(ACI Prensa) En el decreto, firmado en octubre de 2016 pero difundido en los últimos días, el Obispo explica que los párrocos de su jurisdicción no pueden garantizar la idoneidad de los candidatos a padrinos que presentan los feligreses.
«Muchos padrinos y madrinas, pese a ser buenas personas, no tienen plena conciencia del papel que deben desarrollar testimonio de la fe porque son elegidos con criterios familiares, amicales o sociales», indica el decreto.
Ante la polémica decisión, Mons. Piero Amenta, Prelado Auditor del Tribunal de la Rota Romana, declaró a ACI Stampa (agencia italiana del Grupo ACI), que según el Código de Derecho Canónico la presencia del padrino o la madrina «no es del todo necesaria ni del todo indispensable».
El punto 872 del Código de Derecho Canónico establece que «en la medida de lo posible, a quien va a recibir el bautismo se le ha de dar un padrino, cuya función es asistir en su iniciación cristiana al adulto que se bautiza, y, juntamente con los padres, presentar al niño que va a recibir el bautismo y procurar que después lleve una vida cristiana congruente con el bautismo y cumpla fielmente las obligaciones inherentes al mismo».
Según Mons. Amenta, el Obispo de Melfi utiliza un decreto que «suspende la vigencia del canon, que por otro lado ya relativizaba la figura del padrino y de la madrina», sin embargo el experto de la Rota considera que la decisión podría confundir.
En su opinión, «hubiese sido mejor una carta a todo el clero en la que el Obispo hubiera podido explicar que, así como el canon lo hace facultativo, se ha tomado la decisión de evitar los padrinos al menos para garantizar una uniformidad de comportamiento de parte de los párrocos».
Mons. Amenta está de acuerdo con la necesidad de decisiones valientes para renovar la pastoral sacramental pero se pregunta si la suspensión de los padrinos sea la solución adecuada.
Debería requerirse que los padres tengan un recorrido de fe
Según el experto, se debería buscar «conferir el sacramento del Bautismo y de la Confirmación pidiendo también a los padres un tipo de recorrido de fe. Tener también la valentía de rechazar un sacramento si se dan cuenta de que la familia en la que crecen los niños y jóvenes no está en grado de transmitir ni si quiera un vago sentido de la fe».