El profesor Enrique Martínez reflexiona sobre el XI Simposio de estudios tomísticos

Enrique Martínez. Nacido en Barcelona en 1963. Doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona, con la tesis “Persona y educación en Santo Tomás de Aquino”. Formado en la “Escuela tomista de Barcelona". Profesor catedrático de Filosofía en la Universitat Abat Oliba CEU, en donde actualmente es director del Máster Universitario en Estudios Humanísticos y Sociales y coordinador del grupo de investigación “Persona y vida personal"; asimismo es coordinador adjunto del programa de doctorado en Humanidades para el mundo contemporáneo y responsable de su línea “Filosofía y pensamiento” en la CEU Escuela Internacional de Doctorado (CEINDO). Es miembro ordinario de la Pontificia Academia de Santo Tomás, de la que es miembro de su Consejo directivo. Su línea de investigación es la metafísica de la persona y sus implicaciones en el conocimiento y la educación.

Analiza en esta entrevista el XI simposio de estudios tomísticos sobre la “FÍSICA: perspectivas filosófica, científica y teológica", que tuvo lugar recientemente en la Universidad CEU Abat Oliba de Barcelona. Este simposio fue fruto de la vitalidad de la Escuela Tomista de Barcelona, arraigada en Schola Cordis Iesu, en la fidelidad a aquella síntesis filosófica y teológica propia de santo Tomás de Aquino, Doctor Común de la Iglesia.

¿Qué supone haber celebrado ya el XI Simposio de estudios tomísticos?

Celebrar el undécimo simposio de estudios tomísticos es una gracia, una gracia del Señor. La perseverancia es una gracia y por eso que estemos ya en el undécimo simposio, nos lleva a en primer lugar a agradecer a Dios por todo el don recibido y pedirle que podamos seguir dando fruto durante mucho tiempo.

¿Por qué este año eligieron como tema la física, bajo las perspectivas filosóficas, científicas y teológicas?

Este año hemos escogido el tema de la física, es decir, la filosofía de la naturaleza y su relación con la ciencia y con las ciencias físico-matemáticas y también con la sagrada teología.

La razón de esta elección es porque además de que la filosofía nació con la reflexión acerca de la naturaleza y que fue Aristóteles el que le dio cuerpo a esta reflexión de una manera extraordinaria con la comprensión del ente natural, del ente que cambia, con su estructura de acto y potencia. Esto, además, es muy importante para poder desarrollar luego adecuadamente la metafísica. Y sin una buena metafísica no es posible luego hacer bien teología. Ya decía, el papa San Pío X a los estudiantes de teología, que dejar la metafísica, principalmente la de Santo Tomás, no se hará sin gran daño.

¿Qué nos puede decir de los ponentes que participaron de este año?

Este año nos acompañaron ponentes de diversos lugares en donde el tomismo, gracias a Dios, se mantiene fecundo. Aparte de los profesores de la Escuela Tomista de Barcelona, vinieron también profesores que se encuentran en la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid, varios frailes dominicos del instituto Santo Tomás de Toulouse, algún profesor de la Universidad Nicolás Copérnico de Torum en Polonia, varios de la Facultad Libre de Filosofía, que está en París, el presidente de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino, la profesora Lorella Congiunti, que está en Roma y algunos otros que vienen de diversos lugares. Junto con esto, este año hubo una notable participación de alumnos de Filosofía de la Universidad Abat Oliba, que presentan comunicaciones y esto es un gozo, porque se ve que estos estudiantes van madurando en su estudio filosófico y lo hacen a la luz de Santo Tomás.

¿Cuál es el objeto de la física?

El objeto de la física, de la filosofía de la naturaleza, es el ente móvil, el ente que cambia. Ya decía Aristóteles que ello conlleva una actitud teorética contemplativa. Hay que saber contemplar aquello que nace y crece. Fíjese que la naturaleza, donde más claramente se manifiesta, es precisamente en el nacimiento porque es una comunicación de vida, una comunicación de ser. Y esto en nuestra sociedad, desgraciadamente, es algo muy olvidado, muy abandonado y hasta combatido. La generación, el nacimiento de los hijos, es algo que en nuestra sociedad se rechaza y por eso se rechaza la familia. Carlos Marx en su tesis número 4 sobre Feuerbach decía que para atacar la Sagrada Familia del Cielo, hay que atacar la familia natural. Después de descubrir en la familia terrenal el secreto de la Sagrada Familia, hay que criticar teóricamente y revolucionar prácticamente aquella. Es lo que se ha venido haciendo desde entonces.

La familia natural, con esa comunicación de vida, es donde más claramente se manifiesta. Fue en la familia en donde quiso el Padre eterno, que se encarnara su hijo, el Verbo. El hijo de Dios nació de una mujer, nació en el seno de una familia natural. Y por tanto, ver al niño Jesús, en brazos de la Santísima Virgen María y siempre acompañados de San José, es lo que nos ayuda a contemplar, desde el orden natural, el orden sobrenatural es decir, la generación eterna del Verbo de Dios, en el seno de la Santa Trinidad.

¿Cómo define Aristóteles la naturaleza?

La naturaleza dice Aristóteles, que es la substancia que tiene, en sí misma un principio intrínseco de movimiento y reposo, eso es la naturaleza. Es aquella substancia que crece por naturaleza, que se mueve por naturaleza, a diferencia de lo que es artificial. La modernidad ha rechazado esto y lo ha sustituido por el mecanicismo, en donde no hay naturaleza, en donde no hay vida, todos son máquinas bajo el poder del hombre, que las manipula.

Sin embargo, contemplar la naturaleza como aquello que tiene ese principio de movimiento y reposo, supone que el hombre descubre lo que es la naturaleza, no la crea. La técnica, el arte, tiene que imitar la naturaleza y no al revés. La modernidad comienza trastocando este principio, en el texto del astrónomo Kepler, dice Dios crea el mundo inspirándose en el arte del hombre que va a aparecer más adelante.

Fíjense, Dios sometiéndose, subordinándose a la técnica del hombre. Esto es perverso. Pues considerar los principios de la naturaleza, que son la materia, la forma y la privación, nos permite comprender el dinamismo de ese crecimiento. Realmente la aportación de Aristóteles es grandiosa.

¿Cuáles son las principales cuestiones acerca de la naturaleza?

Son muchas cuestiones principales acerca de la naturaleza, del ente natural. Pero hoy en día yo considero que uno de los aspectos fundamentales de lo que es el ente natural, de lo que es la reflexión filosófica acerca de la naturaleza, consiste en saber contemplarla. Decía mi maestro Francisco Canals que en la modernidad se ha dado una absolutización de la praxis dominadora de las cosas. La misma naturaleza, explicaba también el maestro José María Petit, en la posmodernidad ha sido eliminada para ser sustituida por un azar que es como creador, demiúrgico. Eso es terrible, porque deja al hombre absolutamente desamparado ante quien puede ser el nuevo creador demiurgo, que principalmente es el Estado. Entonces el hombre pasa a ser como un producto del estado. Eso es peligrosísimo y lo estamos viendo en nuestros días.

Por eso, lo primero es saber contemplar la naturaleza y a partir de ahí llegar a descubrir aquello que es lo más perfecto en toda la naturaleza que es la persona. Son palabras de Santo Tomás. La persona es lo más perfecto de toda la naturaleza y así contemplando el ser personal, que es imagen de Dios, entonces se ordena la vida individual, se ordena la vida familiar, se ordena la vida política y se ordena todo en orden a Dios, porque la naturaleza divina se unió a la naturaleza humana en la persona del Verbo. Por tanto, la contemplación de la naturaleza y la contemplación de la persona es lo que puede orientar nuestra mirada hacia lo que realmente es digno de ser contemplado.

Por Javier Navascués