(CNA/InfoCatólica) «Durante los últimos 110 años, se ha celebrado misa en todo nuestro país para honrar y apoyar a los inmigrantes y refugiados que han llegado a nuestra nación como parte de esa corriente de hombres y mujeres de todas las tierras que han contribuido a construir Estados Unidos como una gran nación», dijo McElroy en su homilía en la Catedral de San Mateo Apóstol, en el noroeste de Washington D. C., el 28 de septiembre.
«Pero este año es distinto de los 110 años anteriores», afirmó, «porque este año estamos afrontando —como nación y como Iglesia— un ataque sin precedentes contra millones de hombres y mujeres inmigrantes y familias que están entre nosotros».
McElroy calificó el enfoque del gobierno de Trump sobre la inmigración como «una campaña integral para desarraigar a millones de familias» que «se basa en el miedo y el terror». El objetivo de la administración Trump, dijo, «es simple y único: robar a los inmigrantes indocumentados toda paz real en sus vidas para que, en su sufrimiento, se “autoexpulsen”».
En respuesta a la afirmación del gobierno de que todos los inmigrantes que entran ilegalmente al país deben ser expulsados, McElroy argumentó que el Evangelio «propone una medida muy distinta», según la cual los inmigrantes son «nuestros prójimos».
Aludiendo a la parábola del buen samaritano, McElroy sostuvo que «el elemento más sorprendente» de la historia fue «que el samaritano estuvo dispuesto a rechazar las normas de la sociedad que decían que, por su nacimiento y condición, no tenía obligación alguna con la víctima, que era judía».
«La visión penetrante y la grandeza del samaritano consistieron en rechazar la estrechez y la miopía de la ley para comprender que la víctima junto a la que pasaba era verdaderamente su prójimo, y que tanto Dios como la ley moral le obligaban a tratarla como tal», afirmó.
McElroy se refirió a la comunidad católica de Washington D. C., que —dijo— ha sido testigo de cómo muchos inmigrantes creyentes «han sido detenidos y deportados en la ofensiva que se ha desatado en nuestra nación».
«Estamos siendo testigos de un ataque gubernamental integral diseñado para generar miedo y terror entre millones de hombres y mujeres que, con su presencia en nuestra nación, han estado alimentando precisamente los lazos religiosos, culturales, comunitarios y familiares que están más desgastados y son más valiosos en este momento de la historia de nuestro país», dijo McElroy.
El cardenal señaló que la doctrina social católica considera la seguridad fronteriza y la deportación de delincuentes condenados por «delitos graves» como objetivos legítimos del Estado.
Sin embargo, señaló que «en ocasiones, nuestro gobierno sostiene que esos objetivos constituyen la esencia y el alcance de sus esfuerzos de aplicación de la ley migratoria, y si eso fuera cierto, la doctrina católica no tendría objeción alguna».
Finalmente, el cardenal llamó a los católicos a «configurar nuestra postura y nuestras acciones como pueblo de fe», y a «mostrar solidaridad con los hombres y mujeres indocumentados cuyas vidas están siendo trastocadas por la campaña de miedo y terror del gobierno».







