Obispos y Te Deums por la revolución
En su libro Histoire du Citoyen, Jean de Viguerie hace un repaso a los primeros pasos de la Revolución Francesa desde el punto de vista de la aparición de un nuevo tipo de hombre, a imagen y semejanza de la utopía roussoniana, que ha hecho “entrega absoluta de su persona a la generalidad”, como escribía Josep Saige en su Catéchisme du citoyen, aparecido en 1788.
Este nuevo personaje histórico tendrá un papel destacado en la Toma de la Bastilla y en los vergonzosos asesinatos que allí se llevaron a cabo. Los defensores que depusieron las armas son trasladados hasta el Hôtel de Ville de París para ser juzgados allí, pero la mayoría son masacrados durante el camino: “Los íbamos inmolando a cada poco”, explica tranquilamente uno de los presentes, un tal Dusaulx. Las atrocidades se extienden por todo París.