Albert Cortina: «El transhumanismo parte de una cosmovisión cientificista, materialista y atea del ser humano»

Pretende ser un movimiento de liberación para el siglo XXI

Albert Cortina: «El transhumanismo parte de una cosmovisión cientificista, materialista y atea del ser humano»

Javier Navascués ha entrevistado para InfoCatólica a Albert Cortina, experto en transhumanismo, ideología emergente que acompaña a la globalización tecnológica y a la actual Revolución digital o Revolución de la inteligencia.

(Javier Navascués/InfoCatólica) Albert Cortina es abogado y urbanista. Promueve un humanismo avanzado para una sociedad en que las biotecnologías emergentes estén al servicio de las personas y no al revés. Cree que conectar el cerebro con el corazón es un magnífico camino a recorrer. Se dedica a capacitar a las personas en la responsabilidad tecnológica, ambiental y social mediante los principios de una ética universal aplicada a los desafíos del futuro. Le gusta gestionar de forma integral ideas, valores y proyectos. Como director del Estudio DTUM se dedica desde hace más de 25 años a la ordenación de la ciudad y del territorio, a la preservación de los espacios naturales y a la intervención y gestión del paisaje. Aboga por una conversión espiritual del corazón. Actualmente focaliza su atención en la preservación de la condición humana.

Coautor y coordinador, junto con el científico Miquel-Àngel Serra, de la trilogía de libros ¿Humanos o posthumanos? Singularidad tecnológica y mejoramiento humano (Fragmenta Editorial, 2015), Humanidad ∞. Desafíos éticos de las tecnologías emergentes (EIUNSA, 2016) y Singulares. Ética de las tecnologías emergentes en personas con diversidad funcional (EIUNSA, 2016). Autor del libro Humanismo avanzado para una sociedad biotecnológica (Ediciones Teconté, 2017).

¿Qué es el transhumanismo?

Según la Wold Transhumanist Association podemos entender el trasnhumanismo como una manera de pensar en el futuro basado en la premisa de que la especie humana en su forma actual no representa el final de nuestro desarrollo sino más bien una etapa relativamente preliminar.

El filósofo Nick Bostrom de la Universidad de Oxford ha definido formalmente el transhumanismo como un movimiento cultural, intelectual y científico que afirma el deber moral de mejorar biotecnológicamente las capacidades físicas y cognitivas de la especie humana, y aplicar al hombre las tecnologías emergentes (nanotecnología, biotecnología, tecnología de la información, ciencia cognitiva, inteligencia artificial, robótica, realidad virtual, transferencia mental, criónica...), a fin de que se puedan eliminar los aspectos no deseados y no necesarios de la condición humana: el sufrimiento, la enfermedad, el envejecimiento e, incluso, la condición mortal.

¿Es por tanto únicamente una corriente de pensamiento científico?

Desde mi punto de vista, es algo más. El transhumanismo es la ideología emergente que acompaña a la globalización tecnológica y a la actual Revolución digital o Revolución de la inteligencia. Esta ideología se ve a sí misma como un nuevo movimiento de liberación para el siglo XXI. La liberación del hombre de su condición humana natural y sobrenatural.

El transhumanismo tiene su fundamento en una cosmovisión cientificista, materialista, reduccionista y atea del ser humano. No obstante, curiosamente está confluyendo con las nuevas corrientes gnósticas y New Age, conformando de este modo una especie de tecno-religión con pretensiones hegemónicas en el Nuevo Orden Mundial que tiene el claro objetivo de sustituir la cosmovisión cristiana sobre la persona y la creación por otra cosmovisión universal posthumana.

Así pues, no es de extrañar que el transhumanismo haya sido descrito por Francis Fukuyama como «la idea más peligrosa del mundo».

¿Cuál es el origen de este movimiento filosófico y científico?

Impulsos trascendentalistas parecidos al transhumanismo se han expresado al menos desde los orígenes de la humanidad en la misma búsqueda de la inmortalidad y de los intentos pseudocientíficos de alcanzar la fuente de la juventud, lograr el elixir de la vida y otros esfuerzos parecidos que pretendían vencer el envejecimiento y la muerte.

Si recuerda, el «seréis como dioses» (Gen 3,5) fue el argumento decisivo que utilizó el demonio para que el primer hombre cayera en la tentación. El error humano fue no saber descubrir que la creación no era sólo un acto de poder y dominio inigualables, sino ante todo un acto de amor gratuito.

Muchos siglos después de este relato bíblico, el ser humano no ha cambiado mucho y seguimos tropezando en la misma piedra. Queremos ser como dioses, pero dioses poderosos, controladores de las leyes naturales y de la moral a merced de nuestra arbitrariedad y extravagancia. Queremos tener en nuestras manos la decisión sobre la vida y sobre la muerte.

Seguramente el transhumanismo no sea una lucha por la supervivencia, sino más bien una lucha por el poder.

¿Qué ha querido decir antes con «impulsos trascendentalistas»?

Si, el trascendentalismo fue un movimiento filosófico, político y literario estadounidense que floreció aproximadamente entre 1836 y 1860. Comenzó como un movimiento de reforma dentro de la Iglesia Unitaria y se basó en un monismo que sostenía la unidad del mundo y de Dios, así como la inmanencia del mundo. El unitarismo como corriente teológica de un sector del cristianismo protestante, cree en un Dios unipersonal pero sostiene que Jesús no es el mismo Dios, sino un hombre creado por éste.

¿Un Jesús simplemente humano?

Resulta interesante ver la oposición radical que existe entre la visión transhumanista y la figura de Jesús de Nazaret, verdadero Dios y verdadero hombre, que pasó su vida amando y enseñándonos a «vivir como dioses». «Dios es Amor» (1 Jn 4,8) Aquí comenzó una verdadera revolución; la mejor revolución que ha conocido la historia de la humanidad. Si queréis ser como Dios – nos dice Jesús- , si queréis ser auténticamente felices, debéis amar.

Decía el Papa Benedicto XVI, en la misa de inicio de su pontificado. «No es el poder lo que redime sino el amor. Éste es el distintivo de Dios» (Benedicto XVI, 20 de abril de 2005).

Ya sabemos pues lo que nos hará felices, ya tenemos el camino trazado por Jesús, la actitud auténticamente humana: amar.

¿Algunos antecedentes históricos más del transhumanismo?

Si, posiblemente la filosofía de Nietzsche con su exaltación del «superhombre» o la filosofía social de la Eugenésia que defiende la mejora de los rasgos hereditarios humanos mediante diversas formas de intervención manipulada y métodos selectivos de los seres humanos. El eugenismo del siglo XIX pretendía el aumento de personas más fuertes, más sanas, más inteligentes…

Por otro lado, algunos autores consideran que el origen remoto del transhumanismo, al menos en la formulación de este término y en su inspiración general, puede situarse en un texto de 1957 del biólogo Julian Huxley.

¿El hermano del escritor británico Aldous Huxley autor de la novela distópica «Un mundo feliz» escrita en el año 1932?

Si, efectivamente. Sir Julian Huxley, fue el primer director general de la UNESCO, colaboró en la Sociedad Humanista de Nueva York (First Humanist Society of New York) y en lapresidencia del congreso fundacional de la Unión Internacional Humanista y Ética en 1952 (Internacional Humanist and Ethical Union). A su vez, fue uno de los grandes pioneros en la defensa medioambiental a través del World Wildlife Found. (WWF), y ayudó asimismo a fundar la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). No obstante, también mantuvo durante un tiempo una posición favorable a la eugenesia, entendida como manera de mejorar a los seres humanos. Así, en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, concretamente en 1957 en una obra titulada «New Bottles for New Wine» y horrorizado por el aborrecible uso de la eugenesia que se había hecho, Huxley propuso el término «transhumanismo» para referirse a la perspectiva según la cual el ser humano debe mejorarse a sí mismo, a través de la ciencia y la tecnología, ya sea desde el punto de vista genético o desde el punto de vista ambiental y social.

¿Y cómo ha ido evolucionando hasta nuestros días esa idea inicial del transhumanismo?

Tal y como escribe James Hughes, ex presidente de la World Transhumanist Association, el transhumanismo es un producto de la «cultura blanca, masculina, opulenta del Internet estadounidense; y su perspectiva política general siempre ha sido una versión militante del liberalismo típico de esa cultura». Dicha cultura, cuyo núcleo principal podemos situar en Silicon Valley (California, EEUU), desarrolló un híbrido entre la doctrina neoliberal del libre mercado y la teoría de las redes e Internet.

¿Qué papel juega Internet en todo esto?

Los visionarios del transhumanismo afirmaban que Internet nos liberaría de las jerarquías políticas, instaurando una democracia liberal en la que un orden emergente surgiría del caótico bullicio de las decisiones individuales de agentes libres y racionales. Pese a su retórica contracultural y revolucionaria con ciertos tintes de anarcocapitalismo californiano, la filosofía del movimiento transhumanista es netamente conservadora y neoliberal. Esto se debe en gran parte al determinismo tecnológico que está en la base del transhumanismo: esa ideología determina que para cambiar la sociedad bastará con la convergencia de las biotecnologías emergentes y su hibridación con el ser humano, hasta llegar al advenimiento de la Singularidad que dará paso a una nueva humanidad constituida por seres transhumanos y posthumano.

¿Es un movimiento uniforme o hay diferentes tendencias dentro del transhumanismo?

Hal 9000 en 2001: Una Odisea del espacioEl elemento común de esta ideología es que tiene como objetivo final, tal y como hemos señalado anteriormente, transformar la condición humana mediante la interacción e implementación de biotecnologías que mejoren y aumenten las capacidades humanas, tanto a nivel físico como psicológico o intelectual.

No obstante, podemos destacar algunas de las corrientes distintivas del transhumanismo: el transhumanismo libertario, el transhumanismo demócrático, el tecnogaianismo, el ecomodernismo, el singularitaranismo, el dataismo, el posgenerismo, el inmortalismo, el extropianismo, el abolicionismo, el raelismo…

¿Cuáles serían a su juicio los principales «pros» de esta nueva ideología?

El principal «pro» del transhumanismo es que nos permite volver a pensar en qué consiste la condición humana, qué es en esencia el ser humano, cómo entendemos su evolución biocultural y tecnológica, el concepto de persona y de singularidad humana, y nuestra misión de custodios de la biosfera y de la creación.

Específicamente para los creyentes católicos al contrastar cristianismo y transhumanismo tenemos la oportunidad de estar de nuevo alerta sobre la tentación del «seréis como dioses» que permanentemente nos ofrece Satanás, el dios de este mundo (2 Corintios 4:4), y de este modo, volvernos a asombrar y a maravillar con el Plan de Dios, auténtico Soberano de este mundo y Rey del universo, que manifiesta su Amor verdadero y gratuito en sus actos de creación, redención y salvación del mundo y de la humanidad.

¿Y los principales «contras» del transhumanismo?

Que se basa en una antropología equivocada e inadecuada para el ser humano.

«Todo me es lícito, mas no todo conviene» (1 Corintios 10:23-26). Sinceramente creo que no todo aquello que la ciencia y las biotecnologías puedan hacer o podrán hacer en un futuro nos conviene o convendrá como personas o como especie humana.

La visión prometeica del transhumanismo, que nace de la muerte de Dios, es reduccionista respecto al ser humano. Su meta final, su objetivo último es la superación de lo humano basándose en la falsa promesa de un nuevo hombre transhumano o posthumano que se cree libre y elevado a un nivel de existencia superior e inmortal. El transhumano-posthumano se entroniza como el auténtico «Homo Deus». Ya sabemos que la superación de la humanidad por la figura ideológica del superhombre tiene raíces profundas en nuestra cultura, unas raíces que se fortalecen cada vez que en la historia intentamos «liberarnos» del legado de Jesús de Nazaret, es decir, de la humanidad nueva que, en cambio, se enraíza en su persona y en su resurrección.

¿Es decir que el transhumanismo quiere que dejemos de ser humanos?

En efecto, no quiere que vivamos en la plenitud que supone ser Hijos de Dios.

La singularidad transhumanista que pretende establecer inexorablemente el nuevo destino de la humanidad, ahonda en la perdida de todo sentido y nos identifica con la nada. La vida que nos presenta el transhumanismo es una vida reducida, a pesar de las promesas de longevidad indefinida y de inmortalidad cibernética, una vida que, por eso mismo, no vive de ninguna plenitud. El nuevo hombre -el transhumano-posthumano- desconoce que Aquel contra quien lucha, olvida y niega es el fundamento de su grandeza, ya que el hombre no es el mismo ni se perfecciona si no es por la Gracia.

¿En qué ejemplos de la vida cotidiana, vemos claramente ya la influencia del transhumanismo en la sociedad?

AVA, ginoide en Ex MachinaEn la cultura de la mejora y del mejoramiento humano que se va extendiendo por nuestra sociedad hipermoderna. En las formas más extremas de la ideología de género relacionadas con el diseño biotecnológico humano. En las posiciones más radicales del aumento de capacidades físicas en el deporte, en la valoración extrema de la eficiencia lógico-racional que pronto será asumida por los robots autónomos inteligentes que tomarán decisiones humanas, en la creencia de que los algoritmos, el Big Data, el Internet de las cosas nos salvarán. En la construcción del humano plus (H+) en lugar de en un ser más humano (+H).

El transhumanismo propone básicamente tres superaciones: una relativa al alargamiento de la vida, otra relativa a la agilidad mental, y una última relativa a la eliminación del sufrimiento, ¿hasta qué punto es positivo y no es incompatible con la ley de Dios?

En relación al alargamiento de la vida, lo que los transhumanistas denominan la Superlongevidad, debemos pensar si ello será un sueño o más bien una pesadilla. Por supuesto que el aumento de la esperanza de vida con calidad, cariño y cuidados es bueno. No obstante, longevidades de 100, 120, 130… años en soledad, con un grado de dependencia no correspondido con el amor de nuestros seres queridos, con agonías y sufrimientos no sublimados por el sentido y la esperanza cristiana de alcanzar el gozo de la vida eterna resultaran muy difíciles de sobrellevar. La tentación de la eutanasia y el derecho a decidir cuándo y cómo morir se generalizarán en nuestras sociedades envejecidas y con déficits graves en el Estado del Bienestar.

¿Y la agilidad mental?

Lo que los transhumanistas denominan la Superinteligencia. Esta ideología lleva al extremo un camino empezado hace mucho tiempo cuando el racionalismo hizo de la razón lógico-calculadora la única facultad digna de ser tomada en consideración. El ser humano reducido a esa forma reductiva de la razón pierde todo el sentido de lo que es el misterio. El transhumanismo propone alcanzar una razón que potencia al infinito su reducción de puro cálculo y toma como modelo de funcionamiento las supercomputadoras y la inteligencia artificial.

No obstante la persona es multidimensional. En el primer nivel, tenemos la inteligencia más básica, la inteligencia emocional, que está más relacionada con el cuerpo, los instintos y es acerca de sentir. El segundo nivel lo ocupa la inteligencia intelectual que está más relacionada con las actividades de la mente, lo cognitivo y es acerca de pensar. Finalmente, el tercer nivel lo ocupa la inteligencia espiritual que está más relacionada con el bienestar, con vivir una vida feliz con plenitud y es acerca del Ser.

El aumento de la inteligencia espiritual será esencial en las sociedades biotecnológicas emergentes para mantener la preeminencia de la inteligencia humana sobre la inteligencia artificial.

Finalmente, la eliminación del sufrimiento.

El tercer aspecto que propone el transhumanismo es la eliminación del dolor, del sufrimiento, mediante nuestra transformación biotecnológica. En definitiva, la creación de un mundo feliz centrado en el Superbienestar.

El filósofo transhumanista David Pearce, en efecto, plantea que abolir el sufrimiento sería el detonador de una nueva etapa en la evolución humana, y que esto es perfectamente posible con el apoyo de la medicina genética y el desarrollo de fármacos psicoactivos e inteligentes.

No obstante, todos tenemos constancia de que el mal, el sufrimiento – sobre todo el sufrimiento inocente- entra en la categoría del misterio, no tiene respuesta humana. Forma parte de este mundo y de la condición humana.

Ante el dolor y el sufrimiento, lo que verdaderamente vale más es el consuelo; y el consuelo se transmite mediante la presencia, la coparticipación en el de manera especialmente humana. Cuando uno sufre, lo que más se agradece es la presencia del otro que le transmite su calor humano. Eliminar el dolor, como propone el transhumanismo, es eliminar a la vez la presencia consoladora del otro y también el abrazo de Jesús que no rechazó el cáliz del dolor. Cristo no ha venido a explicar el sufrimiento ni a resolver el problema del mal: ha tomado el mal sobre sus espaldas para liberarnos de él.

Si el sistema de valores de la sociedad biotecnológica del futuro se basa en los principios del humanismo avanzado, continuaremos pensando que lo que de verdad importa es consolar y ayudar al que sufre y hacer felices a los demás.

Usted ha acuñado el concepto de humanismo avanzado con la intención de contraponerlo al transhumanismo, ¿Cómo lo definiría?

Ante los citados desafíos ideológicos y los retos impresionantes que nos plantea la convergencia de las biotecnologías y su interacción e integración en el ser humano y en el ambiente, efectivamente, he acuñado el concepto de humanismo avanzado, centrado en una antropología adecuada del ser humano para este siglo XXI, abierto a la Trascendencia, que evoluciona para ser, precisamente, más humano. Es una reformulación del humanismo en el que las biotecnologías emergentes estén al servicio de las personas y de la biosfera y no al revés, y en el que la ética, las humanidades y la espiritualidad, lideren el nuevo escenario del progreso científico- tecnológico.

El humanismo avanzado resulta muy estimulante.

Portada del último libro de Albert CortinaEstoy convencido que con una mirada interdisciplinar, transversal y humanista de la ciencia y la ayuda de las tecnologías emergentes al servicio de las personas, podremos construir para el siglo XXI unas sociedades capacitadoras e incluyentes en la que se defiendan de forma activa los postulados del humanismo integrador y avanzado, es decir, la dignidad inherente a toda persona, la libertad del ser humano, su derecho a decidir, la defensa de su integridad física y moral, el respeto a su dimensión espiritual y su condición de Hijos de Dios, y la equidad entre todos los seres humanos. En definitiva, necesitamos organizar una sociedad que capacite a las mujeres y a los hombres de toda condición y edad para que puedan desarrollar su proyecto vital, alcanzar la felicidad, y ser, de este modo, personas singulares, mejores y diversas.

Necesitamos un sistema de valores humanistas revisado que configure una ética universal para ayudarnos a discernir en qué casos la interacción e integración de biotecnologías emergentes en nuestro cuerpo y mente para aumentar nuestras capacidades resulte moralmente correcta, y en que otros casos no.

Y los católicos tenemos un estimulante camino a recorrer. Necesitamos conectar el cerebro con el corazón.

Hay muy poca documentación eclesiástica a este respecto y por lo tanto pocas pautas sobre la moralidad y licitud de este movimiento

Efectivamente, tenemos pocos documentos eclesiásticos católicos de referencia. El pasado mes de noviembre del 2017, en el Vaticano, se reunieron en asamblea plenaria del Consejo Pontificio de la Cultura diferentes expertos dedicados a estudiar los temas que hemos ido tratando en esta entrevista bajo el título: «El futuro de la humanidad: nuevos retos a la antropología».

En la Asamblea Plenaria del citado Dicasterio se trataron, en primer lugar, el mapa del territorio y los modelos antropológicos fundamentales. En segundo lugar el rediseño de la naturaleza humana: Medicina y genética, en tercer lugar, el hombre, entre cerebro y alma: Neurociencias y finalmente, en cuarto lugar, en la sociedad de las maquinas pensantes: inteligencia artificial.

¿Y que dijeron?

Los frutos de las discusiones se recogerán y publicarán próximamente en la Revista del Dicasterio «Culturas y Fe».

Del discurso del Papa Francisco en la audiencia a los participantes a la citada Asamblea Plenaria, cabe destacar la siguiente idea final: «/…/ sigue siendo válido el principio de que no todo lo que es técnicamente posible o factible es, por lo tanto, éticamente aceptable. La ciencia, como cualquier otra actividad humana, sabe que tiene límites que se deben observar por el bien de la humanidad misma, y requiere un sentido de responsabilidad ética. La verdadera medida del progreso, como recordaba el beato Pablo VI, es lo que está dirigido al bien de cada hombre y de todo hombre».

Por lo tanto, es necesario obrar con mucha prudencia, ¿verdad?

Efectivamente, el principio de prudencia y el espíritu abierto y crítico resultan básicos ante los retos y desafíos planteados por los avances biotecnológicos aplicados al ser humano y a la biosfera. Deberemos estar atentos a la evolución de la ideología del transhumanismo a nivel global.

El famoso tema de la implantación del chip bajo pretexto de mejorar la salud, la conectividad, la seguridad… ¿puede ser una forma muy peligrosa de control de las personas?

Si, la implantación de un chip en nuestro cuerpo y mente, con efectos profundamente destructivos sobre nuestra privacidad, intimidad e interioridad, debe ponernos en alerta y abrir un riguroso y amplísimo debate trasversal que hasta ahora no se ha produciendo.

A nivel de la batalla espiritual que se está librando en estos últimos tiempos entre el bien y el mal, deberemos tener en cuenta las palabras de San Juan:

« Y la bestia hará que a todos, a pequeños y a grandes, a ricos y a pobres, a libres y a esclavos, les ponga una marca en la mano derecha o en la frente, y que nadie pueda comprar ni vender sino el que tenga la marca, es decir, el nombre de la bestia» (Ap 13:16).

Tratar de escapar del sistema del microchip en el Nuevo Orden Mundial biotecnológico implicará ser excluido del comercio, de los beneficios gubernamentales, del sistema de racionalización masiva de alimentos, del nuevo sistema financiero sin dinero físico, etc.

Por ello, creo necesario que los católicos reflexionemos profunda y rigurosamente sobre este sistema biopolitico y este modelo económico biotecnológico que puede acabar siendo dirigido por una sinarquía contraria radicalmente a los designios de Dios.

¿Hasta qué punto se podría considerar una rama dentro de la bioética o sería una ética totalmente aparte?

Estamos ante una ética distinta. Además de la bioética, necesitamos una tecnoética adecuada para afrontar a nivel mundial los retos de la convergencia de las tecnologías emergentes. Debemos capacitarnos desde una ética de la anticipación para ejercer con responsabilidad tecnológica la innovación aplicada al propio ser humano en la sociedad biotecnológica del siglo XXI. En esta línea, propongo trabajar en la elaboración internacional de una Declaración Universal de los Valores Humanos.

El supuesto de eliminación del sufrimiento sería el más controvertido, pues aparentemente, ¿no cree que se aproximaría más al budismo que al cristianismo?

Los logros del progreso científico-técnico son legítimos en lo que respecta a la mitigación del sufrimiento humano (consagrar nuestro conocimiento de la biología, y en especial de la genética a la erradicación de enfermedades, a la prolongación del bienestar y a su universalización…), así como a auspiciar ciertas capacidades humanas, siempre y cuando se posea certeza de que las intervenciones destinadas a este fin no comprometen otros bienes y valores, no se imponen coercitivamente y no implican riesgos mayores que los beneficios potenciales. Esta es la posición del cristianismo, siempre adoptando una actitud humilde ante el misterio de la vida, del sufrimiento y de la muerte.

Curiosamente, el budismo tibetano, a través del Dalai Lama, ha entrado en contacto con el Proyecto Avatar 2045 sobre inmortalidad cibernética impulsado por el millonario ruso Dmitry Itskov.

Alargar la vida en esta vida está bien, pero el hecho de desafiar a la muerte es entrar en un terreno muy peligroso, pues una inmortalidad humana en la tierra se opondría al plan de Dios (muerte, juicio, cielo, infierno).

Adoración Eucarística en el Monasterio de St.Cugat del Vallès (Autor:JoanMarc Flaqué)Recientemente algunos transhumanistas afirman que vamos a asistir a «la muerte de la muerte». Dicen sin rubor que la muerte no es inevitable y que las religiones nacen del atávico miedo a la muerte. Hasta hace muy poco tiempo, señalan, ese miedo y ese deseo de supervivencia sólo encontraba consuelo en paradigmas religiosos. Sin embargo, el hecho incontrovertible de la muerte ya puede rebatirse- según estos autores- desde fundamentos científico-técnicos.

No obstante, el sentido de la muerte en la concepción católica es mucho más rica e integral. Dicha cosmovisión cristiana no se conforma con una simple inmortalidad cibernética sino que aspira, nada más y nada menos que a la resurrección del cuerpo-alma y a la vida eterna, contemplando y viviendo en el torrente inefable del Amor que es Dios.

¿Cuál sería la línea roja que no debemos traspasar desde el sano avance científico ya que significaría desafiar a Dios?

Tres de los riesgos existenciales más apremiantes para la humanidad son las pandemias, el cambio climático extremo y la guerra nuclear. Muchos expertos añaden a estos tres, el riesgo existencial que va a suponer en las próximas décadas la inteligencia artificial fuerte, es decir, aquella que se independizará del control humano hasta adquirir, incluso, consciencia de sí misma.

Desde mi punto de vista, la línea roja fundamental que las biotecnologías no deberían traspasar jamás, es la que pueda ir contra la dignidad humana y la libertad personal ambas constitutivas de la condición humana querida por Dios. La Ley natural nos ayuda en ese discernimiento y la fuerza del Espíritu Santo nos inspirará para hacer bien las cosas. No debemos tener miedo y actuar con cautela pero con esperanza.

 

Créditos de las fotos e ilustraciones

Foto de cabecera Albert Cortina de Javier Carreras
HAL 9000 en la película 2001: Odisea en el espacio.
AVA, ginoide en la película Ex Machina.
Portada del libro Humanismo Avanzado (Editorial Teconté, 2017).
Adoración Eucarística en el Monasterio de Sant Cugat del Vallès (autor: Joan Marc Flaqué)

14 comentarios

Forestier
Estupendas y ricas respuestas las que da Alberto en esta entrevista. En un libro que he escrito ¿Las máquinas podrán pensar? he resumido un libro suyo que escribió junto a M.A. Serra. No obstante contrastan estas estupendas respuestas con las que hace un par de días dio en un conocido periódico sobre esta cuestiones del transhumanismo, en las que a mi juicio, responde de forma bastante ambigüa y políticamente correcta. En concreto acepta el que los robots o máquinas podrán pensar, cuando es imposible que un artefacto material por complejo y sofisticado que sea pueda realizar operaciones cognoscitivas (acto de pnesar y objeto formal pensado), ya que estas operaciones son inmateriales e intencionales. Toda realidad física está sometida al movimiento transitivo, el pensar, en cambio, es una operación inmanente (movimiento sin móvil), que se salta el espacio y el tiempo. Por tanto, dicho muy resumidamente, es imposible que una realidad material o física, sujeta al movimiento transitivo pueda realizar operaciones inmanentes como es el caso del pensamiento. El pensamiento es la operación más perfecta que realiza el ser humano, ya que la operación de conocer-conocido, hace que "poseamos" en pretérito perfecto el objeto formal conocido. Es el acto que más nos asemeja a Dios.
3/05/18 11:56 AM
Juan
Luis Fernando, por favor, resume en pocas palabras - si es posible - esta entrevista, y porque se considera tan peligrosa la doctrina, la idea o lo que sea ?.

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LF:
No domino el tema, lo siento.
3/05/18 12:06 PM
JuanM
Juan: porque considera al ser humano y cualquier ente viviente una máquina, cuyas "piezas", pueden ser sustituidas cuando fallan, pudiendo ser de otros entes, biológicos (que deriva en tráfico de órganos) o no biológicos (circuitos eléctricos etc.). Tal y como te pueden cambiar los neumáticos del coche cuando están desgastados. Otra analogía: ¿Sabes qué es un coche tuneado? Sí, un coche al que le pones piezas de otros vehículos o de tu invención y ya no es ni la sombra del que te comprastes. Pues, más o menos, lo mismo: tunear el cuerpo humano.

En definitiva y a la larga, convertir al ser humano en un dispensador de órganos para una raza superior, mitad biológica mitad máquina.
3/05/18 1:44 PM
CARLOS RODRIGURZ
No funciona el transhumanismo es un adefecio de la política y quieren dominar al hombre y al mundo, es una filosofía demoniaca.
3/05/18 2:13 PM
YH
Juan: Yo tampoco entiendo demasiado sobre el trashumanismo, pero sí sé que es otra de las maneras en la que se pretende deshumanizar a toda la población, vamos, convertirnos en "ciborgs".
Si somos medio robots ya no nos tendríamos que guiar por la moral, y esto haría todo mucho más fácil a los nihilistas totalitarios que quieran experimentar con humanos, someterlos o eliminarlos sin que nada ni nadie se oponga. ¿A caso se tendría en cuenta el alma humana si todos fuésemos robots? ¿Y el derecho a la vida si cambiamos el término matar y asesinar por símplemente "desconectar" o "deshechar"?

Ese es el principal problema: humanos que se convierten en símples cosas.
3/05/18 2:44 PM
Jaime
Forestier,

Sin depreciar tu explicación. Lo que pretende esas ideas parecida a las parecidas a las cuánticas son nada menos que un vano intento de desplazar a DIOS y sustituirlo por el ser humano autónomo e inmortal, sintiéndose o intentando alcanzar el ser un dios sin necesidad de lo trascendente, que quieren preservar artificialmente. En pocas palabras, ya no se sabe que estupidez predicar, para justificar una vida vacía y apartada del CREADOR ( " Sin MI nada podéis " ) mediante unas ideas imposibles como no sea el grabar los pensamientos, respuestas emocionales y trasladarlas mediante electrónica a un robot, lo cual en si mismo parece una infantilidad.

Que es lo que se quiere finalmente conseguir, pues la inmortalidad, o sea, caer otra vez en la tentación de la serpiente o del maligno a nuestros PRIMEROS PADRES, Adán y Eva, y que en vez de entregarle la manzana, intentar copiar o amular en un humanoide artificial los comportamientos de un MUERTO, y esta vez no en el Paraiso.

Y ya que nadie puede escapar de la muerte, logra el "inmortalismo mediante la criópreservación; y por mucho que se lograra en ratas congeladas 250 días un leve movimiento cerebral en el electroencefalograma, ello no sirve " para nada ni por aproximación" a la vida otorgada por DIOS. Es como comparar una microgota de agua que se mueve por casualidad con todo el océano. Vanidad de vanidades.
3/05/18 2:46 PM
YH
Juan: Yo tampoco entiendo demasiado sobre el trashumanismo, pero sí sé que es otra de las maneras en la que se pretende deshumanizar a toda la población, vamos, convertirnos en "ciborgs".
Si somos medio robots ya no nos tendríamos que guiar por la moral, y esto haría todo mucho más fácil a los nihilistas totalitarios que quieran experimentar con humanos, someterlos o eliminarlos sin que nada ni nadie se oponga. ¿A caso se tendría en cuenta el alma humana si todos fuésemos robots? ¿Y el derecho a la vida si cambiamos el término matar y asesinar por símplemente "desconectar" o "deshechar"?

Ese es el principal problema: humanos que se convierten en símples cosas.
3/05/18 2:51 PM
Forestier
Jaime: Pienso que frente a los que dicen que las máquinas llegaran a tal grado de perfección que pensarán e incluso superarán al ser humano, el mejor modo de refutarlo, más que hablando del orgullo frente a Dios, de la dignidad humana, de si es para dominar a los demás, etc (el desarrollo tecnológico es imparable), es confrontarlo con la inmaterialidad del pensamiento. En esto nos jugamos mucho, porque si admitimos que las máquinas podrán tener autoconciencia y podrán pensar, etc, ipso facto nos hemos cargado la dimensión espiritual de Dios (que es espíritu y acto perfecto) y la del ser humano. Fíjate que todos los pensamientos ateos y marxistas, coinciden en decir que de la materia ha surgido la conciencia, pero la realidad es que si el ser humano puede ejecitar operaciones inmateriales o espirituales propias del alma (pensar intelectualmente, tener autoconciencia, ser libre y ser consciente de ello, comprender el significado y la esencia de las cosas, etc, es porque esta alma la da Dios directamente, pues el cuerpo, lo físico, no puede por sí mismo engendrar el alma, el espíritu. Es el principio elemental filosófico que una causa inferior no puede producir un efecto superior. Además la experiencia de nuestra conciencia, de nuestra intimidad, y que verificamos que no se desgasta con el tiempo, al revés de lo material, la tenemos todas las personas, es una verificación subjetiva indiscutible. De ahí la fuerza de su argumentación, superior a los demás argumentos que refuten la
3/05/18 5:55 PM
Soledad
No aprendemos.
El hombre va a evolucionar para mejor con la ciencia y la tecnología, si no he entendido mal.
Vaya desconocimiento del ser humano el de estos "lumbreras". La dimensión ética y espiritual donde la posicionan: a su entender,tanto la ciencia como la tecnología nos elevaría sobre el plano estrictamente humano. Vuelvo a preguntar dónde está la dimensión espiritual y ética del hombre.
Esto ya se postuló con otros filósofos. Ya sabemos como acabó la historia.
Creo, que incluso creen ya hemos superado la "humanidad", y estamos en otro escalón, gracias al avance médico, que permite según esta gente estar por encima de nuestra naturaleza.
Hay una película de Star Trek que en mi opinión ilustra esta elaboración demencial LOS BORG.
una comunidad hombre_máquina, donde todos obedecen al superior, a una orden del mismo se ponen en marcha, sin crítica, sin reflexión, como máquinas. El objetivo es el poder y la dominación.
Esto es una memez supina. Tanta inteligencia, tanta ciencia, tecnología para elaborar una teoría absurda. Esto es ciencia _ficción, aunque seguro tendrá adeptos, dado el grado de vacuidad en el que vivimos.
3/05/18 7:42 PM
hornero (Argentina)
El P. Castellani, en una ocurrencia, citaba a un parroquiano: "Hya, Hya, aónde ti has metío". Digo, esto de arreglar entuertos armados por el diablo entraña no poco peligro de quedar atrapados por los prodigios que nos superan, hipnotizan y terminamos bailando con ellos. Lanzarnos contra molinos de viento que agitan sus brazos cual gigantes, puede ser caballeresco, pero un tanto quijotesco. Porque la ciencia y la técnica modernas presumen bastante de sus capacidades sobrehumanas, enardecida su imaginación por los delirios de la Babilonia: "No soy viuda ni conoceré luto, ....y sin embargo en una hora le sobrevendrá su juicio" (Apoc18), creen que el futuro les pertenece, y así lo planifican con "arrogancia y blasfemias" (Apoc. 13,5). Leo con interés la información de Cortina. Pero disiento de su determinismo, según el cual sólo nos cabe procurar correcciones que nos preserven de los descalabros. No podemos pretender que el sistema científico-técnico no nos conduzca a dónde sus principios lo llevan necesariamente. No podemos ensamblar en este artefacto mental racionalista, materialista y ateo los alientos de la inteligencia y corazón cristianos. Hay fuentes cristianas eminentes en las que deberemos bucear para obtener los recursos necesarios para edificar el Reino de Dios entre nosotros. Pero no creo entren en las consideraciones del Consejo Pontificio de la Cultura.
4/05/18 12:45 AM
José
La inteligencia proponen aun en una dimensión puramente material es una simulación, es decir, desprovista incluso del sustento material de lo que imita. Es una imitación. Aunque actuase como tal, sería un resultado programado y fingido. Ahora viene lo peliagudo, que es lo inmaterial en el hombre, y ahí estoy de acuerdo con Forestier. Tengan en cuenta que vemos el resultado, y tengo el convencimiento de que si pudiéramos aislar todas las entradas del universo, podrían salir dos respuestas distintas ante entradas idénticas. No así en una maquina, que está limitada a su propia concepción material. Sin embargo, ahora vienen las malas noticias: está simulación si puede imitar nuestros actos intelectuales, no espirituales, e incluso de forma mucho más rápida que nosotros. Pensar que la podemos ganar al Go me parece estúpido. Será mejor que nosotros en esos juegos y en los trabajos. No tengan duda. Y por supuesto ahora viene lo peor. Se puede usar para “ mejorarnos” según los cánones de estos nihilistas: sí, y no tengo duda de ello. Nos convertirá en esclavos de sus proyectos, pero eso mismo será lo que les destruya. Creo en Dios, y este sin duda es el mayor intento del mal por convertirse en dioses, pero eso no se sostiene en la inmensidad del tiempo y espacio que nos fue regalado.
4/05/18 9:31 AM
José
Se me olvidaba, desde el punto de vista científico, la muerte es inevitable en esta realidad material, ya que mantenernos en unas condiciones estrictamente materiales haría crecer nuestro consumo energético y complejidad material exponencialmente, y luego está la ley de los grandes números. Eso sin contar que el conocimiento de las cosas materiales siempre es limitado a la realidad material expuesta, y por tanto, se alcanzaría un momento de hastío terrible. Eso es aplicable a un humano, robot imitador de lo humano, o lo que sea. La realidad intrínseca a lo que somos es lo que no somos afortunadamente y gracias a Dios, y eso no lo puede ver un ateo, ya que no puede contrastar lo material y lo espiritual desde únicamente lo material. Solo puede a lo más intentar replicar desde una estructura diferente lo que dice que somos, sin darse cuenta que al hacer eso, ya ha imitado e impreso su sello espiritual a su obra.
4/05/18 9:49 AM
Forestier
José
Las computadoras, tal como se verifica, pueden realizar operaciones matemático-lógicas a una velocidad muy superior a la mente humana. Ahí está una de sus eficacias y éxitos. Pero el lenguaje de las máquinas es un lenguaje binario de 1-0-1-0, 000101, 0011, (V-FF FFVFV) , etc, cuyas posibilidades de combinación (no son infinitas) sino ilimitadas. Además, los informáticos tienen la eficaz ayuda de los sigolismos conceptuales de Aristóteles, que están perfectamente catalogados en 19 razonamientos correctos, frente a los millones de incorrectos (BARBARA, CELAREN, DARRI, FERIO, CESARE, CAMESTRES, etc.) en la que cada vocal y consonante mayúscula tiene una función en las dos premisas y en la conclusión. Pero lo que la máquina no puede realizar es elevarse al nivel abstracto y articular el tiempo verbal (pasado,presente,futuro) que faculta que el pensamiento, como tal, no esé subordinado al tiempo, por su inmaterilidad y su contenido espiritual que es ultrafísico, inmortal "per se". Hegel ya vió claro que la materia, lo físico, cuanto más se usa más se desgasta, en cambio el espíritu no solamente no se desgasta, sino que cuanto más se usa más se enriquece. Podría exponer la grave ruptura actual entre los científicos (físicos, matemáticos, ingenieros, etc.) de su general y pavoroso desconocimiento antropológico, epistemológico, filosófico, etc, pero lo dejo aquí para no alargarme.
4/05/18 10:43 AM
hornero (Argentina)
Lo grave no es la fanfarronería de esta falsa ciencia y técnica sino la obra de confusión que genera en muchas mentes predispuestas a aceptar como futuro cierto los anuncios estrafalarios. De hecho, una parte numerosa de la humanidad procede como si llevara colocados varios chips que la conducen cual robot hacia y por donde quiere el NOM. La llamada sociedad de consumo, más propiamente debiera llamarse sociedad de autómatas conducidos por control remoto, ha perdido de modo progresivo la autonomía de su pensamiento y de su voluntad, bajo la presión de lavado de cerebro masivo mediante técnicas bien estudiadas. El insistente bombardeo bajo las más diversas formas de impacto publicitario, docente, político, cultural, religioso, deportivo, etc. ha inculcado modos de ver la realidad, de regular los afectos y hábitos, de adherirse a determinadas tendencias ideológicas, de aceptar los postulados de pasivo sometimiento en nombre del progreso, democracia, pluralismo, convivencia, libertad, diálogo, ecumenismo y demás dogmas demoledores de la persona humana concebida como ámbito autónomo del hombre racional y libre, creado a imagen y semejanza de Dios, destinado a ejercer su señorío sobre la creación entera. Contra éste se dirigen la amplia logística del demonio, llámese NOM, masonería, progresismo, etc., porque lo que procura es impedir la plena instauración del Reino de Dios en la tierra.
4/05/18 8:21 PM

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