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14.05.22

Luis Antequera analiza como historiador su libro “El cristianismo desvelado”

Luis Antequera es escritor y periodista. Autor de seis libros y 2.500 artículos. Los libros son “Jesús en el Corán”, “Derecho a nacer”, “El cristianismo desvelado”, “Cristianofobia”, “De Saulo a Paulo, el rabino que se cayó del caballo”, y el actual Historia desconocida del descubrimiento de América.

Director del programa de radio “Esta no es una Semana Cualquiera”. Colaborador del programa de radio “Diálogos con la Ciencia”. Bloguero en Religión en Libertad. Colaborador de otros medios como “Revista Asturias”, “Alto y Claro”, Decisión radio o El Toro. Fundador de “El Club de la Tertulia”. Colaborador de la “Tertulia Jesús Barrera”.

En esta entrevista analiza su libro “El cristianismo desvelado” desde el punto de vista del historiador, sin entrar en campos relacionados con la fe o con la teología.

¿Por qué un libro dando respuestas a las principales preguntas sobre el cristianismo? ¿Hay que desvelar lo que está revelado?

Pues sí, la verdad. Y no sólo porque, efectivamente, la gente en general y los cristianos en particular, desconozcan la historia que subyace detrás de cada dogma y de cada tradición de la religión que practican, algo en lo que se les podría atribuir, si no una culpa, sí una cierta responsabilidad, sino todavía más, porque subyace mucha, mucha historia detrás de cada uno de esos dogmas y tradiciones, y no es fácil conocerla sin ayuda, que es la que pretendo ofrecer con este libro.

Se centra en la Iglesia Católica, pero ¿por qué habla de cristianismo más que de catolicismo?

Todo lo que se continúa desde el mensaje de Jesucristo es, como la propia palabra indica, cristianismo, con un tronco central, la Iglesia Católica, que es la que ha prevalecido sobre las demás corrientes. Pero el mensaje cristiano, incluso el mensaje propiamente católico, se configura a partir de un debate que incluye también las propuestas no estrictamente católicas, muchas de las cuales forman actualmente el corpus de las herejías, otras el de los cismas… hasta contemplar, al día de hoy, a los cristianos, divididos en tres grandes categorías (y muchas otras menores): el cristianismo latino, o católico; el cristianismo griego, u ortodoxo; y el cristianismo germánico, o protestante.

¿Por qué es importante conocer los precedentes del cristianismo y las fuentes que tenemos?

Entiendo que es un trabajo que puede apelar no sólo a todo aquél que esté interesado en conocer la historia de la religión que practica, o que simplemente profesa, sino también, a todos los que estén interesados en la historia, uno de cuyos principales capítulos es, precisamente, el de la configuración del corpus cristiano de pensamiento.

Igualmente es bueno profundizar en el entorno y las costumbres en tiempos de Jesús.

Pues sí, la Palestina del s. I es un período muy interesante de la Historia, y a cuantos sostienen que los Evangelios y demás libros del Nuevo Testamento no son fuentes fiables, yo les digo: no sólo sí lo son, sino que son, probablemente, la mejor fuente de la que disponemos para conocer ese apasionante período histórico que es la Palestina del s. I., con la irrupción de Roma en esas tierras.

¿Por qué nadie puede dudar sobre la existencia histórica de la persona de Jesús?

Ese disparate del que Vd. habla se ha dicho, y lo han sostenido personas que presumen de ser historiadores. Dudar de la existencia de Jesucristo pone en cuestión todo el método histórico desde la base y desde los principios. La abundancia de fuentes y testimonios de Jesucristo es tal, que si Jesucristo no existió, entonces hay que dudar de la existencia de Alejandro Magno, de Julio César, de Alfonso X el Sabio, de Miguel Angel Buonarotti… y así podría citarle a Vd. miles de personajes.

Pero no sólo desde el punto de vista de las fuentes, sino que también desde el punto de vista de las consecuencias, explicar un mundo como el actual, en el que más de dos mil millones de personas son, de una manera o de otra, cristianas, obliga al historiador a la labor quimérica de explicar ese resultado sin la causa que lo produjo.

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