(InfoCatólica) Del 9 al 11 de octubre tendrá lugar la XIIª peregrinación tradicional a Luján (Argentina). La peregrinación está organizada por un grupo de fieles laicos laicos, Nuestra Señora de la Cristiandad, inspirada en la peregrinación París-Chartres, tiene como objetivo la santificación del alma a través de las gracias pedidas a Nuestro Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, ofreciéndole las oraciones, sacrificios y mortificaciones durante los tres días.
En tres días los peregrinos cubren los 100 km de Rawson a Luján en espíritu de oración y penitencia y, además, profundizando y dando a conocer la celebración de la Santa Misa según lo que Benedicto XVI denominó «forma extraordinaria» y así aprendieron a amar hasta el motu proprio «Traditionis Custodes».
Prohibición de celebrar según el Misal de 1962
«Traditionis Custodes» traslada a los obispos la atribución restrictiva de los permisos para celebrar. Aunque la Peregrinación viene celebrándose hace años y todos los preparativos y permisos estaban ya solicitados y concedidos, con el nuevo motu proprio, el obispo de Mercedes-Luján a través del rector de la Basílica (que no es parroquia) y de su vicario, presbíteros Lucas Miguel Figueroa y Daniel Eduardo Guerra, avisasó a los participantes que no podrían celebrar la Santa Misa según el Misal de 1962, que era lo acostumbrado.
A pesar de la medida, que hiere en un aspecto nuclear de la motivación de los peregrinos, la peregrinación adquiere un motivo más de ofrecimiento y penitencia según comunican en su web:
Por eso, con el aval de las autoridades civiles de los municipios por los que transita la peregrinación, los días 9, 10 y 11 de octubre caminaremos hacia Luján. Esperamos la intercesión celestial para poder rezar la Santa Misa en la Basílica como coronación del camino. Y si continúa la prohibición, tendremos una razón más para ofrendar las oraciones y dolores de la marcha durante esos tres días. Este año, luego de los eventos ocurridos en el mundo y en nuestra Patria en particular, necesitamos más que nunca del caudal de gracias y virtudes que emanan del Santo Sacrificio del altar, y más que nunca debemos dirigir nuestros pasos y nuestros corazones a la Madre de los Dolores, que nos espera en Luján. En el año del Patriarca San José renovemos nuestra confianza en el padre adoptivo de Nuestro Señor Jesucristo y patrono de la Iglesia. Respondamos con fe firme a ese Ite ad Joseph que nos dicen su castísima Esposa y su Hijo.
El pasado fin de semana el periodista Agustín de Beitia publicaba en La Prensa, publicaba una breve historia de la Peregrinación.
¿Por qué de Rawson a Luján?
Fuera de los reflectores, ignorada por los grandes medios gráficos, se celebra desde hace más de una década una peregrinación juvenil a Luján que es menos conocida que la que concluyó hoy, pero que sin embargo está en franco crecimiento. Es la peregrinación organizada por la asociación católica tradicionalista Nuestra Señora de la Cristiandad que este año tendrá lugar el fin de semana próximo. Una procesión que transcurre en un espíritu de recogimiento, de amor por la fe y la tradición, y que culmina todos los años en la Basílica de Nuestra Señora de Luján con la Santa Misa celebrada según el rito antiguo. El objetivo, único en su género en el mundo contemporáneo, es no solo rescatar ese tesoro litúrgico sino también vivir y reconstruir la Cristiandad.
Los fieles recorren en este caso los cien kilómetros que separan la ciudad bonaerense de Rawson del mayor santuario mariano del país. ¿Por qué Rawson? La idea de quienes iniciaron este proyecto era unir dos santuarios marianos y en ese sentido Rawson, esa pequeña localidad agropecuaria situada a 180 kilómetros al oeste de la capital, entre Mercedes y Chacabuco, ofrecía esa posibilidad, a la vez que presentaba el entorno rural anhelado. Allí se había criado también uno de los fundadores.
Desde Rawson son tres días de marcha a pie por caminos rurales, en los cuales los jóvenes rezan, cantan y forjan lazos de amistad.
Retrasada este año por la pandemia
A diferencia de la procesión multitudinaria de este fin de semana, que está organizada por la jerarquía eclesiástica, esta otra es coordinada por laicos. Comenzaron en 2009 siendo cuatro amigos, todos estudiantes universitarios, y hoy son más de mil los fieles que se congregan. La caminata se realiza siempre en agosto, fecha sin relación con el calendario litúrgico, aunque este año debió postergarse por la pandemia.
La experiencia local emula una iniciativa nacida en 1983 en Francia con un encomiable espíritu de resistencia nacional y cristiana. Muchos de los organizadores franceses habían vuelto de las peregrinaciones al santuario de Czestochowa (Polonia) asombrados por el fervor de un pueblo que asociaba su viaje religioso con el destino de la nación, según dejó escrito el ensayista francés Rémi Fontaine, uno de esos pioneros. Un espíritu movido por una apetencia de una nueva forma de vida.
Hoy, en Francia, son más de 10.000 los peregrinos que, al decir de Charles Peguy, marchan hacia el santuario mariano de Chartres, expresando la condición misma de la vida cristiana que es la de un largo peregrinaje y una larga marcha hacia el paraíso.
Peregrinación penitencial
Los tres días de marcha que insume el recorrido desde París a Chartres, que se cumple allí para la fiesta de Pentecostés, son vistos como una aventura humana y espiritual, una oportunidad única para compartir esfuerzos y consuelos, «para dejar atrás las comodidades, para abandonar el camino, a veces mediocre, de la vida cotidiana y partir, siguiendo a los santos, hacia el Cielo», como lo expresó este año el abad Alexis Garnier, de la Fraternidad Sacerdotal San Pedro, capellán general de la asociación francesa.
Ese espíritu de resistencia nacional y cristiana es el mismo que anima a la rama argentina de la asociación, admite a La Prensa Nicolás Stier Laxague, de 34 años, un productor agropecuario que fue uno de los impulsores de la idea de replicar aquí la experiencia francesa y hoy es el mayor referente local.
«Hay, de hecho, un cierto espíritu de milicia católica que se ve en los estandartes, en los canto de marcha, en la reproducción de los capítulos que iban a la batalla en la era de la Cristiandad. Esa parte también está en la peregrinación. Le da un marco. Pero todo apunta a profundizar en la vida espiritual», aclara el ingeniero agrónomo.
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«El hecho de que sean tres días tiene una razón de ser, como un retiro espiritual o un ejercicio ignaciano, para que uno vaya penetrando en los misterios de la fe, de la oración, de la vida interior. Un día es demasiado fugaz», señala Stier.
«La nota distintiva de esta peregrinación es su ambiente de recogimiento, de oración, de contemplación y de solemnidad, que se aprecia en los cantos (gregoriano incluido) y en la liturgia. Todos los días se celebra la Santa Misa y también se rezan todos los misterios del Rosario. Los peregrinos, a los que acompañan algunos sacerdotes, reciben un librito que incluye el misal, un devocionario, un examen de conciencia y meditaciones», precisa. «Y a todos se los invita a hacer la consagración a la Virgen María según el método de San Luis María Grignion de Montfort».
Los peregrinos son mayormente jóvenes. El promedio de edad es de 21 años. Caminan entre seis y siete horas por día y duermen en carpas. La primera noche hay un fogón y guitarreada y la segunda una exposición del Santísimo que dura hasta la mañana siguiente, según Stier.
«El objetivo es que la peregrinación sea un caudal de gracia para las almas que vengan», añade.