Cinco preguntas sobre la eutanasia

En la Hoja Parroquial de Julio y Agosto me ha parecido oportuno plantear cinco cuestiones sobre la eutanasia y dar la respuesta que, literalmente, se deduce de la encíclica “Evangelium vitae” de San Juan Pablo II.
Por si ayuda a otros, lo publico ahora en el blog:
1ª) ¿Qué es la eutanasia? “Por eutanasia en sentido verdadero y propio se debe entender una acción o una omisión que por su naturaleza y en la intención causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor”.
2ª) ¿Es lo mismo la eutanasia que los cuidados paliativos? No. “En la medicina moderna van teniendo auge los llamados « cuidados paliativos », destinados a hacer más soportable el sufrimiento en la fase final de la enfermedad y, al mismo tiempo, asegurar al paciente un acompañamiento humano adecuado”. Es lícito “suprimir el dolor por medio de narcóticos, a pesar de tener como consecuencia limitar la conciencia y abreviar la vida, « si no hay otros medios y si, en tales circunstancias, ello no impide el cumplimiento de otros deberes religiosos y morales »”.
3ª) ¿Es moralmente aceptable la eutanasia? No. La “eutanasia es una grave violación de la Ley de Dios, en cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable de una persona humana”. “Semejante práctica conlleva, según las circunstancias, la malicia propia del suicidio o del homicidio”.

Fue popular en vida, San Antonio, y lo es tras su muerte. Es, sin duda, uno de los santos más venerados en todo el mundo. Se recurre a él en busca de objetos perdidos, recitando su famoso responsorio: “Si buscas milagros, mira: muerte y error desterrados, miseria y demonio huidos, leprosos y enfermos sanos”…, “miembros y bienes perdidos recobran mozos y ancianos”. El responsorio, en latín, ha dado nombre a una plegaria y origen a un apellido italiano, que porta un célebre teólogo, Sequeri: “Si quaeris miracula…”.
Predicar es un “ministerio”, una ocupación, un trabajo, un servicio, que hay que asumir con un gran sentido de la responsabilidad. Así lo enseña el papa Benedicto XVI: “quienes por ministerio específico están encargados de la predicación han de tomarse muy en serio esta tarea” (Verbum Domini, 59).
¿Cuál es la finalidad de la homilía? ¿Cuál es su objeto o motivo? Se trata de un cometido puramente ministerial, servicial: “favorecer una mejor comprensión y eficacia de la Palabra de Dios en la vida de los fieles” (Benedicto XVI, Sacramentum caritatis, 46).












