La Virgen María aplastó a la diosa Venus
El historiador Rafael María Molina nos cuenta como la devoción a la Virgen fue deplazando en el mundo amtiguo el culto pagano a la diosa Venus, que era en realidad el culto a la propia impureza y a los instintos más bajos.
¿En que consistía el culto a la diosa Venus? ¿Estaba muy extendido el culto a esta diosa en la antigua Grecia y en Roma?
Afrodita o Venus, era la diosa del amor, la belleza y la fertilidad. En el mundo antiguo grecorromano su culto estaba muy extendido. Sus estatuas desnudas o indecentes estaban muy presentes en muchas ciudades en la vía pública, singularmente en la propia Roma. Su imagen se veneraba en numerosos templos. En teoría su culto atraía todo tipo de bienes, por lo que su veneración supersticiosa estaba muy extendida. Venus era la enamorada de Marte, dios de la guerra, y ambos eran los padres de Cupido. A veces se la representaba como heredera de Eris, la diosa de la discordia, llevando en su mano lo que se conoce como la manzana de la discordia.
El culto a Venus era, en realidad, el culto a la propia impureza y a los instintos más bajos, en una sociedad donde la condición femenina era muy dura.
¿Cómo era la condición de la mujer en Grecia y la antigua Roma?
Este es un aspecto curiosamente olvidado por muchos historiadores modernos. En general en la antigua Roma, como antes en Grecia la forma más corriente de matrimonio era por compra y el repudio legal hacia la propia esposa por los motivos más nimios era una práctica habitual. Sempronio repudió a su mujer por haber ido a los juegos del circo sin su consentimiento. El historiador Flavio Josefo repudió a su mujer, madre de sus tres hijos, porque se cansó de sus malos modales, según él. Plutarco explica que la pérdida de la belleza física, por haber ganado peso, o simplemente a causa de la edad era motivo para el repudio de las esposas en una multitud de casos.
¿Por qué se difunde hoy en día una versión idealizada sobre la supuesta libertad de la mujer en el mundo antiguo?
En el triste mundo occidental actual neopagano de principios del siglo XXI se nos explica una versión idealizada de la Antigüedad poniendo el acento precisamente en la libertad de costumbres sin barreras morales antes de la llegada de la “opresora” Iglesia y presentándolo como un interesante antecedente para nuestro mundo actual “postcristiano” y absolutamente relativista, donde presuntamente hemos alcanzado una gran “libertad”. Lo que intentan transmitir algunos es que el Cristianismo acabó con la libertad de la mujer, cuando fue todo lo contrario.