II Domingo de Adviento (B): ¿Cómo preparar la venida del Señor?
Avanzamos por el camino del Adviento, adentrándonos en la vivencia de este tiempo litúrgico de espera ferviente. Esperamos la venida de Jesús en la fiesta de la Navidad, pero también su venida a nuestra vida cotidiana. Dios viene a nosotros, cada día, si abrimos las puertas de nuestro corazón a su llegada, si le hacemos sitio, si le dejamos a Él plantar su tienda en nuestra alma. Aguardamos, igualmente, la venida gloriosa del Señor al fin de los tiempos.
La venida de Cristo, la proximidad de nuestro Dios, es un motivo de alegría y de consuelo. No de una alegría transitoria, meramente externa, superficial, sino de una alegría íntima y profunda.
¿Cómo debemos preparar la venida del Señor? Con una vida buena y santa. Como dice San Pedro: “mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con Él, inmaculados e irreprochables”.
¡Qué Dios nos encuentre en paz con Él! La mejor manera de prepararnos para su venida es acercándonos al sacramento de la Penitencia, para que el Señor perdone nuestros pecados y nos conceda su paz. Con frecuencia, con excesiva frecuencia, se oye decir que el sacramento de la Penitencia es un sacramento muerto, caducado, superado en la vida actual de la Iglesia. Esta opinión no responde a la voluntad de Cristo ni tampoco a los anhelos más profundos de nuestro corazón. El Señor Resucitado dice a sus apóstoles: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; a quienes se los retengáis, les quedarán retenidos” (Jn 20,22-23).