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5.04.20

Una IMAGEN que IMPACTA, y también ACUSA

Hoy, Domingo de Ramos, comienzo de la Semana Santa, la SEMANA por excelencia sobre todas las demás semanas del Año Litúrgico, el ABC trae una imagen que ciertamente, a las personas de Fe, nos ha impactado profundamente: un chico joven, arrodillado en la calle, rezando, ante la puerta -cerrada por decreto episcopal- de una parroquia sevillana. Impacta y acusa, claro.

Es la penosa imagen de la Iglesia Católica en España, casi en su totalidad. El “casi” lo han aportado los señores Obispos que, sabedores de que en su Diócesis, mandan ellos en exclusiva -y en exclusiva darán cuenta ante el Señor Dios de cómo han vivido su mandato-, han decidido, por ordeno y mando también, que sus parroquias siguen abiertas y operativas, a todos los efectos, al servicio de sus hijos, que son los de Dios.

Con esta decisión, ni desoyen a las autoridades públicas -porque no han dicho una sola palabra sobre las iglesias: les ha parecido lógico que funcionen-, ni a la CEE, que no lo ha decretado y que por otro lado no tiene ningún poder ni ninguna autoridad efectiva sobre ningún obispo para imponerles NADA en sus diócesis respectivas.

Una imagen -las parroquias cerradas- que contrasta -¡qué santa envidia, y qué estímulo!- con la de los miles y miles de profesionales que han tenido que seguir, al pié del cañón, sirviendo a sus semejantes, a costa de contagiarse o, incluso, de morir en acto de servicio. Sanitarios de todas las categorías, miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad; más otros colectivos que no podían cerrar, desde supermercados hasta farmacias, pasando por la gran cantidad de gente que se dedica a las limpiezas o a la atención domiciliaria de tantas personas necesitadas. TODOS sirviendo en su sitio. Y sin las protecciones adecuadas: no han tenido ni eso por parte de los poderes públicos.

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31.03.20

«Un Estado sin Justicia sería una banda de ladrones» (San Agustín)

Lo que san Agustín señalaba como una posibilidad, hoy lo vemos convertido -y bien sufrido- en su más evidente REALIDAD: estamos gobernados por una “banda de ladrones". El “sería” se ha convertido en ES. “No hay más cera que la que arde".

Este hombre Santo lo veía como posibilidad, atendiendo a los instintos que están permanentemente presentes en el hombre, dañado por el pecado; pero, en su época, había bastante más Justicia práctica y practicada por los poderes públicos que hoy en día. A los hechos históricos me remito.

El que los quiera valorar de otro modo, está en su perfecto derecho: caso de que exista un derecho a empecinarse en el error, que me da que NO. Con todo, siempre será “su” problema, nunca el mío.

Lo cierto y verdad es que lo denuncia san Agustín es la realidad más que visible, o la “foto fija” de lo que son, ya desde su mismo inicio, las democracias liberales occidentales; porque no hay mejor descripción -acusación, más bien- que las retrate con mayor realismo. Se salva en gran medida y muy por encima de todas las demás, la de EEUU. La única.

¿Por qué el Estado se convierte en una “banda de ladrones"? Desde el momento -su mismo inicio, insisto-, en que pierde de vista la JUSTICIA. Se “revista” de BIEN COMÚN, de justicia DISTRIBUTIVA, o de cualquier otro de los presupuestos del “gobierno de la Polis", como decían los griegos y copiaron, a su modo, los romanos. Por cierto: todo esos términos -Bien común, Justicia distributiva, Derecho, Propiedad- han desaparecido hasta del lenguaje de estas “democracias” tan salvajemente dictatoriales e inhumanas.

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26.03.20

El mundo en pánico, o el poder de un "bichito".

CORONAVIRUS. Lo que parecía casi nada -según personal de guardia, más los posicionados y bien subvencionados política y monetariamente-, se ha convertido por arte de magia, o por incompetencia manifiesta de muchísimo personal que cobra y mucho por “contar mentiras, tralará…", en “Pandemia global”. Lo del “calentamiento global", que también, es ya por la “fiebre colectivizada", según patrones marxistas profesionales y/o amaters.

Por cierto. Son las nueve de la noche, y estoy escuchando la cacerolada nocturna, amenizada con gritos ad hoc, castellanos cien por cien, contra este DESgobierno… ¡que por supuesto que nos lo merecemos! ¡Faltaría más, oiga! Hemos querido jugar con fuego con estas “dictaduras a lo democrático y por lo civil"  -un clásico, ya-, y nos hemos “abrasao” con la barbacoa que hemos dejado que nos montaran con toda nuestra “inocente", voluntaria y “alegre” participación.

Lo del “bicho” no es de coña: va muy en serio; y menos mal que la mortandad no es, ni mucho menos, la de otras pandemias. Por ejemplo, del SIDA no se habla, porque no es “políticamente correcto", pero fue y sigue siendo mucho más mortífera que esta; menos contagiosa, porque solo hay un modo de pillarla y, por tanto, el núcleo de gente que puede infectarse es muy inferior, objetivamente; pero, en los dos primeros meses de 2020, se ha cobrado 240.900 vidas.

¿Y los suicidios? 153.700, por los mismos meses. Me refiero en todo el mundo. ¿Qé podríamos decir del aborto? Millones desde que se instauró legalmente. Y del ébola, ya ni nos acordamos tampoco: pero en España, se infectó UNA enfermera; y se mató un perro, por si acaso… ¡Y la que se montó…! ¿Cuánto personal sanitario se ha infectado ya en España por no tener la protección adecuada? Y no por ir de manifa recomendada desde todo el frentecillo progre-populachero-separatista-mafioso, que conste.

Pero ahora gobierna el “frente populachero” y todo cambia: ¡no passsaaa nnnnaadddddaaaaa! ¡To’s aborregaos! Y a tragar.

Por tanto, pueden seguir mientiéndonos -no solo es la “marca de la casa” de la PROGREZ bien constituida, sino que es el propio sistema democrático español, que no se va a mover de ahí-, que somos capaces hasta de estarnos encerrados en casa los días que haga falta. Eso sí: ya nos pasarán la factura cuando estén más despejados. No tengan la menor duda.

¿Que no está llegando el material médico necesario ni siquiera para los mismos componentes del personal sanitario, junto a otros colectivos también expuestos, por la incompetencia manifiesta y criminal de este DESgobierno? Pues se les llama héroes sí o sí, y a correr. Y que sigan infectándose. Ellos, los del DESgobierno y asimilados, siempre tendrán la privada a su disposición.

¿Que el DESgobierno ha gastado no sé cuántos millones en comprar un material en China que no sirve…? No tengan tampoco la menor duda: algunos y algunas se lo han llevado crudo, aunque eso signifique más muertes, que ponemos nosotros: nunca ellos. Pues, ¡¡¡no paaasssa naaddaaa!!!

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20.03.20

Un simple "virus" se ha comido la Fe. ¡Que ya tiene merito!

Hace unos días que le llevo dando vueltas a lo de las iglesias cerradas, y a lo de las Misas “sin pueblo, por imperativo legal y eclesial -en muchos casos-; o no". Y cada vez me escandaliza más el tema. Es una derrota en toda regla, y un arrasar la poca Fe que quedaba en pie: supuesto que quedase; que sí quedaba y queda, como me ha llegado de tanta buenísima gente.

Y digo todo lo anterior con dolor de alma y de corazón: por Jesús, por la Iglesia y por las almas todas. Y lo digo con cuarenta años de sacerdote detrás, uno tras otro, y sumando Dios mediante. Que no son tres o cuatro ya. Gracias a Dios.

¿Qué ha podido pasar por el alma -la cabeza no pretendo ni nombrarla- de tantos miembros de la Jerarquía Católica para que, ante el covid famoso, la ocurrencia primera y más puesta en el candelero, o en el candelabro, haya sido la de echar el cerrojo? ¡Cerrojazo patronal! No me extrañaría que hubiesen pillado el “bicho"…, y les haya comido hasta la Fe. O lo que les quedase de ella. A quien le quedase; porque tal como van y están las cosas…

Porque resulta incomprensible. Amén de escandaloso. Y me explico.

Es muy posible que los políticos de la progrez -que nos ha infectado mucho más fuertemente que cuanquier bicho- pudiesen acudir -sin mirar siquiera a Italia, ahí al lado y con la que tenían montada; y sin escuchar a los expertos médicos, y no me refiero al busto parlante, riente, que no “sonriente” y “mentiente” que han sacado- a un expediente parecido a “no teníamos precedentes de nada parecido…".

De este modo, y encomedándose únicamente al diablo -no tenían más agarradero, porque no tienen otro-, se hayan atrevido a incitar a asistir a la manifa femi, y en Madrid. Por eso, entre otras cosas, es Madrid la primera y la más perjudicada por toda esta ecatombe. Pero ya sabe la gente a quién se debe tamaño honor…

Pero este planteamiento, o este expediente, en la Iglesia Católica ni cabía ni cabe. En sus más de dos milenios de existencia -siempre la misma Iglesia Católica: fiel a Cristo y a las almas, para ser fiel a sí misma-, se ha encontrado con situacIones tan graves o más que esta. Fijo.

Y NUNCA, oigan, NUNCA ha dado cerrojazo. Es más: a los sacerdotes y religiosos que huían de donde debían estar -y se jugaban la vida, literalmente-; es decir, a los que huían de las gentes que enfermaban y morían, y de las sanas -que también las había-: o se volvían a su sitio, o quedaban inmediatamente EXCOMULGADOS. Cualquier cosa, cualquier solución era buena, menos… ABANDONAR. Porque no es ni pertenece, por definición, a la Iglesia; porque “eso” no es de Cristo.

En esto ha quedado la “nueva iglesia", la tan cacareada y cacareadora “iglesia en salida": que ni salga ni entre nadie. ¿Y en qué ha venido a parar lo de la iglesia como “hospital de campaña?: que vayan a urgecias. Ha quedado en CERROJAZO y TENTE TIESO…, QUE YA TE APAÑARÁS por tu cuenta y riesgo. Bueno, ¿y lo de la “misericordia"…? Ustedes mismos. Vamos: ¡pa’… y no echar gota!

En esto quedan los “eslóganes", especialmente los más populistas y aplaudidos por los más sádicos destrozadores de la Iglesia: en HUMO. ¿Por qué? Porque exactamente humo eran: no pasaban de ahí. Y a los “mantras” de los políticos les sucede otro tanto: no son nada.

Solo les ha quedado, a los jerarcas que han cedido ante el mundo y sus poderes, aquello de: “Y que Dios te la depare buena". Es lo que se cuenta de aquel médico de pueblo, del siglo XIX, que llevaba en el bolsillo una serie de recetas; de modo que cuando tenía que recetar algo, echaba mano al bolsillo, sacaba una y, sin mirarla siquiera, se la daba al enfermo y le decía exactamente esas palabras.

Aclaro que es una anécdota “irreal", mero chascarrillo, sin más connotación. Y no lo cuento por los médicos, como es lógico y se entiende; sino por los miembros de la Jerarquía Católica que están haciendo lo que hacen, y están mandado lo que se ha de hacer, según su genial saber y entender.

Por cierto: aprovecho para aplaudir a todo el personal sanitario y personal hospitalario en todas sus facetas, incluida la limpieza, la comida y la ropa, para mandarles, junto al aplauso, mis oraciones de sacerdote: lo hago con todo gusto y afecto, especialmente con la Santa Misa.

Y, cómo no: a todos los buenos pastores -que no son muchos- que no han dejado tirados a sus fieles: a los hijos de Dios en su Iglesia.

¿Cómo es posible que hayamos llegado a esto en la Santa Madre Iglesia? Porque llegar se ha llegado: es innegable. No en todas las diócesis, pero sí en la mayoría… pretendiendo además que esta postura “por lo eclesial” es “un bien” para sus hijos. Quizá para las ovejas estaría muy bien, que para eso son ovejas; pero para los hijos…, para los hijos de Dios en su Iglesia… pues, en fin.

Me escribía una señora buenísima -católica, por supuesto-, escandalizada y dolorida por estas medidas tan inhumanas, de entrada, y tan hueras de espiritualidad y de vida sobrenatural -tan vacías de Dios, se mire como se mire-, de salida; me escribía:

“En mi cabeza, desde luego, no cabe que la Iglesia pueda cerrar sus puertas ante una situación de emergencia o calamidad, como no entendería que una madfe dejara en la calle a su hijo enfermo o necesitado y en medio de la lluvia. Creo que existe un abismo inmenso entre permitir a los fieles participar de las Eucaristías con las debidas precauciones, que no se trata de ser imprudentes, y privarles incluso de esa posibilidad… E igual de desafortunada me parece la idea de suspender la Adoración Perpetua: ’sin Mí no podéis hacer nada’; o dificultar el acceso a los Sacramentos… San Juan Pablo II: ‘No tengáis miedo, abrid de par en par las puertas a Cristo’. Eso le pido al Señor, que esta Iglesia suya no tenga miedo de abrir sus puertas”.

Es desolador ver la figura del Papa caminar a solas, sin más compañía, “obligada", que la de los guardaespaldas. Pero es la imagen perfecta y exacta -la que vale más que mil palabras- de lo que se ha hecho y se está haciendo en la Iglesia: VACIARLA, convrtiéndola -en eso están muchos- en una cáscara vacía, un trampantojo, un auténtico erial…, mientras se mantienen cargos, instituciones y demás que, como está profetizado en el AT, no son sino cisternas agrietadas que no pueden retener el agua.

Es incomprensible, por mor de doloroso, ver en la TV, a un canónigo de una muy ilustre catedral española, decir que iba a celebrar la Santa Misa: “porque se siguen diciendo; pero SIN PUEBLO; eso sí: la catedral sigue abierta para el que quiera entrar a rezar"…, pero NO PARA asistir a MISA y COMULGAR. Se insiste en lo obvio y en lo menos, para negar lo más. Como en el mundo político. Tal cual.

Y más incomprensible si cabe la afirmación de que “nos confesemos con Dios", que es lo mismo que decirle a uno que se juega el alma para toda la eternidad, “que se confiese con una farola"; porque “eso” ni ha existido en la Iglesia, ni existe, ni podrá existir.

Existe el SACRAMENTO de la CONFESIÓN, donde uno se confiesa exactamente con Dios, a través de persona interpuesta: el sacerdote. Sí existen también los “actos de contrición perfecta” que, de suyo, cuando no hay posibilidad de acercarse a confesar, perdonan los pecados…, siempre que acompañe el propósito serio y honrado de confesarlos en cuanto se pueda.

Pero, ¿quién es el guapo que puede decir “yo he hecho un acto de perfecta contrición"? Por eso SIEMPRE está la Confesión, y los sacerdotes debemos estar a mano para facilitarla: no para decir que estamos fuera de servicio…

¿Cómo se puede dejar a los fieles, desde la propia Jerarquía que debería vivir única y exclusivamente para ellos, y más con esta epidemia galopante, SIN los MEDIOS de SALVACIÓN, ordinarios y extraordinarios, entregados por el mismo Jesucristo a su Iglesia…, y cuando más falta les hacen?

Claro: estos jerarcas, ayunos de todo ya, como están en lo de la “iglesia nueva", y se ve que no han leído nada de la “vieja” -la auténtica, por cierto-, ya no saben ni quién fue san Damián, el cura de los leprosos de Molokai; que murió leproso, como no podía ser menos. Ni él quería ser menos, tampoco.

¡Que sea Trump el que diga que establece un “día de oración” en todo su país por esta pandemia, ya tiene mérito! Ni siquiera es católico, para más inri. Nadie en la Iglesia ha dicho algo igual. Y, menos aún, antes que él.

TODO ESTÁ SIENDO YA UN DISPARATÓN… que, en la Iglesia Católica, día a día va creciendo y se hace más y más dañino. Está arrasando.

¡Señor, ten piedad! ¡Apresurate a socorrernos! ¡Mira que perecemos!

17.03.20

Y están matando al hombre, también por lo eclesiástico. 1ª parte.

Debería parecernos una inmoral insensatez, cuasi un sacrilegio incluso, tal afirmación. Por eso, vamos a matizarla y a acotarla. Pero ahi se va a quedar porque hace falta: es real. En mi opinión, por supuesto.

Lo primero que hay que señalar es que, como nos dejó escrito y nos demostró con su vida san Juan Pablo II, “el hombre es el lugar de la Iglesia”. De la Iglesia Católica, se entiende; o debería entenderse. Y de modo absoluto.

Y, ¿por qué ‘el hombre es el lugar de la Iglesia’? Porque la Iglesia “nace” y “está” para el hombre. No está ni para sí misma -nunca lo ha estado, aunque ahora esté de moda decir lo contrario- ni, mucho menos, para “el mundo y sus máximas", incluido el “poder político". Que da la impresión de que más por ahí -los “huevos"-, que por los “fueros".

Pero las cosas, hoy, no son tan sencillas, porque se han complicado mucho. Y no solo por el entorno en el que tiene que desarrollarse su labor santificadora y salvadora; sino también desde dentro de la misma Iglesia con el caos “doctrinal” y práctico -"pastoral", se quiere dice y camuflar-, que se ha generado en y desde su interior.

Como es lógico, empezando por los primeros que deberían asumir su ministerio: los miembros de su Jerarquía. De hecho, este es el único problema real -de hoy, de siempre y de mañana- de la Iglesia Católica: que la Jerarquía esté a la altura… a la altura del Corazón de Cristo.

Porque, si la Iglesia no está para servir al hombre, no está para nada: simplemente, habría desaparecido como tal: habría dejado de ser lo que es y lo que debe ser siempre, mientras haya hombres sobre la tierra. Así la ha hecho Jesús, porque así la ha querido. Porque “así” se ha hecho Jesús: donación total y absoluta para el hombre; para todo hombre, especialmente para el pecador.

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