Misa al pie del Cristo Rey en Guanajuato

Benedicto XVI: «No bastarán las estrategias humanas para salvarnos»

Cientos de miles de personas asisten en el Parque del Bicentenario, en Guanajuato, México, a la misa que está celebrando el papa Benedicto XVI. En su homilía ha recordado que el reinado de Cristo consiste «en un poder más grande que gana los corazones: el amor de Dios que él ha traído al mundo con su sacrificio y la verdad de la que ha dado testimonio. Éste es su señorío, que nadie le podrá quitar ni nadie debe olvidar». El Papa ha evocado también que «Nuestra Señora de Guadalupe mostró a su divino Hijo a san Juan Diego», igual que había indicado «claramente a los sirvientes que la vía a seguir era su Hijo».

(Agencias/InfoCatólica) A la misa asisten 250 cardenales y obispos y los presidentes de las 22 Conferencias episcopales de América Latina y del Caribe. También asisten prelados de todo el continente americano, entre ellos de EE.UU. y Canadá, y 3.000 sacerdotes.

El Papa llegó al recinto tras sobrevolar el Santuario de Cristo Rey, en la cima del cerro del Cubilete, bajo el que se encuentra el Parque del Bicentenario, construido para conmemorar el bicentenario de la independencia mexicana. El obispo de Roma recorrió el recinto en el papamóvil, en medio de los aplausos, vivas y cánticos de los presentes, muchos de los cuales lo esperaban en el Parque del Bicentenario desde ayer.

La misa corresponde al quinto domingo de Cuaresma y en la misma cantará una orquesta formada por 60 músicos y un coro compuesto por 200 personas. El pontífice fue recibido en el altar mayor por el arzobispo de León, Mons. José Martín Rábago, quien le dio la bienvenida y resaltó los males que vive México, entre ellos la violencia y muerte, “que han generado la penosa sensación de temor, impotencia y duelo”.

Mons. Martín Rábago agregó que esa “dramática” realidad tiene raíces perversas que la alimentan: la pobreza, la falta de oportunidades, la corrupción, la impunidad, la deficiente procuración de justicia y el cambio cultural que lleva a la convicción de que esta vida solo vale la pena ser vivida si permite acumular bienes y poder rápidamente y sin importar sus consecuencias.

Durante la celebración religiosa, el Papa regalará un mosaico de Cristo Rey para que sea colocado en el interior del Santuario del Cubilete. Benedicto XVI ha querido celebrar esta misa bajo la estatua de Cristo Rey, uno de los símbolos del catolicismo mexicano y uno de los lugares que no pudo visitar Juan Pablo II en sus cinco viajes a México, para así, dar continuidad a aquellas visitas y honrar hoy su memoria.

La estatua de Cristo Rey del Cubilete es la segunda estatua más importante del mundo tras la del Cristo de Corcovado de Río de Janeiro y uno de los mayores monumentos religiosos mexicanos, meta de muchas peregrinaciones  La estatua está colocada en la cima del cerro del Cubilete, el más alto de la región, con 2.700 metros de altura y centro geográfico de México. La escultura de bronce pesa 80 toneladas y mide 22 metros de altura.

El Cristo tiene los brazos abiertos y a cada lado tiene un ángel. Uno tiene en su mano una corona real y el otro una corona de espinas. Sin embargo, ésta es una réplica, ya que la original fue realizada en 1923 y destruida en 1926 en un bombardeo ordenado por el presidente Plutarco Elias Calles al principio de la guerra de los Cristeros. La actual escultura fue inaugurada en 1940 por el Gobierno mexicano como gesto de buena voluntad hacia la Iglesia católica.

Homilía de Benedicto XVI en la Misa celebrada en el Parque Bicentenario de Guanajuato

Queridos hermanos y hermanas, 

Me complace estar entre ustedes, y deseo agradecer vivamente a Monseñor José Guadalupe Martín Rábago, Arzobispo de León, sus amables palabras de bienvenida. Saludo al episcopado mexicano, así como a los Señores Cardenales y demás Obispos aquí presentes, en particular a los procedentes de Latinoamérica y el Caribe. Vaya también mi saludo caluroso a las Autoridades que nos acompañan, así como a todos los que se han congregado para participar en esta Santa Misa presidida por el Sucesor de Pedro.

«Crea en mí, Señor, un corazón puro» (Sal 50,12), hemos invocado en el salmo responsorial. Esta exclamación muestra la profundidad con la que hemos de prepararnos para celebrar la próxima semana el gran misterio de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Nos ayuda asimismo a mirar muy dentro del corazón humano, especialmente en los momentos de dolor y de esperanza a la vez, como los que atraviesa en la actualidad el pueblo mexicano y también otros de Latinoamérica.

El anhelo de un corazón puro, sincero, humilde, aceptable a Dios, era muy sentido ya por Israel, a medida que tomaba conciencia de la persistencia del mal y del pecado en su seno, como un poder prácticamente implacable e imposible de superar. Quedaba sólo confiar en la misericordia de Dios omnipotente y la esperanza de que él cambiara desde dentro, desde el corazón, una situación insoportable, oscura y sin futuro. Así fue abriéndose paso el recurso a la misericordia infinita del Señor, que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva (cf. Ez 33,11). Un corazón puro, un corazón nuevo, es el que se reconoce impotente por sí mismo, y se pone en manos de Dios para seguir esperando en sus promesas. De este modo, el salmista puede decir convencido al Señor: «Volverán a ti los pecadores» (Sal 50,15). Y, hacia el final del salmo, dará una explicación que es al mismo tiempo una firme confesión de fe: «Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias» (v. 19).

La historia de Israel narra también grandes proezas y batallas, pero a la hora de afrontar su existencia más auténtica, su destino más decisivo, la salvación, más que en sus propias fuerzas, pone su esperanza en Dios, que puede recrear un corazón nuevo, no insensible y engreído. Esto nos puede recordar hoy a cada uno de nosotros y a nuestros pueblos que, cuando se trata de la vida personal y comunitaria, en su dimensión más profunda, no bastarán las estrategias humanas para salvarnos. Se ha de recurrir también al único que puede dar vida en plenitud, porque él mismo es la esencia de la vida y su autor, y nos ha hecho partícipes de ella por su Hijo Jesucristo.

El Evangelio de hoy prosigue haciéndonos ver cómo este antiguo anhelo de vida plena se ha cumplido realmente en Cristo. Lo explica san Juan en un pasaje en el que se cruza el deseo de unos griegos de ver a Jesús y el momento en que el Señor está por ser glorificado. A la pregunta de los griegos, representantes del mundo pagano, Jesús responde diciendo: «Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado» (Jn 12,23). Respuesta extraña, que parece incoherente con la pregunta de los griegos. ¿Qué tiene que ver la glorificación de Jesús con la petición de encontrarse con él? Pero sí que hay una relación. Alguien podría pensar –observa san Agustín– que Jesús se sentía glorificado porque venían a él los gentiles. Algo parecido al aplauso de la multitud que da «gloria» a los grandes del mundo, diríamos hoy. Pero no es así. «Convenía que a la excelsitud de su glorificación precediese la humildad de su pasión» (In Joannis Ev., 51,9: PL 35, 1766).

La respuesta de Jesús, anunciando su pasión inminente, viene a decir que un encuentro ocasional en aquellos momentos sería superfluo y tal vez engañoso. Al que los griegos quieren ver en realidad, lo verán levantado en la cruz, desde la cual atraerá a todos hacia sí (cf. Jn 12,32). Allí comenzará su «gloria», a causa de su sacrificio de expiación por todos, como el grano de trigo caído en tierra que muriendo, germina y da fruto abundante. Encontrarán a quien seguramente sin saberlo andaban buscando en su corazón, al verdadero Dios que se hace reconocible para todos los pueblos. Este es también el modo en que Nuestra Señora de Guadalupe mostró su divino Hijo a san Juan Diego. No como a un héroe portentoso de leyenda, sino como al verdaderísimo Dios, por quien se vive, al Creador de las personas, de la cercanía y de la inmediación, del Cielo y de la Tierra (cf. Nican Mopohua, v. 33). Ella hizo en aquel momento lo que ya había ensayado en las Bodas de Caná. Ante el apuro de la falta de vino, indicó claramente a los sirvientes que la vía a seguir era su Hijo: «Hagan lo que él les diga» (Jn 2,5).

Queridos hermanos, al venir aquí he podido acercarme al monumento a Cristo Rey, en lo alto del Cubilete. Mi venerado predecesor, el beato Papa Juan Pablo II, aunque lo deseó ardientemente, no pudo visitar este lugar emblemático de la fe del pueblo mexicano en sus viajes a esta querida tierra. Seguramente se alegrará hoy desde el cielo de que el Señor me haya concedido la gracia de poder estar ahora con ustedes, como también habrá bendecido a tantos millones de mexicanos que han querido venerar sus reliquias recientemente en todos los rincones del país. Pues bien, en este monumento se representa a Cristo Rey. Pero las coronas que le acompañan, una de soberano y otra de espinas, indican que su realeza no es como muchos la entendieron y la entienden. Su reinado no consiste en el poder de sus ejércitos para someter a los demás por la fuerza o la violencia. Se funda en un poder más grande que gana los corazones: el amor de Dios que él ha traído al mundo con su sacrificio y la verdad de la que ha dado testimonio. Éste es su señorío, que nadie le podrá quitar ni nadie debe olvidar. Por eso es justo que, por encima de todo, este santuario sea un lugar de peregrinación, de oración ferviente, de conversión, de reconciliación, de búsqueda de la verdad y acogida de la gracia. A él, a Cristo, le pedimos que reine en nuestros corazones haciéndolos puros, dóciles, esperanzados y valientes en la propia humildad.

También hoy, desde este parque con el que se quiere dejar constancia del bicentenario del nacimiento de la nación mexicana, aunando en ella muchas diferencias, pero con un destino y un afán común, pidamos a Cristo un corazón puro, donde él pueda habitar como príncipe de la paz, gracias al poder de Dios, que es el poder del bien, el poder del amor. Y, para que Dios habite en nosotros, hay que escucharlo, hay que dejarse interpelar por su Palabra cada día, meditándola en el propio corazón, a ejemplo de María (cf. Lc 2,51). Así crece nuestra amistad personal con él, se aprende lo que espera de nosotros y se recibe aliento para darlo a conocer a los demás.

En Aparecida, los Obispos de Latinoamérica y el Caribe han sentido con clarividencia la necesidad de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en la historia de estas tierras «desde el encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros» (Documento conclusivo, 11). La Misión Continental, que ahora se está llevando a cabo diócesis por diócesis en este Continente, tiene precisamente el cometido de hacer llegar esta convicción a todos los cristianos y comunidades eclesiales, para que resistan a la tentación de una fe superficial y rutinaria, a veces fragmentaria e incoherente. También aquí se ha de superar el cansancio de la fe y recuperar «la alegría de ser cristianos, de estar sostenidos por la felicidad interior de conocer a Cristo y de pertenecer a su Iglesia. De esta alegría nacen también las energías para servir a Cristo en las situaciones agobiantes de sufrimiento humano, para ponerse a su disposición, sin replegarse en el propio bienestar» (Discurso a la Curia Romana, 22 diciembre 2011). Lo vemos muy bien en los santos, que se entregaron de lleno a la causa del evangelio con entusiasmo y con gozo, sin reparar en sacrificios, incluso el de la propia vida. Su corazón era una apuesta incondicional por Cristo, de quien habían aprendido lo que significa verdaderamente amar hasta el final.

En este sentido, el Año de la fe, al que he convocado a toda la Iglesia, «es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo [...]. La fe, en efecto, crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo» (Porta fidei, 11 octubre 2011, 6.7).

Pidamos a la Virgen María que nos ayude a purificar nuestro corazón, especialmente ante la cercana celebración de las fiestas de Pascua, para que lleguemos a participar mejor en el misterio salvador de su Hijo, tal como ella lo dio a conocer en estas tierras. Y pidámosle también que siga acompañando y amparando a sus queridos hijos mexicanos y latinoamericanos, para que Cristo reine en sus vidas y les ayude a promover audazmente la paz, la concordia, la justicia y la solidaridad. Amén.

19 comentarios

Gregory
No bastan las reformas ni las revoluciones tendran algo que decir que no sea muerte y destrucción si no existe un cambio de vida una conversión un volver a Cristo. El papa ha dicho un verdad absoluta escuchemos y abramos el corazón a Cristo este fin de semana en León se rompio la rutina con Cristo de la mano con el papa que siga adelante el camino se hace al andar y Cristo es camino, verdad y vida.
25/03/12 8:28 PM
Esteban
Un error eso de que gran parte de la misa fuera en latín, eso se entiende para un lugar como Roma, o si acaso un encuentro mundial(como el de las familias, el de la juventud por ejemplo) donde hay personas de varias nacionalidades, pero no era el caso de la misa en Guanajuato
25/03/12 8:41 PM
Blanca
Preciosa misa. Impresionante como ha dicho el locutor la obediencia de los fieles a las indicaciones y la devoción de todos. Grandes verdades en su homilía, nada alargada; el amor de Dios que él ha traído al mundo con su sacrificio y la verdad de la que ha dado testimonio salvan al mundo.
Plegaria eucarística en latín, entendible por todos los mexicanos que estaban y los mexicanos, españoles, italianos, vietnamitas o daneses que hayan podido seguir la misa por TV, radio o internet. La Iglesia es universal.
25/03/12 8:47 PM
Hector
Esteban de comentarios como el tuyo es que se alimentan los cismáticos, ¿no sabes acaso que lo que fue sagrado para nuestros hermanos predecesores lo es también para nosotros? nuestra lengua litúrgica es el latín, etiquetar de error el uso de la lengua litúrgica de Nuestra Santa Iglesia, es cuando menos una falta una respeto.
25/03/12 11:16 PM
Memob
Llamado a la conversión, Cristo es el camino, Verdad y Vida y sin El nada podemos, ese es en pocas palabras el mensaje de esta magnifica homilia con tintes de mini-encíclica, homilía ejemplar y excelsa, y Esteban el uso del latín embellece la liturgia de una misa presidida por el pastor universal en una misa que se vió en directo en mas de 64 países con las mas diversas lenguas, Viva Cristo Rey, Viva la la Virgen de Guadalupe y Viva el Papa.
25/03/12 11:30 PM
sandra
GRACIAS POR DARNOS LA OPORTUNIDAD DE OIR Y VER EL VIAJE A TRAVES DE SU WEB.
DIOS LES BENDIGA!
26/03/12 12:35 AM
Esteban
Hola Hector, a mi no me importan lo que digan los cismáticos, a mi me importa que el Evangelio se acerce a mas personas, y el usar una lengua que nadie habla en un evento en el que la mayoría de los invitados eran gente común, de todas las diocesis de México, cuya lengua es el español, deja una imagen de una iglesia elitista y lejana a los fieles. Los gustos particulares del Papa son muy respetables, pero es un error querer imponerlos a todos los católicos, es una regresión que no se apega a la realidad social del mundo, ni de la mayoría de los católicos.

Repito, se entiende bien que en una misa en Roma, o en un encuentro mundial se use el latín o varias lenguas, pero aquí hablamos de que el auditorio eramos hispano hablantes.
26/03/12 12:54 AM
Luis Fernando
Esteban, no ese trata solo del gusto del Papa. Es lo que dictaminó el Concilio Vaticano II. Cito de la Sacrosanctum concilium:

Se conservará el uso de la lengua latina en los ritos latinos, salvo derecho particular.

Procúrese, sin embargo, que los fieles sean capaces también de recitar o cantar juntos en latín las partes del ordinario de la Misa que les corresponde.


Los ortodoxos mantienen sus idiomas litúrgicos antiguos y no veo a sus fieles quejándose de elitismo y lejanía.
26/03/12 1:02 AM
Esteban
Luis Fernando, no puede pretender que la mayoría de los católicos hagamos como que los más 40 años en que el latín se sustituyó por la lengua local, para el bien de la Iglesia (porque así fue, es un bien de la Iglesia la inculturación del Evangelio) se haga como que no pasaron solo para contentar a un porcentaje marginal de católicos con gustos pomposos.

Eso y lo de querer imponer la comunión de rodillas, son tropiezos que el Papa ha querido reintroducir probablemente mal asesorado por la curia. Una cosa es que el Papa no prohiba lo que antes fue permitido para quienes tengan el gusto de hacerlo, en la Iglesia debe existir la diversidad en ese aspecto, pero otra es querer imponer formas que ya no van acorde con el lenguaje visual de la sociedad a todos. Lo de introducir casi la mitad de la misa en latin, es un error se vea por donde se vea.
26/03/12 1:32 AM
Aelredus
A mí me pareció emocionante el uso del latín, que solamente fue usado en una parte de la misa que los católicos que asistimos regularmente a misa ya conocemos muy bien. Además la gente recitaba de los folletines que se repartieron (no sé si incluyeron traducción). Así que no hubo ningún problema de comprensión ni nada por el estilo. Y no es ningún consejo de la curia, el Papa por sí mismo lucha por devolver la liturgia a su antiguo esplendor. Lo de recibir la comunión de rodillas y en la boca también me parece bien: se rescata la sacralidad de recibir el cuerpo de Cristo. Seamos sinceros: el "espíritu" del Concilio Vaticano II había llegado a abusos intolerables. Mucha gente que recibía la comunión en la mano se la llevaba como "recuerdito" o para cosas peores.
26/03/12 2:03 AM
Luis Fernando
Esteban, yo no pretendo nada. Informo. El Papa quiere recuperar el latín. Y eso es en conformidad con lo que se dijo en el último concilio ecuménico. Ambos hechos, digo yo, deberían ser tenidos en cuenta por los católicos.
Ahora bien, si tú piensas que eres más listo que el Papa y el último concilio ecuménico, pues nada.
26/03/12 2:28 AM
Krlos el laico
Que bueno que este Papa no caiga en los extremos litúrgicos de los tradicionalistas, ni en los de los modernistas. Esta celebración fue una muestra de equilibrio entre lo bueno del pasado y lo del presente. Se utilizó el español en la Liturgia de la Palabra por atención a la mayoría hispanohablante, y el latín en la Liturgia Eucarística como signo de unidad con toda la Iglesia Universal. La música litúrgica fue excelente. Ya basta de abusos litúrgicos que convierten a la Misa en un espectáculo para agradar el ego del ser humano, y no en un acto de Culto para adorar a Dios. No a los coros escandalosos, no a las ridiculeces carismáticas dentro de la Misa. Sí a la comunión de rodillas, en la boca y administrada por los ministros ordenados. Si quieren "danzar" y escuchar música profana, vayan después de Misa, primero Dios y luego el ser humano. Por cierto, en el pasado, cualquier niño católico sabía las oraciones básicas en latín, así como su traducción. Solamente un insensato puede estar en contra del uso del latín. Si queremos que la Liturgia recupere su dignidad, sigamos el ejemplo que el Papa Benedicto XVI nos ha dado hoy. Laus Deo.
26/03/12 4:42 AM
Antonio A. Badilla
Esteban,

Si es cismático el que apoya el Rito Extraordinaro del Rito Romano, lo es el mismo Santo Padre ya que él lo aprovó. Se celebró la Misa en el Novus Ordo pero con partes en latín tal como lo indica el Concilio Vaticano II. Criticar a la Iglesia por usar su lengua oficial, es como criticar a los cristianos bizantinos porque ellos usan el griego en su liturgia. Para tu información, todas las celebraciones liturgicas del Concilio Vaticano Segundo se llevaron a cabo en un lenguaje que usted considera “elitista.” Cuando el Santo Padre usa el latín en ciertas partes de la misa, está haciendo lo que el mismo concilio indica, no usando sus preferencias personales para imponerlas a todo el catolicismo.
26/03/12 4:57 AM
FelipeNeriMKT
Esa misa en latín no era para los fieles precisamente pues estaban los obispos y esa es la lengua oficial de la Iglesia y del Vaticano. La misa de la mañana fue para todos.
26/03/12 5:03 AM
Antonio A. Badilla
El latín como la lengua oficial de la Iglesia nunca se sustituyó. No hay nada pomposo en las partes de la liturgia que se dicen en latín, repito, en la lengua oficial de la Iglesia universal o católica. Lo que trae el latín es una mayor seriedad, recogimiento, sacralidad, y reverencia, elementos esenciales en una misa ordinaria pero especialmente en una misa papal.
El Santo Padre no impone la comunión de rodillas. En plena basílica de San Pedro se da la comunión de pie a muchos pero los que reciben de manos del sucesor de San Pedro lo hacen de rodillas. Si has leído lo que esta Sumo Pontífice entiende como liturgia sagrada, entenderás que no se trata de que la Curia Romana lo asesora mal. Si es así, yo podría decir que cuando Pablo VI nos dio el Novus Ordo lo hizo porque fue mal asesorado por la curia romana, y eso sería un absurdo. Es increíble que ahora parece ser que usted sabe más que el Papa de lo que es la liturgia del rito romano. Tal vez me equivoque, pero creí que el Papa también es el obispo de Roma.
26/03/12 5:14 AM
Ángeles
Pues fui de las afortunadas de estar en esta Santa Misa y nos distribuyeron un folleto en el que estaban todas las oraciones en latIn para que todos participáramos y en que momento nos correspondia y todos pudimos seguirla sin ningún problema. Fue absolutamente maravillosa! Y todo un honor tener con nosotros al Santo Padre!
26/03/12 6:29 AM
Esteban
Luis Fernando:

No se trata de ser mas listo que el Papa, sino de que el evangelio sea entendido por el mayor numero de personas, y el uso del latìn en cuestiones innecesarias, no contribuye a eso. Repito yo entiendo que se use en Roma, o en encuentros mundiales, porque hay personas de distintas lenguas, pero no era el caso de Mèxico. Ahi fue totalmente innecesario y repito que reflejo una visiòn elitista de la Iglesia, y eso es lo que me preocupa

Antonio: Yo no he dicho que sea cismàtico el que apoye el Misal del Beato Juan XXIII, yo he dicho que poco me importan las preocupacioens de los cismaticos o lo que ellos digan. Yo estoy a favor de ese decreto, y de que quien quiera escuchar la misa en ese idioma la escuche, cuando puedo veo en TV las misas en Roma, yo me se las oraciones mas importantes en latìn, los cantos gregorianos me gustan, pero se que eso es un gusto particular, y que para una mejor y mayor evangelizaciòn es mas beneficioso usar la lengua local, y los cantos liturgicos en la lengua local.

Y si creo que hay actos que realiza el Papa que son producto de un mal asesoramiento de sus auxiliares en la Curia, y esto es principalmente porque el Papa antes de serlo no tuvo una larga carrera como Pastor. Pero independientemente de eso, creo que en cierta forma contribuye a que los fieles pongan mas importancia en el sacramento que se recibe, que en quien lo administra.
26/03/12 9:27 PM
Luis Fernando
Esteban, la cosa es bien simple. El Papa celebra la Misa en latín, que es el idioma oficial de la Iglesia de rito latino. Y a la gente se le entrega una guía para que pueda seguir la misa en latín. Así que todo el mundo se entera de todo.
26/03/12 10:46 PM
Lili
Yo tuve la dicha de estar presente allí desde la noche anterior, esperando a su Santidad. Sinceramente todos los idiomas en los que se hablen en una Santa Misa, son hermosos.
La Homilía del Santo Padre, fue tan profunda, que el sol y el cansancio no eran nada. El fervor de 650 mil personas, todo fué impresionante. El Señor en las capillas repartidas por todo el parque, me parecía que estaba sentado a un lado de nosotros también. Protagonista y Espectador es Cristo. Viva Cristo Rey.
28/03/12 6:36 PM

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