Ni novedoso ni positivo

Lograr un estatuto teórico y practico para la persona es de todo punto imposible si se prescinde de Dios. De lo que se piense de Dios depende lo que se piense del hombre, de la sociedad, de la economía, incluso de la política.

Las acciones del Gobierno para alcanzar una laicidad radical en nuestra patria no tienen nada de progresista, porque su ideología y metodología son antiguas, y las consecuencias, las de siempre. Es decir: que ni los principios en los que se apoya ni los efectos, muchas veces contra el bien moral de los ciudadanos, son novedosos ni progresistas.

«La crisis de Modernidad -dijo Carlos Valverde- es una crisis de la razón, utilizada principalmente como instrumento de dominio y, por consiguiente, un eclipse de la verdad como presencia del ser en el hombre». El subjetivismo y el instrumentalismo han instaurado un cierto terror contra todos los que creemos en la verdad. Es también un ataque contra los que vivimos en la seguridad de que lo real es mucho más que lo dado en este «lado de acá».

La incapacidad de pensar en trascendente expresa la profundidad de la irracionalidad de las sociedades «racionales» occidentales. Porque la sociedad, sin conciencia de lo que le trasciende -Dios-, quedará siempre a merced de la razón «humana», es decir, del hombre, de todos los hombres tan distintos, tan pasionales, tan limitados y, por todo ello, tan difícilmente reconciliables es una hipotética «razón social».

Por eso, lograr un estatuto teórico y practico para la persona, de tal forma que pueda alcanzar cada vez situaciones más humanas y humanizadoras, es de todo punto imposible si se prescinde de Dios. De lo que se piense de Dios depende lo que se piense del hombre, de la sociedad, de la economía, incluso de la política.

Lo vieron con clarividencia dos pensadores tan distintos como Donoso Cortés y el teórico Pierre-Joseph Proudhon. Éste último, en sus «Confesiones de un revolucionario» escribe: «Es cosa que admira el ver de qué manera en todas nuestras cuestiones políticas tropezamos siempre con la teología».

Y el español Donoso Cortés abre su célebre «Ensayo sobre el Catolicismo, el Liberalismo y el Socialismo» con este enunciado: «De cómo en toda gran cuestión política va siempre envuelta una cuestión teológica». La Razón

+ Cardenal Ricard Mª Carles

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