Ponencia del secretario de la CDF en la UPSA

Mons. Ladaria: «El respeto por las grandes tradiciones religiosas no puede oscurecer la única mediación salvífica de Cristo»

Mons. Luis F. Ladaria, arzobispo secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha pronunciado una ponencia titulada «Cristo, la Iglesia, las religiones», en la última jornada del Congreso de Teología «A los 50 años del Concilio Vaticano II» de la UPSA. El prelado ha explicado el desarrollo en el Magisterio de la Iglesia de la doctrina sobre el papel del cristianismo y las otras religiones en relación a la salvación de los hombres.

(UPSA) Mons. Ladaria fue presentado por Vicente Vide, decano de la Facultad de Teología de la Universidad de Deusto y presidente de la Junta de Facultades de Teología de España y Portugal, que saludó, entre los asistentes al inicio de la jornada, al cardenal Walter Kasper, presidente emérito del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos –que ha acudido para pronunciar la conferencia de clausura– y al nuncio apostólico de Su Santidad en España, monseñor Renzo Fratini.

Cristo, único Salvador

El secretario de Doctrina de la Fe comenzó su intervención afirmando que, cincuenta años después, «la Iglesia, a pesar de todos los problemas, enraizada en la tradición, ha crecido en la comprensión de las cosas y las palabras transmitidas, tendiendo a la plenitud de la verdad divina». Y propuso el tema de estudio: la relación de Cristo y la Iglesia por Él fundada con las otras religiones. Acto seguido, repasó algunas verdades cristológicas fundamentales que recuerda el Concilio: «Jesucristo es el único Salvador de los hombres, en quien confluyen todos sus deseos y aspiraciones, aunque no lo conozcan». Por eso «todos los hombres son llamados al encuentro con Cristo, luz del mundo». Él es el mediador y la plenitud de toda la revelación.

«El Señor es el fin de toda la historia humana, todo ha sido creado en Él, y por eso sólo en Cristo todo alcanzará su plenitud», afirmó monseñor Ladaria. Y por eso «no hay salvación sin Cristo ni al margen de Él, porque la única vocación del hombre, según el Concilio, es la divina, y su fin último es Dios mismo, al que sólo se puede acceder por la mediación única de Cristo».

En este tiempo «no han faltado los intentos de reducir a Jesucristo a una figura religiosa más en la historia humana, a un mediador más», y señaló algunas características de estas propuestas teológicas, que llegan al denominado «teocentrismo pluralista», que no admite una revelación históricamente concreta de Dios. Estas tesis «no pueden armonizarse con lo que enseñó el Concilio Vaticano II, ni con la Tradición de la Iglesia. El cristocentrismo y el teocentrismo se necesitan y se iluminan mutuamente: sólo por Cristo podemos llegar al Padre». Aunque «el cristianismo no puede descartar otros modos de la presencia de Dios en la historia», por el carácter absoluto de Dios, «introducir una separación entre Jesucristo y el Verbo eterno no es compatible con la fe cristiana», señaló, debido al misterio de la encarnación, y citó la declaración Dominus Iesus.

En un segundo momento de su ponencia, monseñor Ladaria analizó la estrecha relación entre Cristo y el Espíritu Santo, y la necesaria conjunción de cristología y pneumatología. A veces «se ha pensado que la economía salvífica del Espíritu Santo sería más amplia que la acción históricamente limitada del Verbo encarnado, y así llegaría a todos los hombres». Pero ya Juan Pablo II advirtió en Redemptoris missio que no puede hacerse esta distinción, y Dominus Iesus dijo que «la humanidad de Cristo es el lugar del Espíritu Santo y de su efusión a la humanidad». Esto, según el ponente, «responde a la tradición de los primeros siglos», y citó algunos pasajes patrísticos fundamentales.

«El Espíritu no es alternativo a Cristo, ni viene a llenar ningún espacio vacío entre Cristo y el Logos», y es el Espíritu de Cristo, que sopla donde quiere, sin límite alguno para su acción. «Ni hay un Logos que no sea Jesús, ni hay un Espíritu que no sea Espíritu de Cristo».

La Iglesia y las religiones

«No se puede separar a Cristo de su Iglesia, ni a la Iglesia de Cristo», recordó monseñor Ladaria. Ella entra en el designio divino de salvación: «Cristo y la Iglesia no se pueden confundir, pero tampoco separar, pues constituyen un solo ‘Cristo total’, y así la Iglesia es un sacramento universal de salvación, su relevancia y su función se extienden más allá de sus fronteras visibles, según la doctrina del Concilio». No se trata de ninguna disminución de la mediación única de Cristo, sino que aquí se inserta el ser de la Iglesia: «su mediación es siempre subordinada a la de Cristo». Por eso los no cristianos pueden tener una cierta vinculación al misterio de Cristo y de la Iglesia aún sin pertenecer a su cuerpo visible.

En cuanto a las religiones, el ponente afrontó en primer lugar la dificultad del concepto de «religión», e hizo un repaso de la consideración magisterial de las religiones no cristianas y sus miembros, y cómo «lo bueno de las otras religiones tiene que ser sanado, elevado y perfeccionado», según los textos del Concilio. Cristo es el autor de todo lo bueno, de todo lo que hay de verdad y de gracia en todos los pueblos y culturas, pero que no llega a su plenitud como en la Iglesia.

«El respeto y el aprecio por las grandes tradiciones religiosas de la humanidad es un deber, pero no puede oscurecer la única mediación salvífica de Cristo… las semillas del Verbo no son el Verbo en su integridad, ni los rayos de la luz son la Luz del mundo», añadió. Estas semillas están presentes en las religiones, y están siempre referidas a Cristo, tal como desarrolló en el período postconciliar, de forma más explícita, la encíclica de Juan Pablo II Redemptoris missioEl hito posterior fundamental es la declaración Dominus Iesus, que monseñor Ladaria explicó en sus puntos principales relativos a esta cuestión.

Dejando claro que «aunque ayuden positivamente a sus miembros, las religiones no son, como tales, camino de salvación», lo que no puede llevar a un pluralismo religioso de iure. «Esto puede parecer una pretensión excluyente y arrogante, pero los cristianos lo viven como un puro don: la fe en Cristo Señor. Y con la humildad confiada de quienes nos han precedido en la fe, seguimos predicando al Crucificado como aquél a quien Dios ha constituido Señor y Salvador de todos, juez de vivos y muertos. Poca arrogancia cabe ante el escándalo de la cruz, y si se da entre los cristianos, sólo puede deberse a la perversión».

El ponente terminó su intervención citando a los Padres de la Iglesia para concluir que «todos los caminos tienen que confluir en Cristo para llegar al Padre».

11 comentarios

Beatriz
Excelente. Ahora solo falta que se ensene en los seminarios. Ahi esta el problema, los seminarios.

Y de pasada que boten al mason de la Academia de Ciencia.
17/11/12 2:01 PM
Beatriz
Perdón, allí no ahí.
17/11/12 3:05 PM
Gregory
Es una exposición muy clara sin lugar a dudas.
17/11/12 5:01 PM
Pepito
Ciertamente, "Jesucristo es el único salvador de todos los hombres".

Si se salvan incluso hombres que profesan otras religiones, no es tanto por razón de la religión incompleta e insuficiente para la salvación que profesan, sino porque Cristo con su Gracia y Misericordia completa misteriosamente lo que hay de insuficiente en las demás religiones. Siempre y cuando el que profesa otra religión lo haga cumpliendo lo que su conciencia le dicte que es bueno, aún cuando su conciencia sea errónea.

Si uno sigue los dictados de su conciencia, incluso errónea, Cristo lo suple con creces con su Pasión, Muerte y Resurrección. Pero sin esa acción salvífica de Cristo, nadie, de cualquier religión que sea podría salvarse.
17/11/12 5:20 PM
Luis López
En el cristiano no puede haber jamás arrogancia -¿Arrogancia si nuestro Dios está destrozado en una cruz?-, pero sí constatación, con humildad y estremecimiento, de un hecho asombroso. Jesús no nos salva porque sea un ser humano excepcional sino porque es la misma Palabra de Dios hecho carne. Dios -lo llevaba anunciando muchas veces en el Antiguo Testamento (Is. 35,4)(Ez. 34,11)(Zac. 9,16)- no iba a delegar la salvación sino que Él mismo en persona la haría. Y la hizo, de un modo además -muriendo por amor- que rompió en mil pedazos los esquemas y las previsiones, siempre humanas, siempre cortas, de sus contemporáneos.

Y ante eso no cabe arrogancia, sólo cabe estremecerse y orar "de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble, en la tierra, en el cielo, en el averno, y toda lengua proclame que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre" (Fil. 2, 11)
17/11/12 5:48 PM
Beatriz
Pepito, perdoname pero tu frase es incorrecta: "no es tanto por razon de la religion incompleta e insuficiente para la salvacion que profesan". Las otras tradiciones religiosas (a excepcion del judaismo que venera el Antiguo Testamento) no aportan nada a la salvacion del no cristiano. No se trata que Cristo viene a "suplir" las deficiencias de esas religiones.

Es verdad que Dios tiene suficiente poder para "suplir" deficiencias de falsas religiones enviando sus gracias desde el cielo (esto lo explica maravillosamente el cardenal Journet) sin embargo quizo encarnarse y fundar una Iglesia. La Iglesia Catolica es parte fundamental del designio salvifico divino, es sacramento universal de salvacion.

Dios se compadece y comprende que esa persona rechaza a Cristo y su Iglesia por ignorancia invencible y envia su gracia por medios que no conocemos y, como bien dice Ladaria, Cristo y la Iglesia constituyen un 'Cristo total', luego, la Iglesia Catolica es participe de esas gracias que recibe el no catolico, su mediacion es siempre subordinada a la de Cristo. Fuera de la Iglesia no hay salvacion.
17/11/12 6:50 PM
Pepito
Beatriz:

Cuando dije que Cristo completa misteriosamente con su Gracia y Misericordia lo que hay de incompleto e imperfecto en las otras religiones, quise decir principalmente lo mismo que tú muy bien precisas de "que Dios se compadece y comprende que esa persona no admite o rechaza a Cristo y a su Iglesia por ignorancia invencible y envía su Gracia por medios que no conocemos."

En definitiva, todo el que se salva sea de la religión que sea, se salva por la Gracia que Cristo mereció para todos los hombres con su vida, pasión, muerte y resurrección.

Sin la acción salvífica de Cristo nadie podría salvarse, por eso los que se salvan de las otras religiones se salvan también dentro de la Iglesia Católica, aunque no sean plenamente conscientes de ello, pues si se salvan es por los méritos de Cristo que es la Cabeza de la Iglesia.

De todas formas, yo no soy teólogo letrado y sin duda puedo en este comentario estar diciendo más de una tontería.
18/11/12 12:39 PM
Beatriz
Ok Pepito, aclarado esta. El cardenal Journet llamaba a los no cristianos que se salvan "miembros invisibles de la Iglesia visible". Cristo y su Iglesia forman un "Cristo total" no se les puede separar en ningun momento, la esposa participa, aunque en forma subordinada, de todo lo que hace el esposo. Son uno, como marido y mujer (San Pablo). Fuera de Cristo no hay salvacion. Fuera de la Iglesia no hay salvacion. Los limites de la Iglesia Catolica son invisibles.

En la encarnacion esta la respuesta a la existencia y naturaleza de la Iglesia. A la verdad no se la puede llamar arrogancia.

Recomiendo leer "Charlas acerca de la Gracia" del cardenal Journet. Si gogglean lo encontraran on line.

Perdon por repetir tanto. Lo hago porque hay quienes falsamente dicen que el CVII "dice" que las otras religiones son camino de salvacion.
18/11/12 3:02 PM
Pepito
Bueno, ya puesto en plan teológico transcendente un tanto rimbombante y advirtiendo al personal que no me haga mucho caso, pues puedo decir alguna que otra burrada teológica, ahí va eso:

Las otras religiones no son camino de salvación, como mucho son veredillas que pueden conducir, al que las sigue con conciencia invenciblemente errónea y con buena fe, a un misterioso encuentro con la Gracia y la Misericordia de Cristo.

Pero dichas religiones en sí mismas no tienen ningún valor salvífico mientras que los individuos que a ellas pertenecen no entronquen, si bien misteriosamente, con la Iglesia Católica por medio de una acción salvífica particular y misteriosa de su Cabeza que es Cristo.

A diferencia de lo que ocurre en la Iglesia Católica, en la cual el encuentro con la Gracia y la Misericordia de Cristo se produce de manera también misteriosa pero de forma ordinaria y general en todo aquel que recibe dignamente los Sacramentos.
18/11/12 11:45 PM
Beatriz
Pepito, me vas a tener que perdonar una vez más :)
pero las otras religiones ni siquiera son veredillas. Lee la Dominus Iesus:

”No se puede ignorar que otros ritos no cristianos, en cuanto dependen de supersticiones o de otros errores (cf. I Cor 10, 20 – 21), constituyen más bien un obstáculo para la salvación”

Dios se compadece y envia su gracia a los no cristianos que sufren ignorancia invencible a pesar de los errores o supersticiones de esa religión no cristiana que obstaculizan su salvación.

La ignorancia invencible hay que verla como una excepción, no como regla general. Porque también hay quien no se convierte por ignorancia vencible, y esos sí son culpables de su rechazo.
19/11/12 4:18 AM
Pepito
Beatriz: OK. Retiro lo de vereditas. Dejémoslas como territorios abruptos a los cuales puede descender también por caminos misteriosos y de manera extraordinaria y excepcional la Gracia y la Misericordia de Cristo.

Desde luego, y sean cuales fueren las discrepancias de detalle que pueda haber entreambos, estoy plenamente de acuerdo contigo en "fuera de la Iglesia Católica no hay salvación."

A mi parecer, nadie se salva si de alguna manera no pertenece, aunque sea in extremis, a la Iglesia Católica, por medio de alguna acción salvífica misteriosa y extraordinaria de Cristo, que al conectar al que la recibe con Cristo Cabeza le conecta también con el resto del mismo Cuerpo de Cristo que es su Iglesia.

No hace falta que repita que, al no ser teólogo letrado, se me pueden escapar en este tema tan difícil más de una heterodoxia o vulgarmente burradas teológicas.
19/11/12 11:42 AM

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