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5.05.22

Enrique Álvarez analiza su novela Marta, Marta...una compleja trama tras la perdida de la fe de un obispo

Enrique Álvarez (León, 1954) cursó la carrera de Derecho y ejerció tareas de gestión cultural durante más de treinta años en el Ayuntamiento de Santander. Fue cofundador del Grupo Yeldo, crítico literario en el Diario de León y en la prensa santanderina, y actualmente escribe artículos de opinión en el Diario Montañés. Como narrador ha publicado seis libros de relatos, entre los que destacan El trino del Diablo (Menoscuarto, 2006) y Soñar en serio (Ediciones Valnera, 2014), y las novelas El sueño de la ahogada (Ediciones Tantín 1990), Hipótesis sobre Verónica (Ediciones Libertarias, 1995), El rostro oculto (Tantín, 1994), Garabandal, la risa de la Virgen (Tantín, 2010), Un viento raro (Eolas, 2018) y Cuando llegue la gloria (Ediciones Tantín, 2018).

Marta, Marta…un título que para muchos precisa la ilustración de portada para entenderlo y para otras personas, sin cultura religiosa, ni siquiera así lo entienden…

Efectivamente, son muchas, muchísimas, las personas de cincuenta años para abajo, incluso con una buena formación literaria, que desconocerán el texto y el contexto de ese vocativo, “Marta Marta", que da título a mi novela. La ignorancia religiosa, o más bien bíblica, empieza a ser escandalosa, por no decir aterradora, en la España de hoy. Esa ignorancia es la prueba más incontrovertible de la incultura general que nos rodea.

¿En cierta manera Marta representa al hombre moderno afanado en muchas cosas, pero no en la única necesaria?

Sí. El personaje de Marta, que es una monja moderna, una Hija de la Caridad, representa a este cristianismo hodierno que se afana -no diré que demasiado pero sí que en modo excluyente- por el servicio a los demás, cuando en ocasiones -no diré que siempre pero sí que a menudo- lo prioritario es escuchar la palabra de Dios, porque sin el alimento que es Dios mismo, en su palabra y en sus sacramentos- la caridad se vacía, se seca. Pero también debo advertir para quien piense leer la novela que mi Marta, el personaje, es mucho más que el símbolo o el esquema de una idea moral o teológica.

Lo primero que llama la atención es que el sorprendente anuncio del obispo tiene similitud con un caso reciente….¿Hasta que punto hay alguna relación con ello?

No hay ninguna relación. La novela se terminó un año y medio antes de que saltara el escándalo del obispo al que usted alude. Mi obispo, que es pura ficción, representa a un hombre que ha perdido la fe pero que es idealista, diabólicamente idealista, si se quiere, y aspira a dar ejemplo de coherencia y rectitud. En cambio, el otro obispo, el de ese caso real reciente, a juzgar por lo que hemos leído en los periódicos, parece más bien un “carnalista"… y ya se sabe que los pecados de la carne son más fácilmente perdonables que los del espíritu.

En el fondo el libro es una reflexión sobre la existencia de Dios, un tema que aunque está muy manido, no deja de ser el más importante…

En mi novela están presentes muchos temas, casi todos ellos relativos a la cuestión religiosa, y entre ellos, el de la existencia de Dios. Pero mi novela no pretende resolver ningún problema ni sentar tesis alguna. Sólo pretende tratar de ello, motivar al lector a que reflexione sobre los asuntos importantes de nuestra existencia. Y, en ese sentido, es casi un desafío al statu quo de nuestra literatura actual, en que esos asuntos están soslayados o considerados inestéticos, vitandos.

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