(LSN/InfoCatólica) Takaichi, que asumió el cargo de primera ministra el martes, declaró durante un debate electoral el mes pasado que está en contra del «matrimonio» homosexual, aunque considera que mantener una relación homosexual es «aceptable», según el medio especializado en temas LGBT Them.
En 2023, durante una reunión de la comisión presupuestaria del gobierno, afirmó que la legalización del «matrimonio» homosexual es una «cuestión extremadamente difícil», citando un artículo de la Constitución japonesa que establece que el matrimonio requiere «el consentimiento mutuo de ambos sexos».
Las opiniones de Takaichi sobre el llamado «matrimonio» homosexual —que actualmente no es legal en Japón— contrastan con el sentir general de la población en un país altamente secularizado. Aproximadamente el 70 % de los japoneses apoya el «matrimonio» homosexual, según una encuesta de Pew realizada en 2023, el índice de aceptación más alto entre los países asiáticos encuestados.
Varias ciudades y municipios de Japón emiten «certificados de pareja» para las relaciones homosexuales. Por ejemplo, el distrito de Shibuya, en Tokio, aprobó en 2015 una ley que reconoce a las personas homosexuales «como parejas equivalentes a las casadas legalmente».
Además, un tribunal superior japonés dictaminó el año pasado que la prohibición del «matrimonio» homosexual en el código civil viola la disposición constitucional que prohíbe la discriminación por «raza, credo, sexo, condición social u origen familiar». Sin embargo, los tribunales superiores japoneses no tienen autoridad para invalidar dicha prohibición, por lo que el fallo tuvo un carácter meramente simbólico.
Paradójicamente, a pesar de que ella, como mujer, ocupa el cargo político más alto del país, la administración de Takaichi ha sido descrita por sectores de izquierdas como una mala noticia para la «igualdad de género» y los «derechos de las minorías sexuales». PBS News la calificó significativamente de «no feminista».
Esto se debe a que Takaichi apoya la sucesión exclusivamente masculina en la familia imperial, la cual desempeña un papel meramente ceremonial, y se opone a permitir apellidos distintos para los cónyuges, argumentando que podría «destruir la estructura social basada en las unidades familiares». No obstante, Takaichi no insiste en que la mujer adopte el apellido del marido; curiosamente, su propio esposo tomó su apellido cuando se volvieron a casar.
«El nacimiento de la primera mujer primera ministra de Japón es un hecho histórico, pero (Takaichi) proyecta una sombra sobre la igualdad de género y los derechos de las minorías sexuales», declaró Soshi Matsuoka, activista LGBT, a PBS. «Las opiniones de la primera ministra Takaichi sobre el género y la sexualidad son extremadamente conservadoras y podrían suponer un grave retroceso en los derechos, especialmente para las minorías sexuales».







