El arzobispo de Imphal denuncia la pasividad del gobierno de la India ante la guerra entre los pueblos meitei y kuki
Mons. Dominic Lumon, arzobispo de Imphal (Manipur, India)

Los metei son mayormente hinduistas y los kuki cristianos

El arzobispo de Imphal denuncia la pasividad del gobierno de la India ante la guerra entre los pueblos meitei y kuki

Mons. Dominic Lumon, arzobispo de Imphal, ha denunciado la falta de acción del gobierno de la India para poner fin al estallido de violencia en el estado de Manipur entre los pueblos meitei y kuki. Un enfrentamiento en el que el componente religioso es importante. El prelado indica que «hay un colapso total del aparato constitucional en el estado»

(InfoCatólica/Asia news) En Manipur, un prolongado enfrentamiento entre dos grupos étnicos -kukis y meiteis- ha provocado violencia generalizada, muertes y desplazamientos. Además de un número creciente de muertos, más de 50.000 personas se han visto desplazadas de sus hogares. En muchos casos, no hay hogares a los que regresar. Mientras que todos los kukis han sido expulsados violentamente de Imphal, no se ven meiteis en Churachandpur ni en otros distritos de las colinas dominados por los kukis.

Las líneas de división se han vuelto más nítidas que nunca, y ambas comunidades expresan desconfianza, ira e incluso odio contra la otra. Todo empezó el 3 de mayo, cuando una marcha de solidaridad tribal organizada por organismos tribales de la sociedad civil en Churachandpur se tornó violenta. La supuesta causa de los enfrentamientos parece ser la reivindicación de la comunidad meitei, dominante y políticamente más fuerte, de obtener el estatus de tribu desfavorecida (ST estatus). Los meiteis, que constituyen aproximadamente el 60% de la población, sólo pueden residir actualmente en el 10% de la superficie total de Manipur. El resto de Manipur, formado por distritos montañosos, pertenece a tribus, principalmente kukis y nagas.

«El silencio del primer ministro, la incapacidad del ministro del Interior incluso después de su visita al estado, la indecisión del gobierno local para poner fin a la violencia son preocupantes. Las autoridades no pueden eludir su responsabilidad y pasar la culpa». Ante la violencia que no cesa, el arzobispo de Imphal, Mons. Dominic Lumon, llamó al gobierno a asumir sus responsabilidades.

El arzobispo detalló la situación en una carta que envió en los últimos días a todos sus hermanos obispos de la India:

«La violencia y los incendios no cesan, sobre todo en los suburbios de la región. Se perdieron vidas preciosas, se quemaron o destruyeron casas y aldeas, se vandalizaron y saquearon propiedades, se profanaron e incendiaron templos. Más de 50.000 personas perdieron sus hogares y languidecen en campos de desplazados. Muchos han abandonado Imphal, la capital, y salieron del estado en busca de lugares más seguros en el vecino estado de Mizoram, en otros estados del noreste, en las metrópolis. Hay un colapso total del aparato constitucional en el estado. En resumen, hay miedo, incertidumbre y una sensación general de desesperación».

El arzobispo señaló que en el enfrentamiento entre las dos comunidades, es toda la comunidad de Manipur la que sufre, independientemente de su afiliación. «En un mes y medio», denunció, «el gobierno electo y la administración central de Nueva Delhi fueron incapaces de restablecer el estado de derecho y poner fin a esta violencia demencial. Se puede decir que estamos ante el colapso de la maquinaria estatal a nivel local. Uno se pregunta por qué la President's rule (administración directa por parte del gobierno federal en Nueva Delhi, prevista en casos graves por el artículo 356 de la Constitución india, n.d.r.) no se considera todavía como una opción». El prelado habló de muchas más víctimas que los 100 muertos de las cifras oficiales.

«Se subestiman mucho las actividades violentas en los suburbios de las afueras de la capital», escribió, «pero incluso en el corazón de la ciudad de Imphal siguen incendiándose casas». El arzobispo señaló que sería «categóricamente erróneo decir que el actual es un conflicto religioso». Sin embargo, añadió que en los enfrentamientos entre meitei (mayoritariamente hindúes) y kuki (mayoritariamente cristianos), los ataques por motivos religiosos son un hecho innegable: «En cada uno de los más de 200 pueblos kuki se han atacado una o más iglesias. Pero también todas las 249 iglesias aproximadamente de cristianos meitei fueron destruidas en las primeras 36 horas tras el comienzo de la violencia». El obispo Lumon señaló también la aparición de milicias que afirman querer proteger el sanamahismo, la religión tradicional de esta zona. «También hay relatos de cristianos meitei amenazados si no vuelven a su religión originaria y de pastores a los que se les ha ordenado que no reconstruyan las iglesias destruidas», explicó el arzobispo de Imphal.

«La implicación de un tercer elemento», continuó monseñor Lumon, «es visible y muy similar a lo que ocurrió en los disturbios de Gujarat y el distrito de Kandhmal, en Orissa. Narrativas que hablan de 'guerra contra las drogas', 'operación contra las milicias kuki' o 'lucha contra los inmigrantes ilegales de Myanmar' tienen su peso en la violencia, pero el trasfondo de intolerancia religiosa emerge claramente de las cifras. En medio de esta propaganda orquestada, un sutil ataque al cristianismo parece haber encontrado un espacio libre e insospechado».

El prelado indicó que «en esta difícil situación, en la que las emociones y las tensiones siguen siendo elevadas, la Iglesia tiene el deber de evaluar con calma la situación y abstenerse de tomar decisiones demasiado precipitadas que puedan considerarse tendenciosas. Debe mantener la neutralidad y promover la paz y la unidad, dando prioridad a la ayuda a los más necesitados». Pero los retos para la propia comunidad católica son exigentes: Hoy en día, contó mons. Lumon, los sacerdotes y religiosos kuki sólo pueden ser destinados a comunidades kuki, «aunque esperamos que la situación se normalice pronto». Hay parroquias donde todos los fieles se han dispersado y se corre el riesgo de no poder reconstituir la comunidad. Y también están las escuelas, arrasadas después de haber sufrido ya la crisis de Covid.

En cuanto a posibles acciones de solidaridad, el arzobispo de Imphal pidió a todos que comprendieran que «la crisis a la que se enfrentan el pueblo y la Iglesia de Manipur no es un incidente aislado, sino que debe contemplarse en la perspectiva más amplia de la preocupación por las minorías en la India».

También pidió gestos concretos en este sentido por parte de otras diócesis y de la Conferencia Episcopal India. »Nuestra Iglesia de Manipur», concluyó el arzobispo, «está triste, apenada y sobre todo preocupada por la situación que se ha generado. Rezo para que vuelva el sentido común, para que se restablezcan la paz, el perdón y la fraternidad, y para que la coexistencia pacífica vuelva a ser una realidad. Agradezco a todos su solidaridad, sus mensajes y sus oraciones en estos momentos de crisis. Por favor, sigan apoyándonos en sus oraciones».

 

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