27.12.22

Carlos Laserna, ejemplo de amor a Dios y a la patria. Pedimos oraciones por su eterno descanso

Despertaba ayer con la triste noticia del fallecimiento de Carlos Laserna, uno de los colaboradores más fieles de Agnus Dei Prod desde sus inicios. No era muy mayor y una neumonía se lo llevó antes de tiempo. Era seglar, aunque en la foto aparece con sotana, al actuar como religioso en una obra de teatro, Elegidos para su Gloria, inspirada en El Divino Impaciente.

Tuve la gracia de tratar con él y destacaba siempre por su disponibilidad para grabar o para cualquier favor que se le pidiese y sobre todo por su alegría y entusiasmo para las cosas de Dios. Era una persona muy edificante en todo su actuar. Convencido de su fe, hablar con él era hablar de Dios. Se nos va una persona recia, amable y sencilla, pero que dejó mucha huella en la Unión Seglar y en todos los grupos católicos que frecuentó.

Rogamos oraciones por el eterno descanso de nuestro hermano Carlos Laserna.

¡Gracias Carlos por tu gran generosidad y siempre disponibilidad en los trabajos audiovisuales realizados en Agnus Dei Prod donde tu eras un miembro más del equipo “¡Gracias hermano por tu sonrisa y buen humor! ¡Gracias Carlos por defender la Fe Católica en estos tiempos de ruina moral y mantenerte fiel a la doctrina enseñada por nuestros mayores! ¡Qué el Sagrado Corazón de Jesús te colme de amor en la eternidad en un eterno grito amoroso de amor a tu patria, España! ¡María, Madre Mía, acoge en tu seno el alma de tu siervo fiel Carlos Laserna! Gracias, hermano.

Les dejamos con una antigua entrevista del verano de 2017.

Y con su edificante actuación en la obra de teatro Elegidos para su Gloria.

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26.12.22

Patricio Lons: “Canonizar a Isabel la Católica sería un acto de justicia que queremos ver todos los hispanos”

Patricio Lons. Periodista argentino dedicado a la Investigación Histórica y al Revisionismo del Legado Hispánico en América. Fundador de Comunidad Hispanista. En esta entrevista analiza brevemente lo esencial del legado de Isabel la Católica.

¿Cuál fue el papel de Isabel la Católica en la génesis del viaje de Colón?

El papel de Isabel es decisivo , pues ella ya tenía la visión de la geopolitica global, la necesidad de una monarquía católica en todo el orbe, como condición necesaria para finalizar los tiempos y que Cristo retorne en gloria y majestad.

¿Qué importancia tuvo Fernando?

Fernando, cuya preocupación era el Rosellón, termina aceptando esa magnífica visión teológica y política de Isabel.

¿Como se podría resumir lo que fueron las Leyes de Indias y qué importancia tuvieron en la historia?

Las Leyes de Indias son un nuevo Derecho Jurídico para el Nuevo Mundo pero basado en toda la tradición jurídica europea y con un fuerte énfasis en la evangelización y fueron producto de la virtud de caridad cristiana de la reina Isabel.

Isabel imperó en espíritu y en las leyes y en esa visión global que ella tenía, en el Nuevo Mundo que ella sumó al cristianismo.

¿Por qué se denomina a Isabel emperatriz de las Indias?

Siempre Isabel vio al indígena como a su prójimo. Eso es el resultado de su vida virtuosa, de la práctica de la caridad como virtud de amor a Dios y al prójimo como imagen de Dios.

Isabel puso todos los recursos humanos y materiales para que los misioneros impulsaran un orden cristiano en las Indias y vigilaran a los Adelantados para evitar cualquier abuso que se pudiera producir. Así lo hicieron como lo atestigua el sermón de Adviento de Fray Antonio de Montesinos en 1511.

¿Como impulsó Isabel la evangelización y desarrollo de América?

La corona española fue una fuerza política libertadora pues acabó con el sometimiento de millones de nativos que sufrían el infierno azteca.

Además los hizo evolucionar dela Edad de Piedra a la Era Moderna. Cambiaron y mejoraron su alimentación, también dejaron de comerse entre ellos. Pudieron escribir sus lenguas y tener gramática. Eso significó un salto cualitativo enorme en sus vidas. El poder transmitir mensajes, significó desarrollar comercio y mejorar sus vidas

¿Cree que veremos a Isabel canonizada?

Respecto a la posibilidad de canonización de Isabel, esta sería un acto de justicia que quisiéramos ver todos los hispanos pero el espíritu que opera hoy en occidente y en algunos sectores de la Iglesia, no le perdona a Isabel, el que haya unido al orbe terrestre bajo la cruz de Cristo.

Por lo tanto, creo que Isabel ya es santa ante los ojos de Dios pero, salvo un cambio de eje copernicano en Roma, no la veremos por mucho tiempo subida a los altares.

Por Javier Navascués

5 comentarios

  
Pedro de Madrid
Una gran reina, en la que su dura y austera infancia y la conducta descarriada de su hermano, la forjaron en una profunda fe y el saber gobernar con justicia, se podría repetir mil veces que fue cristiana justa con sus súbditos en su forma de gobernar, casi nadie la a superado, Era justa porque seguía los mandamientos de la Santa Madre Iglesia y de sus confesores. ¿Quién gobierna hoy así? Por qué aun no es santa?. Le rezo diariamente
26/12/22 1:31 PM
  
Vladimir
El mismo título de este artículo nos muestra una de las desviaciones hacia las que han caído los actos de canonización. Las canonizaciones no se realizan como "actos de justicia" hacia los beneficiados, sino para proponer modelos de virtud heroica a los fieles de la Iglesia, que motiven a un seguimiento más fiel de Jesucristo.
Hoy se han distorsionado las canonizaciones; se han convertido en medio para fortalecer corrientes ideológicas, como revancha hacia grupos de pensamiento opuesto, para dar relevancia a un pueblo o comunidad oprimida, para alimentar nacionalismos, para mantener la influencia social de la Iglesia en determinados ambientes; etc.
26/12/22 3:25 PM
  
Fernando
Sería bueno para la. Iglesia su beatificación y posterior canonización
Gracias.
26/12/22 4:17 PM
  
Javidaba
Un recordatorio sobre un escrito anterior en Infocatólica, cuyo encabezamiento copio y pego:
"SU CAUSA ESTÁ EN ROMA Y HAY MILAGRO ATRIBUIDO A SU INTERCESIÓN
La beatificación de la Reina Isabel la Católica está solo pendiente de la aprobación del Papa
La posible beatificación de la reina Isabel la Católica, según informa Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo en Alfa y Omega, está en manos del Pontífice. Su causa está ya en Roma y hay un milagro atribuido a su intercesión y otro pendiente de aprobación oficial."
Santa Reina Isabel: Ruega por nosotros.
27/12/22 8:14 AM
  
Marta Ramos
¿Pero solo a los indios? ¿y qué pasó con los negros? ¿También defendió sus derechos, los reconoció como sus prójimos? Me contesta mis dudas. Soy católica y defiendo mi fe. Gracias
29/12/22 5:53 AM

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25.12.22

La ternura de Dios. Por Mn Emmanuel Pujol, FSSP

Reproducimos por su interés la reflexión navideña de Mn. Emmanuel Pujol, FSSP.

Al empezar la carta de los Hebreos San Pablo recuerda que Dios en el pasado hablo a los hombres de muchas maneras para, seguidamente, resaltar la novedad de lo acontecido hoy: <<ahora nos ha hablado por medio del Hijo>> (Cf, Heb 1, 2). También en otro lugar, en la carta a los Gálatas, insiste sobre esta novedad, que ha traído consigo “la plenitud de los tiempos”: <<al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva>> (Gal 4, 4-5). San Pablo se refiere, naturalmente, a lo acontecido la Noche Buena de la Natividad de Jesús y nos explica su sentido salvífico.

Los acontecimientos de esta Noche Buena también son el trasfondo de las palabras de San Juan Evangelista que escuchamos todos los días en el segundo Evangelio, y que en el día de Navidad se proclaman solemnemente: <<En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios>> (Jn 1) << Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros>> (Jn 14). Por otro lado, los relatos de los evangelios de la infancia, en San Lucas y en San Mateo, ilustran y complementan, en sus detalles y pormenores históricos, la reflexión que San Juan y San Pablo exponen acerca de la Encarnación del Verbo; desvelando, por así decir, la ternura concreta con la que Dios ha querido presentarse entre nosotros. Por eso, también, sus relatos, en general, nos son más familiares y afectuosos, y han entrado profundamente dentro de la cultura popular.

Este aspecto, la ternura de Dios, es sobre el cual me gustaría reflexionar hoy, a propósito de los misterios de Navidad que en estos días contemplaremos en la liturgia.

En el pasado, aunque Dios habló de muchas maneras a los hombres (Cf. Heb 1, 1), solo de manera progresiva, y todavía velada, el Señor daba a conocer su ternura. Los diez mandamientos de la Ley de Dios fueron revelados entre truenos y terremotos (Cf. Ex 19, 16-25; 20, 18-26; Dt 5, 22-33). Con estos medios, Dios, inspirando un justo y sano temor, manifestaba su omnipotencia entre el pueblo de Israel. A Moisés entregó la Ley escrita en unas tablas de piedra como signo de la Alianza entre Dios y los hombres (Cf. 20, 1-17). Pero la piedra se convertirá en la imagen del corazón de Israel, incapaz de perseverar en la fidelidad a la Alianza. La justa Ira de Dios se enciende y amenaza con el castigo y el exterminio, pero se aplaca por la oración de Moisés (Cf. Ex 32, 7-14). Las palabras de Moisés, que intercede por el pueblo para que no sea aniquilado, representan la oración de los justos, que expresan a su vez lo íntimo del corazón misericordioso de Dios. La escritura plasma la “tensión” misteriosa entre la justicia y la misericordia de Dios.

A pesar de la infidelidad del pueblo, la ternura de Dios busca el corazón de los hombres y, por medio de sus Profetas, promete que dará un corazón de carne en lugar del corazón de piedra (Cf. Ez 36, 26-28). El corazón de carne que Dios quiere dar a los hombres para que cumplan sus preceptos, recordará a Israel que la Ley no debe ser el cumplimiento frío de unas normas, sino una relación amorosa con Dios. Por eso, los profetas comparan el amor de Dios por su pueblo con el amor del Esposo que ama una esposa infiel, a la que está dispuesto a perdonar, pero la llevará al desierto para purificarla y seducirla de nuevo (Os 2, 6). También, los Profetas comparan el amor de Dios con el amor entrañable de una madre por sus hijos (Cf. Is 49, 15); o el rey David en los salmos; ya cuando, lamentándose de sus pecados, imploraba el perdón (Cf. Sal 50); ya cuando, invadido de alegría, alababa y daba gracias a Dios por su misericordia (Cf. Sal 135); evoca la inmensa ternura de Dios, de la cual tiene experiencia sensible. También el profeta Elías, esperando en el Horeb la visita de Dios, no le descubre ni en el viento impetuoso, ni en el terremoto, ni en el fuego, sino en la brisa suave (Cf. 1 Re 19, 11-13) …

Pero la ternura de Dios en el AT es solamente un pequeño preludio de la ternura desatada en los misterios de la Encarnación del Verbo. En la suave brisa de la Noche Buena, nuestros ojos son atraídos a contemplar al niño que a nacido en Belén de la Virgen María. Nuestro afecto se detiene sin esfuerzo, inspirado en la cándida fragilidad con la que ha querido mostrarse el omnipotente. Dios, desvelando su ternura, actúa como el buen enamorado, que pretende atraerse la atención de la amada, mostrándose vulnerable a su amor, herido por su amor.

¿Qué ha sucedido en medio de la oscuridad y de las tinieblas? Un secreto envuelto en el silencio de la noche, del que, junto a José y a María, solo son testigos aquellos pobres animales, el buey y la mula. ¡Qué calidez la de aquel pobre establo! ¿Cuál es el sonido de la voz de Dios hecho hombre? Es el dulce llanto de un niño, que ha venido a llorar nuestros pecados. ¿Qué ha sucedido en medio de la noche? Un secreto revelado por ángeles a unos sencillos pastores que dormían bajo las estrellas. ¿Qué ha sucedido esta noche? Un secreto que puedes atisbar en el rumor de los pasos que se acercan al pesebre, en el rústico olor de los leños que calientan la estancia, en los ojos entumecidos por la emoción al contemplar tan gran misterio y en las manos callosas de los pastores que acarician al divino niño. ¿Qué ha sucedido esta noche? Un secreto que tu también reconocerás cuando te arrodilles ante él para adorarle y le traigas como presente tu corazón: ¡Dios se ha hecho hombre para hablarle a tu corazón desde el Suyo!

En este secreto descubrirás la obediencia de José y María que, sometidos a los edictos del Emperador, dan cumplimiento al plan de Dios. Pues el Mesías tenía que nacer en Belén de Judea como estaba profetizado (Cf. Mt 2, 6). Descubrirás la obediencia del Verbo, <<nacido bajo la ley>> (Gal 4, 4); que, como explica San Pablo, <<al entrar en el mundo dice: “Sacrificios y holocaustos tu no los deseas, pero me has dado un cuerpo, (…) he aquí que vengo a hacer tu voluntad”>> (Cf. Heb 10, 5. 10, 9b). Cuya voluntad será el sacrificio en su cuerpo cumplido en la Cruz (Cf. Heb 10, 10).

En este secreto descubrirás también la pobreza; el dignísimo vestido de la humildad, la sencillez y la confianza de quienes se saben en manos del Padre a pesar de las contrariedades; unidos al Dios que se hace pobre para enriquecernos. En su austera sobriedad y elegante modestia encontrarás la riqueza de la virtud y la conciencia recta, y la suma felicidad de las almas invadidas por Dios.

En este secreto encontrarás, al fin, la castidad virginal de la que quiso rodearse el Hijo de Dios en su círculo más íntimo: virgen es María –admirable misterio— intacta ha permanecido durante el parto la virginidad de la que concibió por obra y gracia del Espíritu Santo; virgen es San José; virginal su matrimonio; virginal, limpio y transparente el amor que los une; castísimos los detalles en los que el mutuo afecto se prodiga; noble el pudor y recato que adorna el hogar, los hábitos y las costumbres. Casta es la ternura que se respira en el portal de Belén. Castas y limpísimas sus miradas como castos y limpios se volvieron los ojos de los pastores al contemplarlos. Porque <<La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo>> (Jn 1-9).

Los Evangelios nos descubren el drama de este corazón que ha amado tanto a los hombres, pero que de ellos solo ha recibido a cambio desprecios. San Juan en el prólogo de su Evangelio lo dice en pocas palabras: <<Vino a su casa, y los suyos no le recibieron. >> (Jn 1, 11). Toda la Historia de la humanidad está traspasada por este drama: la ternura de Dios, dispuesta a desvelar su amor tomando nuestra carne, hasta el extremo de morir en la Cruz en rescate por todos; y la frialdad del corazón de los hombres, endurecidos y vueltos sobre sí mismos. Al punto que los hombres de todos los tiempos, en última instancia, se separarán entre los que Le han recibido y los que Le han rechazado (Cf. Mt 25, 31-43). El drama de la Historia de la Salvación es el rechazo de los suyos, porque <<muchos son los llamados, pero pocos los escogidos>> (Mt. 24, 14). Pero allí donde se le abre el corazón y se lo ama, Él ha prometido: <<Si alguno me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos con él morada>> (Jn 14, 21); y, añade San Juan: <<a todos los que le recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios>> (Jn 1, 12).

En la Eucaristía, nosotros también podemos sentir la ternura de Dios al contemplar, al estilo de los pastores de Belén, los misterios de nuestra Redención. Podemos recibir, en la Comunión con su Cuerpo, la ternura de Dios que viene buscando nuestro corazón. Como José y María prepararon el establo para recibir a Jesús, podemos preparar nuestros corazones y nuestros hogares para que en ellos nazca nuestro Salvador y ser contados entre los escogidos.

¡Santa Navidad!

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24.12.22

Raúl Eguía Recuero analiza su libro «VIVIRÉIS, The Heartland of Saudade»

Después del éxito internacional del cuento «MATTEO, pase lo que pase YO SIEMPRE estoy contigo» https://www.amazon.es/dp/B0BN61ZCHX acaba de lanzarse su 3ª edición y ha sido N.1 en AMAZON en España, N.1 México, N.5 en Canadá, N.5 Países Bajos, N. 10 en Brasil, avanzando en USA; y después de la novela «BAITA, ya no te llamarán abandonada te llamarán mi favorita», Raúl Eguía Recuero vuelve para sorprender con una nueva novela, «VIVIRÉIS, The Heartland of Saudade» (Editorial BALMES, 2022)

Una obra que esconde dentro sorpresa tras sorpresa. Emoción intensa, un camino espiritual potente, verdadero, el de los santos, los caballeros, los mártires, pero para hombres de hoy, reales, con toda nuestra pobreza. Hablamos de ello con Raúl Eguía Recuero, sin zonas de confort.

¿Por qué continuamos empeñados en vivir en medio del ruido?

El mundo es mundo, lo importante es no dejar que se apodere de nuestro corazón. El ruido nos encierra, nos somete el pecado, florece la desconfianza, la violencia, la queja, … necesitamos lugares de silencio. VIVIRÉIS es un rincón de hogar, una oportunidad de hacer silencio y contemplar. Es una necesidad que todos tenemos, ¿no?

En el fondo es el anhelo de Verdad.

¡Exacto! En lo íntimo del corazón todos tenemos esa sed, un anhelo que ningún lenguaje puede describir, la fuerza de un Amor verdadero que llama, que interpela, un Fuego vivo. Y aunque quieras sepultarlo no puedes. Esa sed solo comienza a calmarse en el silencio de intimidad, en la oración; Luego se va colmando despacio al pie del Sagrario, estando junto al Señor sacramentado. Y crece el deseo de amarle. Sucede que poco a poco, entre lágrimas y arrepentimientos, como hace el Fuego, va dilatándose el corazón para acoger a Dios, porque Dios no se conforma con calentarte, quiere entrar a las entrañas de tu alma, vivir adentro contigo y transformarte entero. Ha venido a por ti, Javier, a por mí, a por todos, para que vivamos.

Uno busca, sin embargo ya ha sido encontrado…

Todos vamos buscando, aquí y allí, cada uno como puede, la necesidad de buscar cuál es tú lugar en el mundo, eso para lo que has nacido, pero…

¿pero?

Pero que nadie nos engañe, esa búsqueda SOLO se resuelve en la Verdad y la Verdad es Cristo. Sin Él podrás vivir mil vidas construidas y reconstruidas como te dé la gana, pero todas serán mentira. En Cristo, delante de él, sin máscaras, desnudo, todo se cae y todo comienza. Dios abre un horizonte inmenso porque te dice: CONMIGO, vamos juntos… ya no estás solo. Él nos ha creado para unirse a nosotros en los sacramentos, abrazarnos, alimentarnos, protegernos y que gocemos plenamente, después de la muerte, con Él.

Entonces, vivir es algo hermoso…

Eso es lo que nos promete el Señor: ¡VIVIRÉIS! ¡Todo está lleno de Belleza, Javier! de Belleza gratuita y regalada: la belleza de la creación, esa belleza escondida de las flores pequeñas que solo Dios ve, la Belleza de Nuestra Santa Madre Iglesia, del arte verdadero, la mirada de la esposa, de los hijos, de los hermanos, la ternura de la mano que aprieta un abuelo antes de morir,… Detenerse y contemplar, de eso va la novela «VIVIRÉIS, The Heartland of Saudade» de descubrir que en su Bondad vivimos, nos movemos y existimos, que su Amor sostiene el mundo, del milagro de darse cuenta que no podríamos subsistir ni un solo instante sin su Bondad. ¡Dios quiere que vivamos!

Pero hay un combate espiritual…

Hay búsqueda, pero también combate. Hay combate, pero también Esperanza. Uno se pone a buscar y, de pronto, se levanta ante ti una batalla de monstruos gigantescos, el mundo, el demonio y la carne, y tú tan poca cosa. Lo intentas y caes y el Señor te levanta, una vez y otra… y va venciendo Él contigo hasta que descubres que el principal enemigo es tu amor propio que impide le des a Dios total disponibilidad. Normalmente, al menos en mi caso, siempre nos guardamos algo para nosotros y Dios lo quiere TODO, porque se entrega TODO, entero, se subió a la Cruz y aun pudiendo bajarse no lo hizo… sobrecoge el Amor que Dios nos tiene. Cómo ha luchado por nosotros, cómo lucha por nosotros, cómo no ceja en el empeño de salvarnos.

De ese Amor es donde nace la Confianza, ¿se puede vivir confiando?

Sí, se puede vivir en esa confianza sin reservas, sin temer NADA, esa es la confianza de los niños que se apoyan en su Padre totalmente. Mira los bebés, mira los santos, mira a Nuestra Madre Inmaculada, mira al Señor. «El mirar de Dios es amar» dice San Juan de la Cruz. ¿Cómo tener miedo si tenemos un Padre que nos mira y nos ama, que lleva tatuado tu nombre en su mano, que todo lo permite para nuestro bien? Él lo hace TODO y el mayor signo de amor, como Padre, es que quiere que colaboremos con Él. TRABAJAR JUNTOS, hacerlo JUNTOS. A mí que soy padre de 4 pequeños me encanta poder hacer cosas juntos. CONMIGO, creo que esa es la palabra que desvela este corazón de Padre.

Trabajar juntos sí, pero con perseverancia…

¡Qué necesaria es la paciencia! Para conseguirla necesitamos humildad y oración, ir adentro, a lo profundo. «Con vuestra perseverancia salvareis vuestras almas» nos dice la Palabra de Dios y, también, «Sin Mí no podéis hacer nada». A mí me ayuda saber que debo hacer con ayuda de Dios lo que esté en mi mano, con mucho amor, siempre en la Verdad, ser fieles en las cosas pequeñas, las más insignificantes, sin más.

¿Por qué hay que caminar con lealtad?

Porque caminar con lealtad es un vivir ocupándose únicamente en el ejercicio de amar, con sencillez.

¿En qué está trabajando actualmente? ¿Cuál es el próximo/s libros?

Hay muchas personas que oran y hacen sacrificios por los lectores, por los escritores y nuestras familias, eso da un inmenso aliento e impulso para seguir. Es el corazón de la misión. Gracias a todos ellos y a mi familia en estos momentos los editores ya tienen en sus manos el Libro Primero de una Trilogía para jóvenes. Este primer volumen trata de la Fe, Ciencia y milagros eucarísticos. Es un thriller apasionante. Potente. Pronto, si Dios quiere, será publicado. Ahora estoy escribiendo una historia hermosa sobre una familia durante las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe, un libro sobre lo sagrado de la Vida y la familia. ¡No somos huérfanos de Madre!

¿Dónde se puede adquirir la novela «VIVIRÉIS, The Heartland of Saudade»?

Hoy se lanza directamente en la Librería Balmes, en las siguientes semanas se irán ampliando los lugares de distribución.

▷ Viviréis | BalmesLibreria.com

Javier Navascués

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23.12.22

El espíritu contrarrevolucionario de la Navidad. Entrevista a César Félix Sánchez

César Félix Sánchez Martínez es doctor en Humanidades por la Universidad de Piura, Perú, así como bachiller y magíster en filosofía, bachiller y licenciado en literatura y lingüística y diplomado en historia. Es profesor en varios seminarios diocesanos y casas religiosas de formación. Es actualmente presidente de la filial en Arequipa, Perú, de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino.

Es ya un lugar común denunciar la profunda falsificación que padecen las fiestas navideñas, ¿cuál es el origen de este proceso?

En esta época del año, la cultura popular masificada y los medios de comunicación se esmeran por falsificar el verdadero espíritu de esta fiesta desde hace ya bastante tiempo. Esta falsificación tiene sus orígenes en la primera gran revolución anticristiana: el protestantismo, particularmente en su impostación anglosajona.

El más grande enemigo de la Navidad de toda la historia después de Satanás fue Oliver Cromwell (1599-1658), el dictador regicida inglés creador de una teocracia demagógica inspirada en el calvinismo más extremista. Prohibió bajo penas severas celebrarla. Recién con la Restauración y, más propiamente, en el siglo XIX, de la mano de Charles Dickens y de la reina Victoria se intentó que en Gran Bretaña se popularizase de nuevo la celebración, aunque teñida de elementos románticos y “mágicos”. Parece ser que la migración católica a Inglaterra en aquella primera mitad del siglo XIX (exiliados franceses y inmigrantes irlandeses) y a Estados Unidos, generó en algunos sectores del pueblo y de la burguesía una gran nostalgia por esas festividades, que los católicos jamás dejaron de celebrar. Incluso en la América virreinal la Navidad era una gran fiesta que llegaba a opacar a la Epifanía (muy celebrada en la península) e incluso al tiempo pascual. De eso dan fe, por ejemplo, los grandes villancicos indohispanos, como la cachua Dennos lecencia, señores (s. XVI-XVII) del Códice Martínez de Compañón, que se cantaba y bailaba en el obispado de Trujillo del Perú, y que últimamente ha alcanzado gran fama universal.

Cuando llega el siglo XX, en Estados Unidos, algunos sectores muy influyentes en la economía y la cultura popular, de orígenes no cristianos o aún anticristianos, vieron con mucha urgencia la necesidad de descristianizar la Navidad. Y lo lograron, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XX, ayudados por la secularización de las costumbres que siguió al proceso de autodemolición del cristianismo. Este proceso se hace universal con la “norteamericanización” del mundo. Así, la Navidad pasa a ser, en el mejor de los casos, un ejemplo de enciclopedia del valor de la religión en el pragmatismo de William James: algo muy probablemente falso pero que nos sirve para unirnos más y ser mejores, y, en el peor, una especie de potlachconsumista, que llena la faltriquera de toda clase de pícaros. La figura grotesca de “Santa Claus” -creada por The Coca Cola Company a partir de deformaciones folklóricas de San Nicolás traídas por flamencos establecidos en la costa este del país- representa ambos extremos.

¿Cómo podríamos definir entonces el verdadero espíritu de la Navidad, entonces?

Es la fiesta del Nacimiento del Verbo Encarnado, la plena y pública manifestación de la irrupción del Logos eterno en la Historia. Por lo tanto, tendrá que ser un espíritu social. Y la manifestación social del Verbo Encarnado en la Historia no puede ser más que profundamente contrarrevolucionaria. Por eso podemos decir que la Navidad siempre será católica y contrarrevolucionaria, aunque les pese a los enemigos del orden cristiano. De ahí que la Navidad haya sido siempre la constante piedra de escándalo de laicistas de todo tipo. Nunca han podido destruirla, porque su fuerza reside en una promesa de redención y sobrenaturalización de todas las realidades humanas, incluso de las más humildes y sencillas. Y, por eso, la consecuencia necesaria de la Navidad es el reinado social de Jesucristo, es decir, la civilización cristiana.

Los grandes pensadores contrarrevolucionarios se dieron perfecta cuenta de esto. Tenemos el caso del brasileño Plinio Corrêa de Oliveira (1908-1995), autor de profundas meditaciones navideñas recogidas en un libro magnífico titulado El Príncipe de Paz. Meditaciones para el Adviento y la Navidad, y realizadas durante los momentos más trágicos y decisivos del siglo XX. Allí reflexiona sobre distintos aspectos de esta fiesta: desde la Gloria a Dios en las alturas, anunciada por los ángeles a los hombres aquella Noche Sagrada (profundamente significativa y muy pasada por alto), hasta la ofensiva laicista y revolucionaria contra la Navidad y el orden cristiano, así como la esperanza fundada de una restauración. Nos dice lo siguiente: “Nuestra época es un valle sombrío entre dos cumbres: la civilización del pasado, de la que decaímos a través de sucesivas catástrofes que comenzaron con la seudo-Reforma y culminaron con los totalitarismos de derecha e izquierda; y la civilización del futuro, hacia la cual caminamos a través de luchas y sinsabores que llenan, a cada momento, de cruces nuestro camino. Precisamente por eso, porque vivimos en los últimos momentos de un mundo que expira y ya vemos las señales precursoras de otro que nace, la lección de la Navidad tiene para nosotros un significado profundo que debemos meditar en los días de hoy” (O Legiónario, n. 328, 25/12/1938).

¿Y cuál es ese significado? Alcanzar esa gracia única de estos días: “Puestos los ojos en María, unidos a Ella, por medio de Ella, pidamos en esta Navidad la gracia única que realmente importa: el Reino de Dios en nosotros y en torno de nosotros. Todo lo demás nos será dado por añadidura” (Catolicismo, n. 24, diciembre de 1952).

¡Muy interesante! También nuestro Juan Vázquez de Mella (1861-1928) reflexionaba sobre la Navidad…

Sí, el fogoso diputado y pensador contrarrevolucionario asturiano tiene una meditación muy sugerente sobre la Nochebuena. Está en el segundo tomo de sus Obras Completas del excmo. Señor don Juan Vázquez de Mella y Fanjul, editado por la Junta del Homenaje a Mella en Madrid, en 1931, con prólogo del futuro mártir Víctor Pradera. Parece que fue un artículo publicado a fines del siglo XIX en El Correo Español. Ahí señala lo siguiente: “Los Reyes Magos, guiados por celeste luz, van a postrarse ante la cuna del Dios-hombre como ejemplo del deber que tienen todas las potestades de rendirse ante la suya, y como muestra de la obligación que pesa sobre los reyes de hincar la rodilla y ofrecer la corona al que da y quita los reinos y juzga las justicias de los hombres. En el portal de Belén comienza aquella frontera que termina en el Calvario y que separa permanentemente dos mundos: El que se engrandece y prospera a la sombra protectora de la Cruz, porque es libre al amparo de su ley; y el que esclaviza al hombre con la cadena del naturalismo y ahoga la sublime tendencia de su naturaleza a la posesión del bien infinito, encerrándola en el estrecho vínculo de la vida presente, y mostrándole como único porvenir este valle de lágrimas, convertido en tenebrosa mazmorra cuando no le iluminan los eternos resplandores”.

La Navidad sería por tanto un antídoto perfecto contra los errores de la Modernidad…

El constitutivo formal de la Modernidad filosófica y religiosa consiste en el llamado principio de autonomía, que separa a lo humano de lo divino, al individuo de la sociedad y al presente de la Tradición y la Eternidad. La Navidad, por el contrario, celebra la unión de lo humano y lo divino en Nuestro Señor Jesucristo, no solo encarnado en las purísimas entrañas de la Santísima Virgen, sino nacido ya de su seno para ser adorado por los hombres: plebeyos y nobles, sabios y simples, judíos y gentiles, en la persona de los pastores y los magos. Y no solo por los hombres, sino por las Sustancias Espirituales separadas y por la creación toda, secundum quid. La Navidad, además, es la fiesta de la familia y de la verdadera solidaridad, contra el igualitarismo que, sea en su visión colectivista o individualista, anula las relaciones naturales entre las personas. Y finalmente, por su condición esencialmente litúrgica, une el presente con la Eternidad y compendia los signos y anuncios mesiánicos de la historia sagrada previa.

¿Cómo vive la liturgia tradicional la Navidad?

El rito romano tradicional nos revela innumerables misterios y riquezas en estos días, tanto en los últimos días del Adviento, como en la Nochebuena y la Navidad. Desde las antífonas de la O hasta el himno Rorate Caeli, y todo, en verdad, nos habla en el Adviento de la primera y segunda venidas de Cristo. Las témporas de Adviento, que se celebraron la semana pasada, también tienen una riqueza litúrgica y escriturística extraordinaria: son el tiempo más penitencial de este periodo y en las lecciones se leen las profecías veterotestamentarias sobre el advenimiento del Mesías y la unión más profunda entre lo humano y lo divino que significará su nacimiento.

La liturgia navideña, por su parte, revela la gran alegría de la Iglesia ante esta unión sobrenatural entre lo humano y lo divino y sus incalculables consecuencias en todos los órdenes. De este gran gozo de los hombres ante esta buena noticia nos habla la liturgia: “Laeténtur caeli, et exsúltet terra ante faciem Domini”/¡Alégrense los cielos y exulte la tierra ante la faz del Señor! (Ofertorio de la Misa de Medianoche de la Natividad del Señor), “Viderunt omnes fines terrae salutáre Dei nostri: jubilate Deo, omnis terra”/ ¡Vieron todos los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios; canta a Dios, ¡oh tierra toda!” (Gradual de la Misa del Día de la Natividad del Señor). La vida cotidiana se ha encontrado finalmente con la Eternidad. Los pastores, en medio de sus labores habituales, recibieron el anuncio de la boca misma de los ministros de Dios altísimo, los ángeles, incluso antes que los contemplativos, que tuvieron que conformarse con interpretar un signo celeste y llegar tarde. Sobre esta diferencia del anuncio entre los pastores y los magos le gustaba reflexionar al gran escritor católico inglés Evelyn Waugh.

Háblenos de la llamada tregua de Navidad de 1914, que siempre se recuerda en estas fechas. La influencia de Benedicto XV ha sido olvidada en este punto…

Sí, por lo general se ignora en las representaciones cinematográficas de este acontecimiento el llamado a la paz que hizo Benedicto XV el 7 de diciembre de 1914: “Que se silencien las armas al menos en la noche en que los ángeles cantaron”. Pero un historiador contemporáneo como sir Max Hastings, en 1914. El año de la catástrofe lo reconoce: “Cuando se acercaba la Navidad, el papa Benedicto XV hizo un llamamiento público para que, en aquellas fechas santas del cristianismo, se suspendieran las hostilidades. Gobiernos y comandantes rechazaron de inmediato la idea, pero sus soldados se mostraron mejor dispuestos. Las treguas espontáneas de 1914 -porque hubo muchas, en todos los frentes, menos en el serbio- atraen con fuerza la imaginación de la posteridad, como símbolo de la inutilidad de un conflicto en el que no había una verdadera animosidad o propósito. Se trata de una conclusión bastante injustificada (…) Los accesos de sentimentalismo y autocompasión de diciembre de 1914, casi todos iniciados por alemanes, solo eran reflejo del hecho de que, en Navidad, casi todos los miembros de la cultura cristiana deseaban estar en casa con los suyos (…)”.

Aunque, al menos Hastings reconoce el papel jugado por el pontífice y, al menos, menciona la cultura cristiana, creo que es evidente, incluso por propios datos que él mismo brinda sobre la tregua, que no solo fue un “sentimentalismo” nacido del querer “estar en casa con los suyos”. Los soldados de todos los ejércitos de aquella época no vivían todavía la catarata de estímulos sensibles asociados a la reducción de la Navidad a un mero festival familiar donde todos deben regresar al hogar ancestral como podría ser el Año Nuevo chino, ni tampoco eran hombres-masa sin identidad, ávidos solamente de regresar a su rincón caliente particular donde pudieran dar rienda suelta a sus apetitos sensibles, sino que también se sentían parte de un todo mayor, de la Cristiandad, aunque ahora en ruinas, que los unía en una devoción a Cristo más allá de sus diferencias políticas contingentes. Y, además, lo que los movió a salir de sus trincheras fue también poder ayudar con pequeños actos de caridad a sus “pobres” enemigos en recuerdo e imitación de su Señor, aun si borrosamente vislumbrados.

Las pruebas de este espíritu las ofrece el mismo Hastings: la historia poco conocida de la tregua entre belgas y alemanes en el frente de Ypres. Recordemos que el paso del Heer imperial por las tierras de Flandes durante los últimos meses había sido todo menos misericordioso, y existía una viva animosidad entre ambos pueblos (claro que palidecería comparada con los odios monstruosos de la siguiente guerra, signada ya por el totalitarismo). En esa ocasión, dos oficiales alemanes pidieron ver, en medio de la tregua de esa Nochebuena, a un capellán castrense belga para entregarle un cáliz que habían encontrado durante la batalla por Dixmude.

Además, el único ejército donde existió cierta apertura a la idea de una tregua navideña por parte del alto liderazgo fue, como no podía ser de otra forma, el de la católica monarquía austrohúngara. Escribe Hastings: “El día de Navidad, en Galizia, las tropas austríacas recibieron orden de no disparar a menos que se les provocara y los rusos mostraron la misma contención. Algunos sitiadores de Przemysl depositaron tres árboles de Navidad en tierra de nadie, con una nota cortés dirigida al enemigo: ‘Les deseamos, héroes de Przemysl, una feliz Navidad y esperamos llegar a un acuerdo pacífico lo antes posible’. Hubo encuentros de soldados en terreno intermedio (…). Cuando los hombres del zar celebraron sus propias festividades, unos pocos días más tarde, las tropas habsburguesas les correspondieron”.

¿No tendría que ver este mayor compromiso con la tregua de la monarquía católica austríaca en particular (y de los soldados de las monarquías cristianas alemana y rusa, en general) con el hecho de que era esta un último vestigio de la Cristiandad? Nada refleja la condición de la Gran Guerra como suicidio de la Europa cristiana que el hecho de que la tregua de Navidad de 1914 no haya vuelto a repetirse jamás.

Ahora también hay una guerra en el mundo y en Europa oriental, precisamente. Pero ya no se enfrentan Francisco José con Nicolás II sino Zelenski con Putin. No esperemos ningún gesto de grandeza esta Navidad, sino las usuales manipulaciones emocionales ridículas, las mentiras y los maquiavelismos y crueldades de todo tipo que hemos venido observando en estos meses.

Hablemos ahora de los villancicos tradicionales, ¿cómo contribuyen a vivir con intensidad el espíritu navideño?

Todos los misterios de la Redención, de la unión de lo finito y lo infinito y de sus consecuencias para el hombre se reflejan en los villancicos tradicionales de todas las naciones cristianas, en una correspondencia perfecta entre medio y mensaje, pues es precisamente la Navidad la que genera que, de todas las artes folklóricas del universo, las surgidas del Occidente cristiano hayan sido las que alcanzasen mayor profundidad metafísica y estética. El carácter popular de los villancicos se corresponde perfectamente con el carácter popular de la Navidad: un escenario de gentes sencillas, trabajadoras, en medio de sus labores cotidianas con sus animales domésticos, pero que se aprestan a recibir la visita de Dios. Eso es algo que no tiene ningún punto de comparación con las teogonías mitológicas de todos los pueblos paganos, en las que el nacimiento o irrupción del dios está rodeado de elementos insólitos y espectaculares, que reflejan la divinización de las fuerzas de la naturaleza incontrolables o de la fuerza militar de los liderazgos políticos.

Desde Stille Nacht compuesta hace doscientos años por el maestro Gruber y el párroco rural Mohr en Austria, hasta el Adeste Fideles del católico inglés -jacobita y contrarrevolucionario- John Francis Wade (1711-1786), la música popular ligada a la Navidad ha sabido conjugar poesía con profundidad teológica, logrando una belleza tan singular que ha cautivado incluso a los no cristianos.

Los enemigos de la Iglesia combaten los villancicos y todo signo religioso de la Navidad en los espacios públicos…

Siempre habrá un odio a la Navidad por parte de los enemigos de Cristo. No nos referimos aquí, claro está, a los que por ignorancia y/o hastío repudian la Navidad made-in-USA. El laicismo, plenamente coherente con sus principios, pretende expulsar del espacio público a la Navidad, porque entiende correctamente que no puede dejar de ser católica y contrarrevolucionaria, a pesar de tantos siglos de desfiguración. Ahora la moda ideológica va por “deconstruir” la Navidad presentándola como racista y patriarcal. Pero los enemigos de la Navidad se están topando con reacciones cada vez más vivas por parte de sectores importantes de la opinión pública, incluso no particularmente religiosos, cansados de ver que las cosas más queridas acaban siendo pisoteadas y blasfemadas por élites corruptas. ¿Será la “sublime tendencia” de la naturaleza humana que aspira a los bienes infinitos, de la que hablaba Vázquez de Mella, y que todavía vive, como un pequeño rescoldo, en el corazón de tantos extraviados? ¿O será una de las “señales precursoras” de esa civilización restaurada en Cristo anunciada por Plinio Corrêa de Oliveira? Sea lo que fuere, fiat voluntas Domini. ¡Una Santa Navidad a todos!

Por Javier Navascués

1 comentario

  
Masivo
En efecto Cromwell prohibió celebrar la Navidad, y muchas otras cosas como bailar, tocar música o jugar a las cartas.
23/12/22 8:56 PM

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