Mosén Robert Baró habla de la reciente restauración del Cristo de Lepanto de la Catedral de Barcelona

Mosén Robert Baró, es doctor en Historia, con la tesis Escrivans al Vallès. Segles X-XI. Universitat Autònoma de Barcelona, 2019 con la calificación de Excelente Cum laude y licenciado en Estudios Eclesiásticos (Baccalaureatus in Theologia) por la Facultat de Teologia de Catalunya, 1999.

Como canónigo de la Catedral de Barcelona, conservador del patrimonio y archivero analiza la reciente restauración del Cristo de Lepanto.

¿Por qué decidieron restaurar el Cristo de Lepanto?

Ya hacía unos cincuenta años que no se intervenía de manera integral en la imagen, y en los últimos años se habían observado algunas pérdidas y grietas en la superficie, por eso eran necesario actuar para consolidarla y evitar su degradación.

¿Cómo se realizó técnicamente el proceso para recuperar la primigenia policromía?

Sencillamente limpiando la capa de hollín y alguna pátina que se le había aplicado recientemente (en los años 70 del siglo XX). En la práctica sólo con goma de borrar y algodoncillo con agua caliente.

¿Cómo ha contribuido a revitalizar la devoción al Cristo?

El rostro original del Cristo es de una expresión bellísima, refleja una muerte en la confianza de estar en las manos del Padre, e incluso se intuye una sonrisa en esa última mirada a la Madre que estaba al pie de la cruz.

En cualquier caso es la imagen más venerada de Barcelona…

Ciertamente, es una imagen de gran veneración en la ciudad, diócesis y toda Cataluña. Son muy numerosas las personas que a diario acuden a venerarla y una costumbre muy arraigada ir a confesar cerca del Santo Cristo de Lepanto. El Viernes Santo es cuando con más intensidad puede constatarse esa devoción con los miles de personas que se acercan a ella, y sobre todo, a las tres de la tarde, durante el Sermón de las Siete Palabras.

¿Hasta qué punto es conocido por los visitantes de fuera que el Cristo de Lepanto se halla en la catedral de Barcelona y su historia?

Muchos visitantes, especialmente provenientes del extranjero, desconocen la imagen y su historia, pero gracias a los recursos que ofrece la visita y sobre todo a la presencia continuada de fieles en su capilla, se percatan de la importancia de esta representación del Señor en la cruz.

¿Qué simboliza este Cristo de Lepanto para toda la cristiandad?

Simboliza la confianza en el Crucificado en los momentos de dificultad, de desolación, de sentirse acorralado. La confianza en Aquél que no abandona a su pueblo, del Buen Pastor que va a buscar a la oveja perdida. La presencia, según la tradición, de esta imagen en la batalla de Lepanto, es una invitación a sumarnos a la protección que sus brazos abiertos nos ofrece.

¿Cómo valora la ceremonia y procesión que hubo recientemente tras la restauración?

Ante todo, no se quería presentar la restauración de la imagen como una obra de museo. Es una imagen venerada y querida, se la acogió en un solemne acto litúrgico con los más cercanos a ella, el cuerpo de Portantes del Santo Cristo de Lepanto, los canónigos, escolanes, religiosas, y fieles que cada día van a rezar a sus pies. Nunca salió de la Catedral, y volvió a estar accesible para los fieles, como desde hace siglos.

Por último quiero preguntarle por la abnegada labor de los portantes del Cristo, que acaba de citar, una tradición muy antigua que enlaza con los orígenes de la cofradía en 1651.

El Cuerpo de Portantes es uno de los grupos más activos y comprometidos de la Catedral, fieles devotos del Santo Cristo que lo trasladan y acompañan en los momentos más importantes del año litúrgico, y que organizan también los Viacrucis y otros actos de devoción. Pero gracias a Dios no es el único grupo activo en la Seo, varias cofradías, particularmente las gremiales, hunden sus raíces en la Edad Media, desde 1202, y siguen vivas, dando testimonio de la fe en Jesucristo, cada una desde su especificidad: zapatero, carpinteros, esparteros, colchoneros…

Me han informado de que van a tener lugar unas jornadas de estudio para profundizar en esta devoción.

Sí, se están preparando unas jornadas para profundizar el conocimiento sobre la imagen del Santo Cristo de Lepanto y todo aquello que la rodea. La Santa Cruz es la titular principal de la Catedral, desde el siglo VI al menos, y conocer más a fondo la imagen más venerada de la casa, nos ayudará a amarla más, y a través de ella al Señor que en ella está representado.

Por Javier Navascués

2 comentarios

  
Vladimir
"...conocer más a fondo la imagen más venerada de la casa, nos ayudará a amarla más, y a través de ella al Señor que en ella está representado"
Ese es el fin de las imágenes, transportarnos espiritualmente hasta la persona a quien representan. Por ello, la imágenes sacras deben ser bellas, pero, además, deben estar construidas de tal forma que despierten en nosotros anhelos de virtud, anhelos de Cielo.
A veces se piensa que, entre más realista sea una imagen sacra, más asegurado está el fruto espiritual que se quiere alcanzar con ella. Sin embargo esto no es tan cierto. En este campo, perfección y realismo vienen a ser dos cosas distintas. En el caso de este tipo de imágenes, la belleza que manifiesten, debe ser tal que nos ayude a trascender hacia las realidades del Cielo y no tanto a quedarnos en el suelo. Digo esto porque hay la tendencia hoy día a elaborar imágenes con tal realismo, que nos llevan a admirar la destreza del artista, pero ahí queda todo.
Por ejemplo, esos Cristos Resucitados, donde parece que, el máximo objetivo de su creador, fue decirnos que Jesús era un fisiculturista que disfrutaba de muy buena salud física. O figuras de Angeles (como he visto en algún templo), de formas redondeadas nada apropiadas para
un templo y que más bien parecen mensajes subliminales del feminismo invasivo que hoy se introduce por todas partes.
Las imágenes religiosas deben ser bellas y perfectas, pero estilizadas, para que comuniquen un mensaje espiritual. El mucho realismo, en cambio, nos aleja de ese objetivo trascendente.
07/06/23 4:30 PM
  
Vladimir
Reforzando el comentario anterior, agrego que, las imágenes sacras, además de elevarnos a la consideración de algún misterio de la Fe, DEBEN MOVERNOS a la devoción, a la Oración, en particular.
Volviendo al tema de los Crucifijos y Resucitados. Algunos son admirables en todos sus detalles, pero NO INSPIRAN, para nada, sentimientos de devoción. Vuelvo a insistir: eso se da por el realismo exagerado que muestran en sus formas. Su realismo nos atrapa e impide que el espíritu se eleve a la consideración de los misterios que se pretende comunicar.
Lo anterior se da, porque no siempre estos artistas son sensibles al Misterio y están más bien condicionados por la cultura del espectáculo, en que vivimos, donde solo interesa el impacto de los sentidos. Esto se ve, no sólo en la realización de imágenes, sino también en la arquitectura.
En el arte sacro, devocional, la estilización de las formas es de importancia suma, para que se manifiesten y afloren los significados profundos y trascendentes que se quieren transmitir con la obra.
07/06/23 6:05 PM

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