(LifeSite/InfoCatólica) Una reciente investigación publicada por la organización Defending Education ha revelado que responsables del sistema de Escuelas Públicas de Seattle adquirieron artículos destinados a facilitar la apariencia del sexo opuesto en alumnos con confusión sobre su identidad.
Según los documentos divulgados, se compraron productos como fajas compresoras para el pecho, ropa interior especial para ocultar genitales masculinos, protectores de pezones y un adhesivo corporal denominado «TransTape». Estos materiales fueron almacenados en taquillas denominadas «Taquillas de Salud Comunitaria», ubicadas en el instituto Garfield High School, y accesibles tanto para alumnos de secundaria como de bachillerato.
El proyecto fue financiado con fondos públicos mediante subvenciones y desarrollado en colaboración con el Hospital Infantil de Seattle. La correspondencia oficial, fechada en marzo de 2025, indica que la iniciativa fue interrumpida brevemente tras la toma de posesión del presidente Donald Trump, aunque posteriormente se habría reanudado.
Estas taquillas también incluían artículos como coleteros y estuches de maquillaje, supuestamente para facilitar la presentación externa femenina en varones con disforia de género. Según Defending Education, una publicación en la red social LinkedIn, realizada por un estudiante —cuyo nombre y sexo fueron omitidos por motivos de privacidad— relataba su experiencia como «colaborador de las taquillas de salud comunitaria».
Hasta el momento, el distrito escolar de Seattle no ha ofrecido explicaciones públicas ante las solicitudes de información realizadas por el medio LifeSiteNews. Un mensaje automático justificó la falta de respuesta institucional por «limitaciones de personal» y pidió «paciencia y comprensión».
Desde organizaciones defensoras de la familia se han alzado voces críticas contra estas prácticas. Katie Xavios, directora nacional de American Life League, afirmó: «Las escuelas públicas de nuestra nación siguen cruzando límites, y esta vez el instituto Garfield en Seattle no solo los ha cruzado, sino que los ha sobrepasado por completo».
Añadió: «Ninguna escuela debería imponer ideologías LGBTQ a los alumnos. Si un estudiante expresa confusión sobre su identidad, la respuesta adecuada es informar a sus padres. Que un adulto proporcione este tipo de materiales a un menor es profundamente inapropiado y moralmente preocupante».
Xavios también hizo un llamamiento a los padres para que se impliquen activamente en los consejos escolares: «Si el consejo escolar no escucha, uno de los padres debería presentarse como candidato. Solo actuando con firmeza y perseverancia podremos detener este tipo de iniciativas que dañan a nuestros hijos».
El locutor de radio local Jason Rantz denunció la ausencia de consentimiento paterno o supervisión médica en la distribución de estos productos, y advirtió de los posibles riesgos para la salud asociados a su uso: «Distribuir este tipo de artículos borra la línea entre la educación y la medicina. Estos productos alteran el cuerpo y pueden acarrear consecuencias médicas incluso si se utilizan correctamente».
Rantz añadió que estas acciones parecían responder a una agenda ideológica: «Se trata de promover una agenda política bajo el pretexto de la inclusión».
Erika Sanzi, directora de comunicación de Defending Education, declaró a National Review: «Hemos llegado al extremo de considerar material escolar productos como fajas para el pecho, protectores de pezones, ropa interior de ocultación y adhesivos para el torso, proporcionados directamente por el distrito escolar. Esto demuestra que el sistema educativo ha sido capturado por la ideología de género y colabora activamente en perjudicar a los hijos de otras familias».
Defending Education ya había denunciado anteriormente a dos centros públicos en Seattle —uno de secundaria y otro de bachillerato— por facilitar procesos de cambio de sexo mediante sus denominados «Centros de Salud Escolar». Según National Review, estos centros ofrecían tratamientos hormonales (estrógenos, testosterona, bloqueadores hormonales), derivaciones para intervenciones quirúrgicas como vaginoplastias o mastectomías, y apoyo psicológico para justificar estas prácticas.
La polémica continúa creciendo en medio del debate sobre el papel de las instituciones educativas en cuestiones de identidad de género, el respeto a los derechos de los padres y la necesidad de proteger a los menores de intervenciones que pueden tener consecuencias físicas, emocionales y morales graves.







