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15.08.23

Conversión total: Ocultista, stripper con tienda erótica, adicciones, vacío existencial, intento de suicidio...

Nuestra protagonista Jessica Martínez se describe a sí misma de esta manera: Tan solo soy lo que soy ante Dios. Esta frase de San Francisco de Asís resume muy bien mi vida. Muchas personas no entienden, ni entenderán lo que soy o lo que el Señor ha hecho en mi vida. Intento vivir mi fe de forma tradicional y porque no, radical en todo lo que puedo (sin fanatismos). Sé que tengo una deuda con Dios imposible de pagar. Él vino a buscarme de la forma que menos lo hubiera esperado, me restauró y me da mucho más de lo que yo hubiera podido pedir. Y aunque en mi vida siguen habiendo fuertes luchas, sé que nunca más volveré a estar sola”.

Vayamos directamente ya con su historia de conversión, verdaderamente espectacular. Y providencialmente sale a luz hoy, día de la Asunción.

Las heridas de la infancia marcaron su vida…

De pequeña era una niña muy inquieta y algo hiperactiva… Me encantaba cotillear y estar entre los adultos como una más. Estoy segura de que mis padres se esforzaron por dármelo todo según su criterio y de que simplemente no supieron hacerlo mejor.

Cualquier persona que me conociera hubiera dicho que yo era una niña alegre y muy feliz, ya que siempre sonreía y era muy extrovertida. Aunque los primeros recuerdos que tengo de mi infancia son de estar sola en mi habitación con una profunda pena. Yo necesitaba mucho afecto de mis padres, especialmente de mi padre… Y tristemente mi madre se sintió despreciada y celosa y dió a mi padre un ultimátum, con lo que mi padre se distanció emocionalmente de mi cuando yo era muy pequeña.

Mi madre había fumado porros desde muy jovencita, fumó estando embarazada de mi y siguió fumando hasta hace pocos años. Mi padre trabajaba mucho y yo pasaba muchas horas con mi madre, ella era muy dura conmigo y me humillaba constantemente. Parecía que nunca hacía nada bien a sus ojos por mucho que tratara de esforzarme por ganarme su cariño y su aprobación… Y así crecí.

Mi adolescencia fue muy difícil, pues siendo una chica de carácter fuerte y con mucha rabia acumulada en mi interior, nuestra casa se convirtió en un infierno. Tenía con mi madre frecuentes enfrentamientos que gracias a Dios nunca llegaron a las manos. Pero sí que habían muchos gritos y faltas de respeto por ambas partes. Ella después explicaba las cosas de forma distorsionada y me dejaba sola y aislada de mi propia familia, ya que yo siempre era la mala de la película.

A los 12 años ya perdió la inocencia…

Todo esto me llevó a madurar antes de tiempo, y soñaba con encontrar una pareja con la que irme a vivir fuera de casa y escapar de mi realidad. A los 12 años tuve mi primera pareja con la que perdí la virginidad, algo que para mi era lo normal, ya que estaba enamorada de este chico.

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