Mala memoria

Mala memoria

Llama la atención la lenidad del episcopado, salvo alguna honrosa excepción, que debió y debe protestar sin vacilaciones contra el atentado que se está perpetrando; para numerosos fieles se trata simplemente de complicidad con la destrucción de lo que resta de la España católica

El cristiano es un hombre de memoria. Esta supone, obviamente, la actividad de esa potencia del alma por medio de la cual retenemos y recordamos el pasado, pero en cuanto cristiana hunde sus raíces en el Antiguo Testamento. En ese documento de la Revelación divina, es recurrente el verbo zakar, recordar, y otros términos de la raíz zkr; el sujeto es tanto Dios como su pueblo, Israel. Está connotada siempre la relación de alianza -berît- y frecuentemente se suceden el recuerdo y el olvido.

Dios se acordó de Noé y de quienes estaban con él en el arca, hizo soplar un viento y bajaron las aguas del diluvio. Esa primera alianza quedó representada en el arco iris; cuando lo vea, Dios se acordará de su promesa de no volver a inundar la tierra: «Me acordaré de mi alianza con ustedes» (Gén 9, 15). Se acordó de Abraham y libró a su sobrino Lot de la destrucción de Sodoma (Gén 19, 29); también de la esterilidad de Raquel, esposa de Jacob, y le dio un hijo (Gén 30, 22).

Durante la esclavitud de Israel en Egipto, Dios «se acordó de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob» (Éx 2, 24); este es el respaldo cierto con el que cuenta el pueblo elegido en su historia: «Yo me acordaré de mi alianza con Jacob, Isaac y Abraham» (Lev 26, 42). También el hombre debe acordarse de Dios. La súplica del creyente ha de ser como la de Sansón: «Señor, acuérdate de mí y devuélveme la fuerza por esta sola vez» (Jc 16, 28). «Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor, porque son eternos» (Sal 24, 6) es una certeza que inspira la alabanza y la acción de gracias «al que en nuestra humillación se acordó de nosotros, porque es eterno su amor» (Sal 135, 23). Se aspira a que esa memoria que caracteriza a la fe de Israel, se extienda al mundo entero. «Todos los confines de la tierra se acordarán y volverán al Señor» (Sal 21, 28).   Los profetas han sostenido esa memoria. Refiriéndose a los cautivos en Babilonia, dice Jeremías: «¡Acuérdate del Señor desde lejos y piensa en Jerusalén!» (Jer 51, 50); y Ezequiel apuntando la expectación divina respecto del «resto» de Israel: «Los sobrevivientes se acordarán de mí en medio de las naciones donde hayan sido deportados» (Ez 6, 9). El judío ha de ser un hombre de memoria; debe recordar sus pasadas rebeldías: «Acuérdate de esto, no lo olvides» (Dt 9, 7), y concretar su recuerdo de Dios en el culto: «Acuérdate del día sábado para santificarlo» (Éx 20, 8).

La memoria cristiana se concentra en Jesucristo y en su enseñanza, por la gracia del Espíritu Santo, tal como lo anunció el mismo Jesús en la Última Cena con sus discípulos: «El Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará -hypomnēsei - lo que yo les he dicho» (Jn 14, 26). La exhortación a conservar la memoria está expresada plenamente en las palabras del Apóstol San Pablo a Timoteo: «Acuérdate -mnemóneue- de Jesucristo resucitado de entre los muertos, de la estirpe de David»; esa es la síntesis de la predicación evangélica (2 Tim 2, 8).

El hombre cristiano, el Adam recreado en Cristo, vive de Él, presente en la memoria eclesial; esa memoria no es un simple recuerdo, sino realidad viva. Los hechos de la vida de Cristo, especialmente su pasión, muerte, descenso al lugar de los muertos, resurrección y ascensión, mediante los cuales obró la salvación del hombre y la recreación del mundo, y que fueron visibles para sus contemporáneos y recogidos con amor por sus discípulos, se actualizan en el culto sacramental de la Iglesia, principalmente en la Santísima Eucaristía. Lo expresó San León Magno en una fórmula admirable: Quod Redemptoris nostri conspicuum fuit, in sacramenta transivit.

Todos los pueblos tienen una memoria histórica, concretada en la relación de acontecimientos principales que se recogen y escriben para ilustrarla. No es infrecuente la necesidad de revisarla con objetividad científica, sobre todo cuando con el tiempo se hace evidente que ha sido impuesta oficialmente con designios ideológicos, o intereses políticos que la han tergiversado. La mala memoria cuenta muchas veces con la indiferencia o complicidad de multitudes, que han sido modeladas por la propaganda o por itinerarios educativos duraderos, que los han convencido de la verdad de esos relatos.

La Iglesia puede ser afectada por tales procesos; se comprende, porque ella se encarna en la vida de los pueblos. Me limito a un solo ejemplo, que se ubica en relación con el objeto principal de esta nota. El 7 de Octubre de 1571 se libró en el mar Jónico la batalla de Lepanto, que enfrentó a las naciones cristianas con el Imperio Otomano, dispuesto a conquistar Europa; la Santa Liga -España, Venecia y los Estados Pontificios- comandada por Don Juan de Austria, logró la victoria que salvó a la civilización cristiana. La dimensión teológica de ese combate estuvo claramente expresada en el empeño del Papa San Pío V, que exhortó a invocar la protección de la Madre del Señor mediante el rezo del rosario; de allí que el 7 de Octubre entró en la liturgia católica para honrar a Nuestra Señora del Rosario, o de la Victoria. Gracias a ese acontecimiento providencial, se conservó en Europa la fe que España pudo llevar al Nuevo Mundo.

En la actualidad, esta gesta es amenazada por la mala memoria que procede de un pacifismo estólido y de una especie de «buenismo» derrotista, cuando nuevamente el Islam se ha hecho presente con fuerza en Occidente, para ocupar el lugar que deja vacante la decadencia de la Iglesia, y la apostasía de las naciones que fueron cristianas. De paso, simplemente, apunto un hecho biológico incontrovertible: los europeos no tienen hijos, y esas poblaciones envejecen aceleradamente; no es difícil advertir quiénes van ocupando ese lugar; ¿cuánto falta, si no se verifica una reacción consciente y sostenida, para que España se convierta en un país islámico? Se comprueba ahora el efecto fatal del rechazo de la profética encíclica de Pablo VI, Humanae vitae, que no fue asumida por la Iglesia; generaciones de católicos fueron extraviadas por todo tipo de publicaciones y por el goteo constante del error a través de la predicación y el confesionario. ¿Cómo se puede ahora reparar semejante daño?

Me parece importante esta advertencia: el recuerdo elogioso de la batalla de Lepanto no quiere contradecir, de ninguna manera, la necesidad del diálogo interreligioso con el Islam, que ha de basarse en la sinceridad, la objetividad histórica y la buena voluntad. Quizá valga la pena reflexionar sobre este hecho: San Francisco de Asís, movido por su fe ardiente y su confianza sobrenatural, fue en el siglo XIII un precursor del diálogo; su propósito era llegar hasta el Sultán y procurar su conversión. Pudo establecer el contacto, pero al comprobar que la conversión era imposible, abandonó el proyecto. Además son bien conocidas las relaciones culturales y las discusiones filosóficas entabladas en la Edad Media entre católicos y musulmanes, de lo cual se conservan en España frutos preciosos. Esos resultados fueron posibles porque se vivía la fe con fervor, y porque la ortodoxia, que brillaba en la Iglesia, era el soporte de una cristiandad. En la actualidad, los antecedentes son muy otros: la crisis profunda de la Iglesia, y la renuncia -contra clarísimos pronunciamientos del Concilio Vaticano II- a una orientación cristiana de la vida social.

El actual gobierno socialista - comunista de España está empeñado en profundizar a fondo la secularización de la sociedad, que desde hace tiempo se viene impulsando con un carácter decididamente anticatólico. La mala memoria se apoya ahora en una Ley de Memoria Histórica hemipléjica, que calla por sistema las persecuciones que ha padecido la Iglesia en el siglo XX. Se cierne, además, sobre el futuro inmediato una anunciada Ley de Memoria Democrática, para arremeter con el propósito de liquidación contra la tradición española ya debilitada.

El traslado de los restos del Generalísimo Francisco Franco ha sido el inicio del desmantelamiento del monumental complejo del Valle de los Caídos; ¿por cuánto tiempo podrá mantenerse allí el monasterio, centro de oración que asume la dolorosa historia española? Llama la atención la lenidad del episcopado, salvo alguna honrosa excepción, que debió y debe protestar sin vacilaciones contra el atentado que se está perpetrando; para numerosos fieles se trata simplemente de complicidad con la destrucción de lo que resta de la España católica. Desde los años posconciliares el progresismo teológico, espiritual y pastoral ha venido socavando los cimientos de la ortodoxia eclesial, de la misión y de la proyección de la fe en la vida y cultura de la sociedad.

Tengo ante mis ojos la edición bilingüe (Buenos Aires, Ed. Gladium, 1937) de la obra de Paul Claudel «A los mártires españoles» (Poema - Prólogo para un libro), referida a hechos prácticamente contemporáneos, las horrendas masacres consumadas por la República Roja contra la Iglesia, en 1936. La traducción castellana, que me complazco en citar, se debe a uno de los máximos escritores argentinos, Leopoldo Marechal. Es emocionante el elogio del gran poeta francés a la España católica:

Santa España, cuadrada en el extremo de Europa, concentración de la Fe, maza dura y trinchera de la Virgen Madre,

Y la zancada última de Santiago, que solo termina donde acaba la tierra.

Patria de Domingo y de Juan, y de Francisco el Conquistador y de Teresa.

Arsenal de Salamanca, y pilar de Zaragoza, y raíz ardiente de Manresa,

Inconmovible España, que rehúsas los términos medios, jamás aceptados,

Golpe de hombro contra el hereje, paso a paso contenido y rechazado...

Profetisa de aquella otra tierra bajo el sol, allá lejos, y colonizadora del otro mundo.

Santa España, en esta hora de tu crucifixión; hermana España, en este día que es tu día,

¡Con los ojos llenos de entusiasmo y de lágrimas te envío mi admiración y mi amor!

Claudel evoca la grandes y sangrientas persecuciones anteriores, y a los atizadores del odio:

Es lo que sucedió en el tiempo de Enrique VIII y en los de Nerón y Diocleciano...

¡Robespierre, Lenin y los demás, Calvino, no han agotado los tesoros de la rabia y del odio!

¡Voltaire, Renan y Marx tampoco han tocado aún el fondo de la idiotez humana!

Pero, a su vez, el millón de mártires que fueron antes que nosotros, todos aquellos inocentes que antaño se colmaron de gloria,

Tampoco ellos lo han derramado todo ni lo han ofrecido todo.

¡Somos nosotros los que ahora estamos en su lugar, y lo estamos por una sola vez!

La enumeración de los mártires es impresionante:

¡Once obispos, dieciséis mil sacerdotes masacrados, y ni una sola apostasía!...

¡Dieciséis mil sacerdotes! ¡El contingente reunido en un momento y el cielo colonizado en una sola llamarada!...

¡Y vosotras también, oh piedras; salud os digo desde el fondo de mi alma, santas iglesias exterminadas!

Estatuas que se destrozan a martillazos, y todas esas pinturas venerables, y ese copón que ha de ser pisoteado...

¡Salud vosotras, las quinientas iglesias catalanas destruidas! Y tú, gran catedral de Vich, catedral de José María Sert!... ¡También vosotras sois mártires!...

¡La casulla y el sacerdote ardieron juntos, y el cirio puso fuego al candelabro!

Me he detenido a citar ampliamente esta elegía, de metro típicamente claudeliano, porque es muy poco conocida, y permite vincular el desafuero del actual gobierno español con los desmanes horrendos de sus parientes ideológicos del siglo pasado. El «diálogo» y la «cultura del encuentro» no justifican la mala memoria. La memoria auténtica ha de ser objetiva, es decir, respetuosa de la realidad tal como ha sucedido, serena, libre de todo rencor, y desde esas premisas dispuesta al diálogo con todos, sin renunciar jamás a la verdad.

Estoy seguro de que muchos laicos católicos españoles pueden empeñarse en la patriada de resistir al intento de desespañolización de España, y de movilizar a muchos hombres y mujeres de buena voluntad para oponerse a los designios oficiales de borrar todo signo de la España católica. Será imprescindible intensificar la oración: apelar a la gracia de Dios, invocando la intercesión de la legión innumerable de santos hispanos, confesores de la fe, vírgenes y mártires.

+ Héctor Aguer, Arzobispo emérito de La Plata

Martes 29 de Septiembre de 2020.

Fiesta de los Arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael.

 

27 comentarios

Fernando
Genial cátedra del profesor Mons. Aguer.
Como siempre...
29/09/20 3:34 AM
Carmen
Muchas gracias Monseñor Aguer.
Alguien de la jerarquía de la Iglesia tenía que decirlo, que Dios se lo premie.
Los católicos españoles que amamos nuestra patria y no olvidamos nuestra historia, nos sentimos muy abandonados.
29/09/20 9:22 AM
Manuel Rodriguez Blanco
Muchas gracias Monseñor. Dios se lo pague.
29/09/20 10:14 AM
Ricardo de Argentina
Claro que se trata de complicidad episcopal con el liberalismo izquirdoderechoso para destruir lo que resta de la España católica.
Pero eso es una minucia.
Mucho más grave es la complicidad vaticana con los enemigos de Cristo, a fin de destruir lo que resta de la Iglesia Católica.
Pues de última, la traición de los obispos españoles se inscribe y se disciplina dentro de esta altísima traición de la cúspide jerarquica.
29/09/20 11:30 AM
Anibal
Muchas gracias Monseñor Aguer. Que bien escrito.
29/09/20 12:47 PM
carlos iavicoli
Desde ciudad de Cordoba Provincia de Cordoba Argentina . Mi pregunta surge de una lectura de la conversion del Emperador Constantino y la posterior imposicion de nuestra Santa Religion a todo su Imperio. Pregunto si ese no fue el comienzo de los problemas de nuestra Iglesia.La perdida de la autonomia frente a los poderes mundanos y la intromision mutua de Emperadores y Jerarquias eclesiasticas respectivamente en el manejo de asuntos politicos y de asuntos religiosos pretendiendo quiza que la conexion con la politica facilitaria la expansion de nuestra Fe. Claro que en sentido estadistico pues Jesucristo nos trajo la Buena Noticia y la PROPUSO con su predicacion y su testimonio. Mando a los Apostoles a predicarla pero no a imponerla.Dijo el que crea se salvara .O sea el llamado es individual y tal sera la respuesta,libre y no forzada, porque todos aqui sean catolicos..
29/09/20 2:14 PM
Luis Piqué Muñoz
En definitiva se trata de arrancar la Cruz, derribando la del Valle de los Caídos, que llena de Odio y desprecio al Hombre moderno ¡que odia y desprecia a Dios! ¡escándalo para los judíos, necedad para los gentiles, la bendita y gloriosa Cruz ¡el Sacrificio por Amor, de todo un Dios, el dulce Jesús! que sirve para el Perdón de los Pecados, la Purificación y el Gozo ¡Gozo del Espíritu Santo! espiritual debe ser erradicada, combatida, perseguida por un Mundo ¡el Perverso Occidente! feroz y fanáticamente materialista y Ateo que Niega el Espíritu ¡el Espíritu Santo! y todo lo que es Belleza, Virtud, Bien, Verdad ¡un Mundo que está por encima del Bien y el Mal, conceptos caducos que van contra la idolátrica ¡la Diosa Libertad! Libertad absoluta del Hombre ¡Ay! ¡El Príncipe de este Mundo! ¡El Padre de la Mentira! ¡Los Ultimos Tiempos! ¡El Resto de Israel! ¡Viva Franco! ¡Arriba España! Ja, Ja, Ja ¡Viva la Cruz! ¡Viva el Amor! ¡Viva Dios!
29/09/20 3:16 PM
Rexjhs
Muchísimas gracias, Mons. Aguer. Pero me temo que si nuestros obispos no han levantado la voz ante Amoris Laetitia (que permite la comunión a los adúlteros viviendo more uxorio), ante Laudato Si (que apoya el discurso oficial de la ONU sobre cambio climático y derechos reproductivos) o ante la adoración de la Pacha Mama, nada harán de católico tampoco ahora. Prefieren seguir el error a decir la Verdad. Y ya lo dijo la Virgen: muchos obispos y cardenales van por el camino de la perdición y arrastran consigo muchas almas. Conviértanse y ladren, si no, Dios les pedirá cuentas.
29/09/20 5:04 PM
artillero
Monseñor, la situación es esta: Los jerarcas españoles están callados porque están domados. Se les ha avisado de que las inmatriculaciones, el IBI, la cruz en la declaración de la renta, las pocas prebendas oficiales que les quedan, etc. están suspendidas de un hilo y claro, calladitos están más guapos. Eso los actuales. Los de más edad están cansados de haber sujeto el palio donde procesionaba el Jefe del Estado Generalísimo Franco . Es la vida.
29/09/20 6:16 PM
Viejo Profesor
Para Carlos Iavicoli, con todo respeto:
El emperador Teodosio no impuso la religión cristiana a los súbditos del Imperio, la convirtió de "religión aceptada" en "religión oficial", que no es lo mismo; ello dentro de la visión cultural de la época. Las tesis del padre Arrupe sobre el "constantinismo en la Iglesia Católica" deben ser tomadas con cautela y mayor sentido histórico de los acontecimientos.
29/09/20 6:49 PM
fernando
Hombre, por fin un obispo catolico!
29/09/20 6:55 PM
Rexjhs
... Y un toque esjatológico: estamos ante la gran apostasía profetizada por San Pablo. No por casualidad Franco quiso que la basílica del Valle de los Caídos fuera una catacumba. Donde, por cierto, cuelgan los maravillosos tapices de las visiones del Apocalipsis encargados por Calos I en el siglo XVI.
29/09/20 7:25 PM
Victor
Muchas gracias monseñor por una lección magistral como la suya. Es España corren malos vientos para nuestra Iglesia y no hace falta que se lo diga, porque lo sabe usted muy bien. Si tenemos al menos un obispo sensacional, que sufre el mismo acoso que en su día sufrió monseñor Guerra Campos. Yo al menos lo sé. Pero ¿de qué le vale enfrentarse contra todos los componentes de la Conferencia? Lo único que puede hacer es lo que hizo monseñor Guerra Campos. Estamos muy solos y abandonados con la gravedad de que es algo que les tiene sin cuidado. Son políticos, pero poco pastores. Pero son mis pastores. Paz y Bien
29/09/20 8:13 PM
carlos iavicoli
Gracias al Viejo Profesor....quien sera? por su respuesta. No tengo conocimientos como para argumentarle. De todos modos era solo una pregunta. Con respecto al texto de Mons Aguer recuerdo el lamento de Papa Benedicto por la condena poco energica de los obispos al nazismo de su epoca frente a la actitud mas recia de los protestantes. Recuerdo la mezcla con el franquismo incluso bien vista por Juan XXIII. Los obispos argentinos que no pueden librarse de que el Estado les pague un sueldo.Pero como quiero al Señor que me dice Por que ves la paja en el ojo ajeno y no la viga en tus ojo se que no tengo derecho a condenar a nadie.Solo Dios que ve en lo secreto de cada corazon. Que hubiera hecho yo siendo obispo en las situaciones historicas mencionadas ? Por que es facil hablar desde un comodo sillon en la primavera de Cordoba
29/09/20 9:18 PM
Nova
¡Valentísimo y formidable Obispo, D. Héctor Aguer...!
Muchísimas gracias, desde España, Ilustrísima.
29/09/20 11:33 PM
hornero (Argentina)
Como señala Ricardo de Argentina, "Mucho más grave es la complicidad vaticana con los enemigos de Cristo". Y como surge de lo dicho por Mons. Aguer, y de varios de los comentarios, se vuelve difícil hacer un pronóstico favorable. Sin embargo, contamos con un hecho indubitable: El Corazón Inmaculado de María triunfará en el mundo. SÍ o SÍ. Por ello, al analizar y reflexionar sobre los hechos considerados en este artículo, debemos afirmar categóricamente que la médula del plan enemigo está ya sentenciada a muerte. Porque María ha convocado sus "Apóstoles de los últimos tiempos", y con ellos pondrá fuera de combate a los enemigos.
30/09/20 4:00 AM
Pepe
carlos iavicoli;

Quizás hay que fijarse en lo de por sus frutos lo conoceréis, y los del occidente cristiano son en conjunto positivos si lo comparamos con todas las civilizaciones que han existido. Hay que tener en cuenta como son los tiempos, pero ¿imaginamos como sería el mundo si ésta no hubiera existido?.
30/09/20 12:55 PM
Fernando Cavanillas
Gran resúmen Monseñor, y muy bonita aproximación al hecho a través de la memoria. Otra del nuevo testamento... "Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino". La memoria, cualidad del alma y de la persona, subvertida por estos hijos de la mentira que nos gobiernan en España.

Un castigo de Dios a nuestra infidelidad y a nuestra apostasía. Bien es verdad que ha sido una apostasía dirigida y presionada desde los gobiernos masónicos socialdemócratas durante 40 años de ingeniería social, pero el pueblo español también tiene su parte de responsabilidad, por lo que también es un castigo... Quiera Dios volvernos a perdonar y darnos otra nueva oportunidad de volver a serle fieles, también como nación.
30/09/20 2:34 PM
José Sánchez
Estimado Monseñor Héctor Aguer, es necesario para nosotros los seglares sentir que "en esta hora de prueba" Evangelio según San Juan, no estamos solos.
Creo no ser el único español, que como usted bien dice, siente que los pastores, no todos gracias a Dios, pero sí una mayoría que se extiende a los sacerdotes y ordenes religiosas, contempla con tristeza cómo, los que deberían custodiar el depósito de la Fe y trasmitir ésta en todo su esplendor anunciando la Buena Nueva de nuestro Señor Jesucristo "a tiempo y a destiempo " San Pablo, 2Tim. Se han vendido por 30 monedas de oro y como hace poco me reconoció un sacerdote ya entrado en años - hoy en día, nadie muere por Jesús - simplemente le recordé Siria y como allí y en muchas partes del mundo nuestros hermanos cristianos siguen dando la batalla de la Fe. Sobraría decir que desde ese día no soy plato de buen gusto para él y también para "otros" cristianos que se han dejado seducir por ese "buenismo" al que hace referencia, perdonando no solo al pecador sino también el pecado.
Corren malos tiempos para la Iglesia, pero nunca han sido fáciles en todos estos años.
Rezaremos a nuestra Madre la Santísima Virgen María para que ella mediadora y abogada nuestra interceda por todos nosotros.
Paz y bien.
30/09/20 4:44 PM
María de los Ángeles Marechal
Muchísimas gracias Monseñor por recordar este texto de mi padre. Anhelo la vida nos vuelva a encontrar en una reunión tan interesante como la evocación que hizo el Dr. Portela de la obra poética de Marechal, hasta pronto, saludo cordial, María de los Ángeles Marechal
30/09/20 11:24 PM
WALDEMIR GARCIA
Claras y certeras las palabras de un verdadero pastor como Mons. Aguer.
1/10/20 2:05 AM
Clemente
¡ Gracias mil . Monseñor !.
Ahora se entiende la prisa en Roma en jubilarle y poner en su lugar a su brillante sucesor.
1/10/20 4:00 PM
Palas Atenea
Carlos iavicoli: Los protestantes tuvieron dos contestaciones al nazismo: una más enérgica y otra más rastrera. La iglesia luterana se escindió en dos, la una fue perseguida y la otra se sumó al nazismo. De todas maneras los mártires católicos son más que los protestantes y había más sacerdotes católicos en Dachau que pastores protestantes. Lo que ocurre es que Bonhoeffer y Niëmoller fueron teólogos muy conocidos, Barth también, pero él vivía en Suiza por lo que estuvo a salvo. La iglesia luterana era alemana, la católica no y el Papa Pío XII tenía que mirar las consecuencias de lo que decía por todos los católicos de Europa, por ejemplo los polacos, mientras que los teólogos protestantes alemanes no tenían jurisdicción en otros países.
1/10/20 10:25 PM
pedro de Madrid
Si, por desgracia hubo una apostasía, caso muy poco conocido, el del mayor (comandante) ex capellán castrense, Pablo Sorroca Tomás, destinado en el Ministerio de la Guerra, después de prestar su adhesión a la República española, quedó destinado en el servicio de calificar que militares eran leales o desleales al régimen. Dada mi edad, en mi juventud conocí a un militar anciano que me dijo que ese capellán castrense era un borrachín. Vi su nombramiento en el Diario Oficial de la Guerra de 1.936 y por internet leí su triste currículum. Valiente artículo, monseñor
4/10/20 12:19 PM
Linus
El " brillante sucesor" de Aguer en La Plata es " Tucho " muy amigo de Francisco. igualito que su antecesor, pero todo lo contrario.
7/10/20 11:02 AM
angeles wernicke
Gracias, Monseñor Aguer, un guìa para los catòlicos, quisiera tenerlo aùn en la Càtedra de La Plata, mala señal su jubilaciòn demasiado apresurada... No hay justificaciòn, no abundan los buenos obispos! Pero Dios escribe derecho con renglones torcidos...
10/10/20 3:46 PM
Fernando Cavanillas
@pedro de Madrid
...cuando se dice que no hubo ninguna apostasía, se refiere a que nadie negó a Cristo ante la proximidad del martirio para salvar su propia vida. Era frecuente decirle al seglar ó al sacerdote que escupiera en un crucifijo ó dijera una blasfemia para que no le mataran, y es ahí donde no hubo apostasías remarcables. Aunque hubiera habido alguna sin que se supiera, serían excepciones que confirmarían la regla en el otro 99,9%, pero no se conoce ninguna.

Gente que renegó de su fé antes de la guerra ó que eran malos curas y malos católicos por supuesto que los hubo, pero renuncia masiva a la fe ante el peligro de ser asesinado fue lo que brilló por su ausencia... es eso lo bonito, el no rehuir la gracia del martirio cuando te la manda Dios.
13/10/20 11:50 AM

Dejar un comentario



Los comentarios están limitados a 1.500 caracteres. Faltan caracteres.

No se aceptan los comentarios ajenos al tema, sin sentido, repetidos o que contengan publicidad o spam. Tampoco comentarios insultantes, blasfemos o que inciten a la violencia, discriminación o a cualesquiera otros actos contrarios a la legislación española, así como aquéllos que contengan ataques o insultos a los otros comentaristas, a los bloggers o al Director.

Los comentarios no reflejan la opinión de InfoCatólica, sino la de los comentaristas. InfoCatólica se reserva el derecho a eliminar los comentarios que considere que no se ajusten a estas normas.

Los comentarios aparecerán tras una validación manual previa, lo que puede demorar su aparición.