(Agencias/InfoCatólica) Mons. Munilla, que oficiaba por primera vez la tradicional Misa con motivo de esta festividad, ha recordado que San Ignacio fue “fiel seguidor de Jesucristo”, si bien “su historia que pudo tener resonancia en un momento determinado, luego se ha perdido en el olvido”. “Exactamente lo mismo ocurrirá con cada uno de nosotros, al final de nuestra vida, todo lo que no sea santidad y respuesta fiel a la llamada de Dios, habrá sido inútil y baldío, y no dejará ninguna huella beneficiosa para la posteridad”, ha advertido.
En este sentido, ha señalado en que “lo verdaderamente importante es la santidad, la búsqueda de Dios, el deseo de cumplir su voluntad”, aunque, “hoy en día, bajo el influjo de una mentalidad practicista, tendemos a pensar que la santidad no es rentable y que no tiene futuro”.
El obispo de San Sebastián ha aseugrado que la autocrítica es “el punto de partida para la liberación de todo hombre” y ha asegurado que el santo “podría decirnos que el examen de conciencia, y la conversión que produce en nuestro interior, es el medio más eficaz para cuidar nuestra alma, nuestra familia, y nuestro pueblo”.
Cuestionarnos si nuestras sensibilidades e ideologías se adecuan al querer de Dios
El prelado guipuzcoano ha insistido en que “la clave del cristianismo, de la espiritualidad católica” es “la entrega al Señor de nuestra voluntad”. “No es lo mismo desear que querer, no es lo mismo soñar que discernir, no es lo mismo ilusionarse que perseverar, no es lo mismo hablar que hacer, no es lo mismo querer que poner los medios”, ha apuntado, para, a continuación, añadir que “no podemos dar por buenas nuestras sensibilidades e ideologías, sin cuestionarnos antes si se adecuan al querer de Dios”.
El obispo ha considerado que “el camino y el carisma de San Ignacio nos enseñan que solamente podemos ser santos, solamente podemos ser felices, cuando estamos en disposición de afirmar con sencillez y con plena confianza que queremos únicamente lo que Dios quiera”.
Por último, ha insistido en que “el modelo de San Ignacio es verdaderamente necesario” e incluso “indispensable para la vida de la Iglesia Católica de nuestros días”, además de declararse orgulloso del santo patrono ya que “nadie como él ha llevado el nombre de esta tierra a todos los rincones del mundo”.