«Una crisis dentro de una crisis»: efectos del coronavirus en los países más pobres

Según advertencia de un experto de la FAO

«Una crisis dentro de una crisis»: efectos del coronavirus en los países más pobres

Tanto la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura como la Organización Mundial de la Salud aseguran que el COVID-19 representa «una situación extrema» que provocará millones de hambrientos y un colapso sanitario.

(ForumLibertas.com) La pandemia del Covid-19 está causando estragos en todo el mundo. Sin embargo, los países más vulnerables a los efectos del coronavirus se enfrentan a «una crisis dentro de una crisis», como advierte un experto de la FAO.

Al respecto, tanto la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura como la Organización Mundial de la Salud (OMS) aseguran que el COVID-19 representa «una situación extrema» que provocará millones de hambrientos más y un colapso sanitario en 43 países del África subsahariana.

En ese sentido, la pandemia y el hambre «afectarán desproporcionadamente a los pobres, particularmente a los agricultores y trabajadores sin formación», añade un estudio del Banco Mundial (BM).

Cabe recordar que en mayo de 2019 la FAO ya advertía de que el hambre en Oriente Medio y Norte de África afectaba a 52 millones de personas, debido sobre todo a los conflictos.

En cuanto a la situación actual de la pandemia en África, con datos de la OMS de este viernes 17 de abril, los casos confirmados por contagio del COVID-19 ascienden a 18.448, y ha habido 968 fallecidos, mientras más de 3.500 pacientes han superado la enfermedad.

Por países, Sudáfrica y Egipto superan los 2.600 contagiados. Les siguen Argelia y Marruecos, con más de 2.000 y Camerún, con cerca de mil.

Hay que tomar las cifras con precaución, porque los países que más casos tienen son los que cuentan con más tests y un sistema sanitario más preparado.

En cualquier caso, la ONU calcula que más de 300.000 africanos podrían morir por los efectos del coronavirus.

«Una crisis dentro de una crisis»

Ante este escenario, Dominique Burgeon, director de la División de Emergencias y Resiliencia de la FAO, insiste en que, «a medida que aumente el número de infecciones por coronavirus en los países vulnerables, podría surgir una “crisis dentro de una crisis”, en la que la crisis sanitaria se vería agravada por otra alimentaria».

Hay que considerar que se trata de poblaciones ya de por sí «malnutridas, débiles y vulnerables a la enfermedad», así que esa doble situación de crisis «crearía un círculo vicioso que dejará a un mayor número de personas más débiles y vulnerables ante el virus» añade el experto.

En una entrevista publicada en la web de la FAO, Burgeon responde a una serie de interrogantes sobre los efectos del coronavirus en los países más pobres y por tanto más vulnerables ante la pandemia.

Una de las primeras cuestiones que plantea es qué comunidades están más expuestas al impacto del virus. Al respecto, recuerda que «incluso antes de la llegada del COVID-19, 113 millones de personas en el planeta se enfrentaban ya a una grave inseguridad alimentaria aguda debido a conmociones o crisis preexistentes».

«Esto significa que se encontraban en una situación extrema dentro del espectro del hambre: débiles y menos preparados para defenderse del virus», agrega.

Además, una gran mayoría de ellos vive en zonas rurales y depende de la producción agrícola, o de trabajos estacionales en la agricultura, la pesca o el pastoreo.

«Si enferman o se ven limitados por restricciones de movimientos o actividad, se les impedirá trabajar sus tierras, cuidar de sus animales, ir a pescar o acceder a los mercados para vender sus productos, comprar alimentos u obtener semillas y suministros», cita el experto.

Sobre esta cuestión, Burgeon también recuerda que el brote del Ébola en África Occidental en 2014 provocó situaciones similares: «aquello perturbó las cadenas de suministro del mercado agrícola. Muchos campesinos no pudieron cultivar o vender sus cosechas. […] La gente padeció hambre».

«Por lo tanto, las lecciones del brote de Ébola de 2014 son claras: si bien las necesidades sanitarias son una preocupación urgente y primordial, no podemos descuidar los medios de subsistencia o los aspectos de seguridad alimentaria».

Tensiones en las poblaciones más amenazadas

Otra cuestión que aborda el experto de la FAO son las tensiones que se pueden derivar de los efectos del coronavirus en las poblaciones más necesitadas y hambrientas. «Si se alteran los medios de vida de la población, pueden provocarse tensiones y disturbios sociales», asegura.

De hecho, al interrumpir las cadenas de suministro alimentario y hacer insostenibles los medios de vida, «es más probable que las poblaciones vulnerables abandonen sus medios de subsistencia y se trasladen en busca de ayuda, con la consecuencia indeseada de una posible propagación ulterior del virus y el probable agravamiento de las tensiones sociales», aclara.

Esto es más que probable en países como Etiopía, Kenia y Somalia, donde «casi 12 millones de personas ya se encontraban en circunstancias difíciles como resultado de graves sequías prolongadas y cosechas fallidas consecutivas».

«En África, también nos preocupan el Sahel, la República Centroafricana, la República Democrática del Congo y Sudán del Sur», también con crisis alimentarias; pero, «ningún continente es inmune», añade.

«Desde Afganistán hasta Haití, pasando por Siria y Myanmar, el Covid-19 corre el riesgo de agravar aún más el impacto de los conflictos y los desastres naturales», señala.

La respuesta de la FAO

Durante la entrevista, Burgeon también expone algunas claves de la FAO para dar respuesta a los efectos del coronavirus sobre las poblaciones más vulnerables.

«Nos estamos activando para sostener y luego ampliar nuestros programas para salvaguardar los medios de vida esenciales en los países que se enfrentan a crisis prolongadas de seguridad alimentaria», señala.

«El sistema de las Naciones Unidas lanzó el 25 de marzo un llamamiento humanitario conjunto en el que la FAO pidió a los donantes 110 millones de dólares para proteger la seguridad alimentaria de la población rural vulnerable», detalla.

Uno de los objetivos es estabilizar los ingresos y el acceso a los alimentos, y preservar los medios de subsistencia. Es decir, «ofrecer a los pequeños campesinos y pastores semillas, herramientas, piensos…, para que puedan seguir produciendo alimentos para sus familias y comunidades y generar ingresos».

«Los planes de protección social serán una herramienta fundamental y estamos colaborando con los gobiernos, las organizaciones locales y otras entidades para estudiar la forma de ampliar los sistemas existentes, en especial en las zonas rurales de difícil acceso», añade este experto de la FAO.

También se efectuarán transferencias de dinero en efectivo para poder «estabilizar el poder adquisitivo de las familias» en la medida de lo posible, entre otras medidas que detalla en su entrevista.

«En este esfuerzo, colaboraremos tanto con las autoridades nacionales como con la Organización Mundial de la Salud (OMS), como ya hicimos en la crisis del Ébola», subraya Burgeon, al tiempo que asegura que «los donantes están respondiendo al llamamiento de la ONU».

Al mismo tiempo, para minimizar posibles contagios en la prestación de ayuda humanitaria, «las oficinas de la FAO en los países están consultando con los asociados locales con los que hemos trabajado durante años y logrando acuerdos contractuales flexibles para aprovechar los canales logísticos para la entrega de la ayuda y minimizar la exposición del personal y los beneficiarios», concluye.

Las alertas de otras organizaciones

Por otra parte, expertos de otras organizaciones advierten también sobre los efectos del coronavirus en los países más pobres, como la progresión y mortalidad del virus y el colapso de los sistemas sanitarios.

La Organización Mundial de la Salud aporta datos concretos que constatan el riesgo de colapso sanitario: «en 43 países de África Subsahariana el ratio de camas de cuidados intensivos es de cinco por cada millón de habitantes, mientras en Europa hay 4.000 camas de UCI por cada millón».

«En Sudán del Sur, con una población de 11 millones, hay tantos respiradores artificiales como vicepresidentes: 4», cita la OMS como ejemplo.

Por su parte, Anna Roca, investigadora del Medical Research Unit (MRU) analizaba recientemente desde Gambia los datos sobre la progresión y la mortalidad del virus en África y los comparaba con Europa.

Esta experta asegura que el continente africano va un mes por detrás: si el primer caso en España se detectó el 31 de enero, en África Subsahariana apareció en Nigeria el 25 de febrero y se propagó días después por el resto del continente.

Roca no comparte el optimismo que parece haberse instalado en la opinión pública sobre una evolución menor de los contagios: «es verdad que los gobiernos africanos han actuado rápido, pero da miedo que se piense que el impacto será menor», advierte.

«Si comparamos la evolución de casos positivos y la mortalidad, no hay tanta diferencia. La mayoría de países de África del Oeste sigue una curva de contagios un poco por debajo de España y por encima de Francia».

En cuanto a la mortalidad, «si miramos la mortalidad vemos que hace un mes en España era del 2,5% y hoy en África Occidental es del 2,6%», detallaba.

Joan Vives-Tomàs, director del MRU, añade que en muchos de estos estados solo se contabilizan los muertos en un hospital: «a menudo, especialmente si el fallecimiento ocurre lejos de la ciudad, no se registra, por lo que es imposible saber la cifra real de muertos».

Desde el Banco Mundial, las conclusiones sobre los efectos del coronavirus también prevén hambre en el continente africano, según su informe «El pulso de África».

El cierre de fronteras, el descenso de las importaciones –hasta un 25%–, la caída del precio del petróleo y otras materias primas y el aumento del precio de los alimentos «afectará desproporcionadamente a los pobres», afirma en ese estudio.

De hecho, se prevén pérdidas de entre 37.000 y 79.000 millones de dólares para África, un continente donde 8 de cada 10 personas vive con menos de 5 euros al día, concluye el informe.

 

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