido real de la misma!

¿Por qué decidió participar en la peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad a Covadonga?

Para ser sincero tendría que decir que no fue algo muy planificado. Simplemente me dejé llevar siendo consciente, eso sí, de que era algo que merecía la pena. No solo por su significado espiritual sino también por reivindicar la raíz católica de España.

En el momento actual, España necesita reencontrarse con el sentido de su existencia como pueblo. No se puede entender a sí misma sin reconocerse en Roma y en la Cruz. Y peregrinar a Covadonga no es sólo visitar una basílica de la Virgen —hay muchas en nuestra tierra— es, también, reencontrarse con la raíces de la reconstrucción de España, que se realizó en la reconquista, al recuperar la unidad católica que se había conseguido con la conversión de los reyes visigodos.

Como decía S. Juan Pablo II, Europa se hizo peregrinando, pero pocos saben que el origen de la peregrinación a Santiago de Compostela fue Oviedo y la visita a la Cámara Santa. Los peregrinos cantaban “Quien va a Santiago y no al Salvador, visita al lacayo y deja al Señor”.

Los organizadores de nuestra peregrinación a Covadonga han tenido claro que esta primera peregrinación pretende que el peregrino se encuentre ante la realidad histórica que formó España, que no puede entenderse sin el sentido cristiano que animó aquellos que la construyeron a largo de los siglos.

En este sentido, ha sido un gran acierto iniciar el recorrido en la catedral de San Salvador de Oviedo, donde se encuentra la Cámara Santa. Una peculiar construcción que es la parte más antigua de la catedral, la capilla donde se guardaban las reliquias que legitimaban la monarquía hispana, y muy especialmente el Santo Sudario. Una de las más grandes reliquias de la cristiandad y que, sin embargo, es muy poco conocida en España.

Efectivamente, usted es un experto en el estudio de las más importantes reliquias como la Sábana Santa, el Santo Sudario, el Santo Cáliz…

Desde el momento en que supe que se iba a hacer esta peregrinación me ofrecí a los organizadores del Capítulo de Valencia para dar una charla a los participantes sobre los estudios que durante años realizó el Centro Español de Sindonología, del que soy Presidente, sobre el Santo Sudario de Oviedo.

Visto el entusiasmo que suscitó la iniciativa, lo que iba a ser una pequeña charla se prolongó en el autobús que salió desde Valencia hasta Oviedo, y más allá, porque estuve contestando preguntas a muchos de los que se acercaron a mí durante las jornadas del camino, especialmente en los momentos de descanso y no solo a los componentes del Capítulo de Valencia sino de otros muchos. Me sorprendió que algunos me reconocieran por haber visto en alguna de mis conferencias subidas a internet y tuvieran la confianza de abordarme con total naturalidad. No deja de ser otro efecto que produce la peregrinación, que iguala a todos y crea relaciones fraternas entre los que se dirigen al mismo destino.

Días intensos, muchas sensaciones vividas, pero sobre todo un bien para el alma de los presentes… ¿Qué beneficio notó en la suya?

Creo que he tenido la oportunidad de hablar con muchas personas y me ha impresionado vivamente el interés por la cultura y la vivencia religiosa de quienes participaban en estas jornadas, —muchos de ellos jóvenes universitarios— y el contraste con la indiferencia generalizada que predomina en muchos de nuestros estudiantes. Las preguntas de estos jóvenes, muy interesantes y muy inteligentes, mostraban que existe entre ellos una inquietud por profundizar en la cultura cristiana.

Pienso que hemos llegado ya a un nivel de desconocimiento tal de nuestras señas de identidad católica que lo que antes era tradicional ahora suena totalmente nuevo a aquellos que no han tenido la oportunidad de conocer realmente lo que fue una España católica. A fuerza de ignorarla y ocultarla creo que se está llegando a tocar fondo, y eso siempre es el principio de la remontada.

Era sorprendente ver a chicos de poco más de 20 años definiéndose como conversos, y manifestando su voluntad de profundizar en esas raíces cristianas de las que antes hablaba. Yo recuerdo una España que era superficialmente católica donde la gente iba a misa simplemente porque iban sus vecinos, pero faltaba una formación profunda de fondo. Lo que yo constato es que la nueva religiosidad tiene que estar fundamentada muy bien porque nace en un entorno totalmente adverso. Pero, en contra de lo que parece, no está todo perdido.

Por supuesto que esto supone un beneficio espiritual para todos y también para mí, porque supone encontrar que existe esperanza. Aunque sea un pequeño remanente existe todavía la llama que puede originar el renacimiento de una nueva Iglesia católica en España.

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11.08.21

P. Xavier Català: "Visibilizar la liturgia tradicional en la peregrinación hará que se asiente como algo normal"

El P. Xavier Català Sellés, OP fue uno de los dos dominicos presentes en la peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad a Covadonga. Él tuvo la oportunidad de predicar el día de Santiago apóstol. En esta entrevista reflexiona acerca de la peregrinación, vista, como no podía ser de otra manera, con la mirada de un fiel hijo de Santo Domingo de Guzmán.

¿Por qué decidió participar en la peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad a Covadonga y como le ha edificado la experiencia?

Siempre he considerado la liturgia tradicional como una riqueza dentro de la Iglesia. La Iglesia se reforma, evoluciona y cambia. Pero hay una tradición que nos mantiene ligados a lo que somos y creemos. Mientras estuve asignado a nuestro convento de Jerez tuve la oportunidad de iniciar con un grupo de fieles la celebración de la Misa tradicional.

Sin ninguna objeción por parte del prelado. Al tener noticia de la peregrinación pensé que debía apoyarla haciéndome presente para que se visibilizara a nivel nacional que la liturgia tradicional es una opción válida para los creyentes. Y a pesar del gran esfuerzo físico que supuso (ya no soy un chaval) me pareció una hermosa manifestación de fe y de afirmación de la identidad católica. Debo decir que es emocionante ver a jóvenes piadosos y convencidos de su fe. No es un desprecio a los mayores, pero hay que reconocer que no es tan usual verlo en los jóvenes como se ve en los viejos.

Además usted lo hizo con el hábito dominico, que es una manera de predicar…Y también pudo ejercer el oficio de la Orden de Predicadores, predicar.

Es que yo, como Lina Morgan, tengo el ropero lleno de hábitos: uno blanco, otro también blanco, el blanco de los domingos… y el blanco para las peregrinaciones. Hubiera sido extraño hacerlo con otro hábito….También fue una gozada compartir esos días con otros hermanos de religión y de otras órdenes además de un buen número de sacerdotes seculares.

Fue una verdadera manifestación de la Iglesia que peregrina por este mundo hacia la patria definitiva. Es verdad, se me confió la predicación de la homilía en el día de Santiago Apóstol y traté de hacer llegar el mensaje del Evangelio, siempre con la esperanza de que Dios hará germinar las semillas que nosotros plantamos. Tuvieron buen acierto los organizadores al confiarnos el ministerio de la palabra a los dos dominicos que participamos. Orgullo de raza.

¿Como le ha ayudado espiritualmente poder celebrar la Santa Misa Tradicional con toda su solemnidad pese a ser Misa de campaña?

Me atrevo a decir que el contacto directo con la naturaleza influyó positivamente. Cierto que ello crea más inconvenientes: los organizadores tuvieron que trabajar el doble, los fieles están físicamente más incómodos, se temen las inclemencias del tiempo… Pero todo ello no sólo no restó un ápice de solemnidad sino que contribuyó a vivirlo como una verdadera acción sagrada. Personalmente, me puede conmover lo mismo un pontifical en una catedral que una sencilla misa en una ermita. Desde luego fue una gozada apreciar toda la solemnidad de la liturgia católica entre los macizos rocosos asturianos. Hay ocasiones en las que la ausencia de belleza material hace apreciar más la belleza intrínseca del sacramento.

Además de la Misa y la predicación se han rezado muchos Rosarios durante la marcha alguno de ellos cantados. ¿Qué supone para un dominico el Santo Rosario?

El Rosario es un monumento de oración. Un momento delicioso para sumergirse en el Evangelio de la mano de la Madre. Es miel en la boca y en el corazón. Confieso que siempre tiendo a buscar la soledad para rezarlo, porque lo entiendo como una oración contemplativa, no repetitiva. Pero también nuestra fe devocional se expresa comunitariamente y así la compartimos, la enriquecemos, fraternizamos y la hacemos visible. Cuando hoy todo funciona a base de propaganda y de imágenes, es muy bueno que el Santo Rosario también se visibilice. En la peregrinación se rezó en castellano, en latín, cantado…. ¡qué gustazo!

Santo Domingo combatió la herejía albigense. ¿Cual es la principal herejía de nuestras vidas?

Santo Domingo atajó un problema concreto en un momento específico de la historia. Un número no desdeñable de personas, ante la patente corrupción de la Iglesia, optó por darle la espalda tergiversando la fe. El problema siempre es el mismo desde Adán y Eva: la soberbia. La soberbia se cura con la humildad, que es la fuente de todas las virtudes. Santo Domingo fue humilde: sintiéndose hijo de la Iglesia, se acercó a los herejes adoptando su mismo estilo de vida sencillo y mostrándoles la belleza de la Palabra de Dios.

Mientras, otros hacían cruzadas para acabar con ellos. Lo que hoy tenemos es la soberbia llevada al grado supremo: hay una cruzada civil para imponer la ideología de la autonomía moral de la persona. Debemos ser muy sensatos para tener un conocimiento tal de nosotros mismos que no caigamos en el error de creernos autosuficientes. Lo bueno es que siempre suscitará el Señor santos reformadores que nos recuerden el rumbo acertado.

Había muchas familias católicas, el ambiente propicio para nuevas vocaciones…

De eso se trata. Tengo la esperanza de que los niños y adolescentes, que participaron habrán robustecido su fe y estarán preparados para la llamada del Señor, que siempre provee a su Iglesia con vocaciones al sacerdocio, a la vida consagrada y a la vida familiar.

El cansancio físico, la dureza del camino ayuda a comprender nuestra limitación y pequeñez…

Soy muy consciente de ello. No hacía falta que me lo demostraran tan nítidamente…. (carcajadas).

¿Por qué es importante que encuentros como este, con tanto fruto, se consoliden en el tiempo?

Precisamente por eso, para que sigan dando fruto. El hecho de que se visibilice la liturgia tradicional, en cierto modo institucionalizada a través de la peregrinación, hará que se vaya asentando en España como algo normal. Aquí todavía se considera un tanto “friki” lo que debería ser tenido por una opción más entre los estilos que caben en la Iglesia. No son los partidarios de la liturgia tradicional los que han convertido la liturgia de la Iglesia en un mercado, donde cada uno toma y deja lo que le apetece. Para nosotros es la recuperación de algo que no debió perderse, pero para muchos es un descubrimiento que les convence y les edifica. Es una obligación moral darlo a conocer.

Por Javier Navascués

10.08.21

P. José Calvín (FSSP): “En Covadonga hubo sana amistad, alegría y gran fervor, piedad y devoción”

El P. José Calvín Torralbo nació en Jerez de la Frontera el 29 de abril de1963. Ordenado sacerdote en la iglesia del seminario de la Fraternidad San Pedro en Baviera el 24 de junio de 1994 por el obispo auxiliar de Augsburgo, Mons. Maximiliano Ziegelbauer. Licenciado en derecho canónico en 1996 en la pontificia universidad de la Santa Croce (Opus Dei) en Roma.

Desde 1996 formador residente en la casa de formación de la Fraternidad San Pedro, profesor de latín y de derecho canonico. Entre 2000 y 2006 y por segunda vez entre 2012 y 2018 asistente del superior general de la Fraternidad San Pedro.

¿Qué supone para usted como español haber podido participar en la primera peregrinación tradicional de España?

Ha supuesto muchísimo. Como español, como católico y como sacerdote. He vivido esos días con los ojos atónitos y el alma llena de júbilo. He sido testigo una vez más de la omnipotencia de Dios, de la fecundidad de su gracia. Hace treinta años la liturgia tradicional no existía en el catolicismo español. Andaba olvidada, postergada. Este pujante renacer solo puede ser fruto de la acción divina, solo Dios puede crear algo de la nada, ex nihilo.

Además en Covadonga, que es un lugar muy emblemático para un español con sangre en las venas.

Efectivamente. Covadonga, como Caná de Galilea, nos recuerda que las gracias de Dios nos vienen siempre por la intercesión de la Virgen María.

La batalla de Covadonga, por su proporción, no cuenta entre las grandes batallas de la historia, esas donde se enfrentaron millares de soldados y tambien por millares contaron sus victimas. Desde ese punto de vista Covadonga fue una modesta victoria, algunos historiadores la verían incluso como una pequena escaramuza. La verdadera dimension de esa batalla está en que supuso un punto de inflexión, el inicio de un movimiento de recuperación de lo perdido, de reconquista. Es por eso que, a pesar de su modesta dimensión, la batalla de Covadonga representa un hito fundamental en la historia de España y de occidente.

Mi impresión es que esta primera peregrinación tradicional ha sido espiritualmente algo semejante. Hace decenios que el catolicismo está retrocediendo en nuestra patria, vamos perdiendo continuamente terreno en todos los aspectos. Si no reaccionamos ya, pronto será demasiado tarde. Si no hubiese existido don Pelayo y el puñado de héroes que lo secundaron la cristiandad española hubiese desaparecido para siempre, como la que fuera floreciente cristiandad del norte de África que sucumbió sin remedio hasta el día de hoy.

¿Cómo fue el ambiente que ha percibido en los peregrinos, en sus hermanos sacerdotes…?

Para ser escueto intentaré resumir lo esencial en una frase: una devoción alegre y una alegría devota. Suena a paradoja, a juego de palabras, así que lo explico: Por un lado reinaba un ambiente festivo, espontáneo, de sana amistad y alegría. Y al mismo tiempo se respiraba una atmósfera de gran fervor, piedad y devoción. Evidentemente según el momento y la actividad predominaba uno u otro de esos aspectos, pero siempre indisociables. En ese ambiente me parecía palpar esa alianza optimista entre la naturaleza y la gracia que es quizás uno de los signos mas propios del catolicismo.

Una buena oportunidad de hermanar y compartir experiencias entre sacerdotes de diferentes grupos de la antigua Ecclesia Dei.

Si no me equivoco, tres fueron los institutos dichos de Ecclesia Dei los que tuvieron representación : el Instituto de Cristo Rey, el Instituto del Buen Pastor y la Fraternidad Sacerdotal San Pedro, de la que formo parte.

Estas sociedades han sido erigidas en la Iglesia para la atencion pastoral de los fieles que desean vivir y nutrir su fe en el cuadro de la liturgia romana tradicional. Cada uno según su estilo y su índole peculiar, todos trabajamos por la misma finalidad próxima: la acción apostolica a partir y a través de la liturgia tradicional.

Aunque los tres institutos ya tienen numerosas casas en la mayor parte de Europa occidental, en España, que yo sepa, por ahora solo el instituto de Cristo Rey tiene una presencia estable en nuestra nación, con una casa en Madrid y otros puntos de apostolado. Esta realidad revela el desfase en que nos encontramos en este punto con relación a otros países occidentales.

Una de las causas de la escasa presencia de estos institutos entre nosotros ha sido, hasta ahora, la falta de vocaciones españolas. Sin embargo en los últimos años están empezando a surgir en nuestra patria jóvenes valerosos y audaces que no tienen miedo de seguir la llamada del Señor y entregar su vida como sacerdotes en esta misión específica.

En las diocesis donde se instalan estos institutos aportan con su apostolado una contribución apreciable a la nueva evangelización. Por eso estimo que sería muy positivo que su presencia en España se incrementase. Mientras tanto sigamos pidiendo al Señor con perseverancia que envíe numerosos operarios a trabajar en esta parcela de su viña.

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9.08.21

P. Rodrigo Menéndez Piñar: “En la peregrinación a Covadonga he visto búsqueda sincera de Dios”

El P. Rodrigo Menéndez Piñar reflexiona sobre lo que ha supuesto para él participar en la I peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad a Covadonga y las consecuencias que puede tener de cara a la renovación espiritual de España.

¿Podría contar en pocas palabras lo que ha supuesto para usted esta peregrinación a Covadonga?

Es difícil en pocas palabras dar una valoración general que pueda encerrar todo lo que ha supuesto esta peregrinación. No sólo ha sido maravillosa, llena de inmensa alegría para todos los peregrinos, sino que, de alguna manera, ha aglutinado las grandes esperanzas que todos albergamos en nuestra vida diaria, tal vez con sentimientos tristes y conformistas al ver el devenir de la Iglesia y la sociedad, haciéndolas vivas y vivificantes, no dejando espacio para la melancolía. No sólo ha sido un éxito desde el punto de vista natural y humano, sino que, en mi opinión, ha abierto los grandes horizontes eternos de nuestras vidas, haciéndolos palpables y experimentables.

¿Qué ha supuesto imbuirse de su espíritu y cómo le ha beneficiado en su vida sacerdotal?

Para muchos sacerdotes que estamos inmersos en la pastoral “ordinaria” de las parroquias es una tentación grande la de la desesperanza. A veces nos vemos más o menos obligados a mantener unas estructuras heredadas de las últimas décadas y que distan mucho de ser fecundas, pero “es lo que hay”. En la peregrinación he visto búsqueda sincera de Dios y esto, en cierto sentido, lo es todo. San Benito, en su regla, cuando habla de la admisión de un nuevo hermano que quieren abrazar la vida monástica, lo primero que declara, una vez comienza a vivir como novicio, es: “se observará cuidadosamente si de veras busca a Dios”. Para mí, como sacerdote, este celo por la obra de Dios, observado en los fieles, es fuente de auténtica esperanza en medio de un Mundo que ha olvidado a Dios. Así se lo hice saber al terminar a alguno de los principales organizadores y vi sinceridad en sus ojos.

¿Por qué es importante este renacer de la cristiandad no sea flor de un día, sino que se consolide en España?

Una de sus características definitorias ha sido la celebración de la Santa Misa de siempre, llamada habitualmente “Tradicional”. No es sólo la preferencia por una serie de ritos litúrgicos, sino que es el cauce sacro capaz de agavillar toda una visión del Mundo y de la Historia, una cosmovisión cristiana, la de la Cristiandad en sus elementos inmutables, aquella que San Pío X dijo que “no estaba por inventar” y que no había más que luchar por “instaurarla y restaurarla en sus fundamentos naturales y divinos”. Y es capaz de ello no por una serie de ideas preconcebidas, más o menos acertadas, sino por haber sido la vida íntima y real del Pueblo de Dios, que sirviendo a su Señor ha surcado los siglos pasados (“liturgia” es literalmente “obra del pueblo”, el servicio público del pueblo a Dios) dejando las huellas del “Bonus Odor Christi” (2 Cor 2, 15), la obra de la Fe en la Historia.

Ese Tesoro, que es lo que habitualmente llamamos “Tradición”, es por donde nos viene el torrente de aguas purificadoras que salen del lado derecho del Templo (cf. Ez 47), del Costado abierto del Salvador, con la virtud de dejar todo lleno de vida a su paso, incluso el mismo desierto. Hoy España es un desierto muerto o, al menos, moribundo, que incluso está generando anticuerpos para expulsar los últimos elementos de lo que ha sido siempre: una nación católica. Hoy, más que nunca, necesitamos este anclaje, este injertarnos de nuevo en la Tradición, para que la vida cristiana vuelva a fluir por nuestra Patria. Quizá por eso una de las banderas que más se ha repetido en la peregrinación ha sido la del Sagrado Corazón de Jesús sobre los colores rojo y gualda.

¿Podría empezar aquí una nueva reconquista al estilo de Don Pelayo?

Esa es nuestra intención. Hoy los enemigos no son tanto los conquistadores físicos y materiales de una tierra, que hollaron a su paso la civilización cristiana, que era ya la civilización hispánica. Son otros muy distintos, pero que han golpeado más internamente incluso, porque son más espirituales. Esta peregrinación ha sido tan sólo una pequeña llama, pero que, con el debido viento y material, puede incendiarlo todo. Debemos conservarla en nuestras almas. Que sean siempre almas ardiendo, con poder de comunicar el fuego a otros. Este es el acto de la Tradición del que cada uno formamos parte: entregar lo recibido, como san Pablo: “Tradidi quod et accepi” (1Cor 11, 23). No sabemos los designios que tiene Dios preparados en su Providencia para nuestra Patria, pero sí sabemos que debemos luchar por esa reconquista espiritual, puesto que ella se ordena al último Fin de todo: la gloria de Dios y la salvación de las almas.

¿Hasta qué punto es alentador para un sacerdote ver a tantos jóvenes tocados por la Tradición?

Es sorprendente ver como el atractivo poderoso de la Tradición hace especialmente mella en las almas jóvenes. Toda alma, si vive en Dios, es alma joven, según aquel verso del salmo en las oraciones al pie del altar, que tanto nos gusta meditar al comienzo de la santa Misa: “Ad Deum qui laetificat iuventutem meam”. Pero ver la búsqueda sincera de Dios en jóvenes que cuentan pocos años de vida es un claro signo de esperanza y de que, contra los que por desconocimiento califican la Santa Misa Tradicional como cosa propia, sea de nostálgicos, sea de esnobistas que se recrean en lo exótico, estas almas han encontrado un tesoro escondido, y alegres y contentas se van a vender cuanto poseen para comprar el campo que contiene dicho tesoro (cf. Mt 13, 44-46). Si fuera un capricho por lo extravagante o por lo insólito, sería algo meramente temporal y que no produciría obras santas. Pero somos testigos de cómo la Tradición ha cambiado los corazones de muchos jóvenes haciéndolos valientes y generosos servidores de Dios.

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