InfoCatólica / Caballero del Pilar / Archivos para: Febrero 2022

7.02.22

La cristofobia es la manifestación del poder limitado de Satanás sobre las masas de la ciudad del mundo

Cristofobia, la gran conjuración anticatólica. Prólogo al nuevo el libro de José Antonio Bielsa

Celebro que mi amigo José Antonio Bielsa continúe porfiando en su obra literaria, ya notable y que dada la juventud y talento del autor, intuyo y deseo que vaya mejorando con los años como el buen vino. Él viendo la situación actual de la Iglesia y del mundo es bastante pesimista y no le falta razón. Humanamente hablando todo es un drama y solo la esperanza católica nos hace sobrevivir en el nauseabundo desierto de la postmodernidad, que es una cloaca de inmundicia y buscar pequeños vergeles de agua cristalina y aire puro.

Una vez contaba un misionero que al encontrarse con un joven en el avión, como es costumbre, le dio a besar el crucifijo y él joven le respondió, tras negar con la cabeza, mirando al crucifijo: te odio.

Ese joven ya había decidido que partido tomar en esta vida. No puede haber pecado mayor que el odio a Dios porque Dios en esencia es amor. Es ciertamente el pecado de los condenados que libremente han decidido rechazar el amor de Dios y vivir toda la eternidad maldiciendo.

Considero que el tema del libro es clave porque una de las características esenciales de la postmodernidad es la animadversión hacia Dios en sus múltiples manifestaciones, ya sea de manera fría con la indiferencia o de la manera caliente, que es propiamente el odio.

El objetivo de la Sinagoga de Satanás no es otro que dinamitar la cristiandad, esto es cuando el buen olor de Cristo impregna todo el orden temporal. Primero se echa a Cristo de la vida pública, relegándolo a las sacristías y luego de toda la sociedad prohibiendo su presencia y haciendo desaparecer todo signo católico.

Por eso es más oportuno que nunca este libro porque la cristofobia es el signo de los tiempos. A veces no nos damos cuenta, pero continuamente se derriban cruces, se profanan templos y hay manifestaciones “artísticas” blasfemas. La mayoría de ellas pasan desapercibidas y solo cuando tienen cierta relevancia en los medios nos enteramos de ellas.

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4.02.22

El ciudadano de la Ilustración y de la Revolución francesa será exterminado por el sujeto digital

Entrevistamos al escritor José Sierra sobre su libro Sobre la pandemia y la política. El presente libro es una continuidad de las tesis del anterior trabajo: Orden cultural versus Orden digital…pero adaptadas y concretadas a la situación derivada de la declaración mundial de pandemia y a la aceleración de algunos de los procesos que allí ya se describían. (Parte 2)

¿Vivimos un cambio de paradigma como nunca hubo antes?

No. Creo que se trata del advenimiento del orden digital que está desplazando al orden analógico.

La digitalización, la automatización, la conjunción hombre-máquina, la robotización… todo esos fenómenos no son teorías. Como tampoco son teorías el impacto que está provocando el despliegue de esos fenómenos en el sujeto. Tampoco es teoría todas aquellas consecuencias que están produciendo su implementación, en el ámbito de los sentidos y de las percepciones, en el plano de los procesos de pensamiento, en las formas en que se generan nuevas dependencias tecnológicas o sanitarias, en la eliminación del factor trabajo ante máquinas automáticas, en la licuación de la familia sustituida por una exterminación de la finalidad del sexo convertido en puro placer…otra cosa es que se quiera ignorar.

No se trata, pues, de un nuevo paradigma. Es una hecatombe civilizatoria de sustitución total y absoluta de un modo de existencia basado en la razón y sus derivados (sea la teología, sea la política o sea la economía) por otro orden de existencia que se fundamenta en la información pura.

Este nuevo poder solo podemos entenderlo desde la materia de la que está constituido: información (bits y dentro de poco de qubits). Y tenemos que comprenderlo abarcando también tanto aquellas aplicaciones que procesan la información como a través de las infraestructuras en red que permiten su circulación.

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3.02.22

El sujeto digital está completamente desarraigado de la trascendencia, de los valores y de la familia

Entrevistamos al escritor José Sierra sobre su libro Sobre la pandemia y la política. El presente libro es una continuidad de las tesis del anterior trabajo: Orden cultural versus Orden digital…pero adaptadas y concretadas a la situación derivada de la declaración mundial de pandemia y a la aceleración de algunos de los procesos que allí ya se describían. (Parte 1)

Un libro sobre la pandemia y la política… no podía haber un tema más actual.

En estos momentos la pandemia parece competir con otro acontecimiento mundial: la expectativa de conflicto o no entre Rusia y Ucrania.

La pandemia nos trae la muerte y la guerra también. Pero ambos acontecimientos parecen estar afectados por el mismo síntoma: su descafeinización conceptual. Estamos ante una pandemia (casi) sin muertes y ante una guerra anunciada pero que no tiene lugar.

En ese sentido, creo, no sería muy correcto hablar ni de pandemia ni de guerra (hasta que llegue el momento en que se desate la muerte en proporciones bíblicas).

Se habla mucho de pandemia, por ejemplo, cuando en realidad detrás o al margen del fenómeno vírico solo te encuentras con una inmensa simulación técnica que determina el comportamiento de la población (el miedo), que moviliza a los colectivos de la salud (la vacunación) y que hace actuar a los Estados (imponiendo medidas restrictivas económicas y limitando derechos fundamentales).

No podemos sostener que todo sea una gran mentira, porque hay algunos muertos, la vacunación de la población ha alcanzado niveles asombrosos y las medidas limitativas económicas y jurídicas han campado a sus anchas durante estos casi dos últimos años.

Sin duda, no se trata de los efectos provocados por un virus que haya aparecido de pronto y que irrumpe en nuestras vidas y que parece tener una extraordinaria capacidad de adaptación taumatúrgicas a situaciones adversas. El virus es prácticamente innocuo. Lo que estamos viviendo no es más que el resultado, asombroso, de una simulación técnica, de una ficción virtual a nivel global que está arrasando y determinándolo todo.

No es un problema sanitario sino de otro orden, es decir, del advenimiento acelerado de un orden digital que ya estaba en ciernes.

De hecho han conseguido que no se hable de otra cosa.

La pandemia ha generado su propia narrativa, que es como su misma justificación, convertida en relato mítico y ha invocado a sus creyentes.

Es evidente que la fuente de formación del mito ya no es únicamente atributo del Estado a través del correspondiente ministerio o consejerías de sanidad.

Puede señalarse, directamente, a los medios de comunicación; también a los supuestos expertos y demás profesionales de la salud que han dado credibilidad al relato y lo han fomentado (aunque eso supusiera contradicciones permanentes); y, en medida decisiva, a la mayor parte de la población que ha asumido y actualizado, con su indolencia miedosa, el discurso endiosado del virus.

En ese sentido, estamos en presencia del virus de la información. Todos lo querían desde los mass media hasta cualquier individuo y cada uno ha hecho del fenómeno lo que ha creído oportuno: unos se lo creen y lo fomenta, otros no se lo creen y lo estigmatiza.

Lo que debe de constatarse en esta situación, la de la pandemia, es las ansias de la población de satisfacer su íntima e interna necesidad de creer impulsada por el miedo, el pánico y el terror de perder la vida. Hay mucho de comportamiento religioso en eso del virus, con sus prácticas patéticas (como la de llevar mascarilla en medio del campo o la de inocularse una pócima de eficacia incierta de forma regular… y ya van cuatro), seguramente porque desde que Dios ya no rige nuestra existencia no se ha sabido asimilar la orfandad trascendental.

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2.02.22

Obituario de Javier Barraycoa ante la muerte de Luis Vives Suriá, para que conste que hubo hombres así

Comparto por su interés un emotivo obituario de Javier Barraycoa sobre Luis Vives Suriá, recientemente fallecido para que quede constancia de que hubo hombres así.

Rogamos oraciones por su eterno descanso. 

Luis Vives Suriá, mucho más que un amigo. Por Javier Barraycoa

Don Luis, como le llamábamos. Luis, como el insistía en que le llamáramos, nos ha dejado. Mejor dicho, Nuestro Señor le ha reclamado a su presencia, a su Juicio ineludible y, por su puesto, para desbordar sobre él su Divina Misericordia. Sé que se enfadaría si escribiera un melifluo obituario diciendo que “ya está en el cielo”. Él, católico a machamartillo, era consciente de que la bonhomía clerical, especialmente en las prédicas funerarias, era frecuentemente una negación de facto del dogma de la existencia del purgatorio y del infierno. Compartíamos frecuentemente, cuando alguien conocido fallecía, que el proceso de purificación, hasta gozar de la presencia de Dios tras la muerte, era prácticamente inevitable para todos, incluso para los más santos. Pero también tenía la confianza de que este paso fuera llevadero gracias a la intercesión de la Mare de Déu y san José, patrono de la Buena Muerte. Por eso, desde que inició su agonía, recé, sigo rezando y rezaré durante mucho tiempo por la salvación de su alma y para que interceda por nosotros. Eso es lo que él quiere, de ello estoy más que seguro.

En la relación de amistad pasa una cosa curiosa, nunca puedes decir exactamente cuando empieza, pero sí tienes por cierto cuándo existe. A Luis lo debí conocer hace tantos años que ni me acuerdo. Posiblemente fue en aquellas celebraciones de la Inmaculada Concepción, patrona del Requeté, en el Círculo familiar de Montserrat (una tapadera carlista), en la calle Bonavista del barcelonés barrio de Gracia. Correría el final de los 70. El tiempo pasa, sí. Coincidimos en actos carlistas ilustres como los de Poblet en los ochenta; o año tras año en la celebración de los Aplechs de Montserrat, pero entonces éramos simplemente correligionarios que coincidíamos en los encuentros. Son recuerdos aún difusos. Me acuerdo que durante unos años, cada tercer lunes de mes, pasábamos cerca de su casa para recoger a su hijo José Luis, en el coche del Juan Casañas, para cumplir con el turno de Adoración nocturna en el Tibidabo. Era el turno de “los carlistas”, hasta que hace poco un diablo vestido de salesiano decidió que adorar al Santísimo Sacramento toda la noche era una cosa del pasado y que era mejor expulsar a los adoradores del Tibidabo (pero esta es otra historia).

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1.02.22

Cómo hablar de Dios con un ateo (Sekotia). Carlos Alberto Marmelada analiza a fondo su libro

Carlos Alberto Marmelada. Nacido en Barcelona en 1962, es licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad de Barcelona. Con más de 20 años de experiencia docente es en la actualidad profesor de la Universitat Internacional de Catalunya. Es autor de los libros: El origen del hombre. Cuestiones fronterizas. Charles Darwin. Evolución y vida. Y Darwin y el mono (junto a Daniel Turbón). Así mismo ha publicado más de 180 artículos sobre evolución humana, cosmología, metafísica y el diálogo entre ciencia, razón y fe. Ha impartido numerosas conferencias sobre estos temas en diversas universidades e instituciones. Ha sido ganador del Premio Arnau de Vilanova.

https://www.amazon.es/C%C3%B3mo-hablar-Dios-ateo-posmodernas/dp/8418414278

¿Por qué un libro sobre cómo hablar de Dios con un ateo?

El ateísmo de nuestros días tiene unas características muy distintas a las del ateísmo de los dos siglos anteriores. El mundo cambia, la sociedad cambia y el perfil del ateo de nuestros tiempos también ha cambiado. Por eso resulta esencial hacer una radiografía detallada del ateísmo actual, para así poder dialogar con él de un modo sincero, honesto y, sobre todo, fecundo; ya que, si el diálogo no conduce a ninguna parte, ¿para qué sirve? Este libro pretende prestar una contribución positiva al importante y necesario diálogo entre los que sostienen una visión teísta del universo y la vida (especialmente la humana) y la cultura actual (que, en Occidente, se caracteriza por una evidente ausencia de Dios).

En el s. XIX y la primera mitad del s. XX, las grandes figuras del pensamiento ateo intentaron dar pruebas racionales de la no existencia objetiva de Dios. A esta postura se la conoce como ateísmo teórico positivo. Durante la segunda mitad del s. XX el ateísmo dimitió de esta pretensión; ni una sola de las pruebas presentadas por el ateísmo fue capaz de resistir la crítica. En el libro se analizan estos argumentos y sus correspondientes críticas. De modo que el ateísmo teórico positivo fue sustituido por un agnosticismo que se extendió por todas las capas de la sociedad. El agnosticismo se vivió como un ateísmo práctico y, con el paso de las décadas, acabó dando lugar al indiferentismo religioso que caracteriza a nuestra sociedad; y que es la forma de ateísmo dominante en nuestros días. Este libro pretende ser una herramienta útil para poder dialogar con esta forma nueva de ateísmo.

¿Tiene sentido hablar de Dios hoy?

Por supuesto que sí. Siempre lo tendrá. Kant decía que el ser humano es metafísico por naturaleza, ya que la razón humana no puede vitar el plantearse las cuestiones más importantes que afectan a nuestra existencia desde la misma raíz. Para el filósofo de Königsberg la metafísica es connatural al hombre, de manera que mientras haya seres humanos habrá metafísica. Efectivamente, la propia necesidad le impulsa hacia unas preguntas que no pueden ser respondidas mediante el uso empírico de la razón; es decir, con la ciencia. Por todo esto, siempre ha habido algún tipo de metafísica, y la seguirá habiendo en todo tiempo. Estoy totalmente de acuerdo con Kant, y con Cornelio Fabro cuando afirma que el problema de Dios es el problema esencial del hombre esencial. En efecto, no es lo mismo que Dios exista que que no exista. No es lo mismo que nuestra alma sea inmortal que todo aquello en lo que consistimos, desaparezca con nuestra muerte. ¡No! ¡No es lo mismo! El giro es de ciento ochenta grados. Este libro, entre muchas otras cosas, arroja luz sobre esta cuestión.

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