(Agencias/InfoCatolica) Los restos mortales de la última víctima de ETA han llegado a la iglesia entre aplausos de los cientos de personas congregadas en las calles adyacentes, a hombros de ocho agentes, dos de cada cuerpo policial: Policía Nacional, Guardia Civil, Ertzaintza y Policía Municipal de Bilbao, mientras sonaba la marcha fúnebre tocada por la banda del Cuerpo Nacional de Policía.
Al funeral no pudieron acceder los medios de comunicación, por expreso deseo de la familia de la última víctima mortal de ETA, que deseaban que el acto en la iglesia se desarrollara en la intimidad. Justo antes de entrar, ha sonado el himno nacional, en medio de un gran silencio. En el templo ya estaban los Príncipes de Asturias, quienes a su llegada han sido recibidos con numerosos aplausos de los cientos de ciudadanos que se congregaban tras el cordón policial. Les han recibido en las escalinatas de la iglesia la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, el presidente del Senado, Javier Rojo, y el lehendakari, Patxi López.
El obispo de Bilbao, monseñor Ricardo Blázquez ha dicho durante la homilía que "cada víctima mortal del terrorismo es un clamor que exige, con la fuerza de la sangre injustamente vertida, respeto a la vida y libertad para todos. La memoria de las víctimas es un recordatorio permanente para que la sociedad continúe rechazando enérgicamente la violencia y desenmascarando sus propósitos". Por ello, ha abogado por "deslegitimar en todos los aspectos el terrorismo".
"La unidad clara y perseverante contra la organización terrorista es condición eficaz para vencerla pronto", ha insistido Blázquez. Por último, ha expresado a los compañeros de Eduardo y a los miembros de los cuerpos de seguridad del Estado "nuestro apoyo y gratitud por la protección de nuestra libertad y convivencia, corriendo ellos en ocasiones serios riesgos para su vida".